Luz entre las sombras: Episodio V

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Reyna. La imagen de la boca de un acercándose se hizo presente. Solo podía sentir que caía, y en efecto fue así. Perdí la consciencia por un momento suficiente como para entender de que se trataba. En efecto la conocía. O al menos alguna vez la conocí. A la verdadera Reyna, la que luchaba, no el extraño intento de ser autónomo que sacudía sus manos sobre la tela de sus desgastados jeans. La idea del volcán volvió a mi mente.
Una chica de cabello oscuro y semblante temerario me sujeto por el brazo, y tan solo de repente todo mi cuerpo ardía con el efecto de la adrenalina. Ella en cambio lucia desmejorada, comprendí la situación cuando llegamos a algún sitio en la tierra, a través de la oscuridad. Mi cabeza daba vueltas, sentía las piernas como de gelatina y los brazos me temblaban. Manchas de colores comenzaron a bailar frente a mis ojos. Al cabo de unos minutos, no había absolutamente nada. Regrese a la realidad entre las palabras de Will y unos escandalosos gritos en la sala contigua.
-Por favor-suplicó- por favor Nico, yo...
-Tu ¿qué?-susurré sin siquiera abrir los ojos esta vez.
Lo cual en realidad no fue necesario,porque segundos después el me abrazaba casi al borde de filtrar toda la energía de mi cuerpo. No pude evitar sonreír ante la idea. Todo este tiempo no solo estuvo sufriendo mi muerte, sino también cuidando a la desvalida Reyna Ramírez Arellano. Supuse que verla de ese modo seria doloroso, considerando quien fue antes. Tener un hogar y luego ser arrojado a la calle era algo con lo que estaba familiarizado.
Recordé la noche en que la vi caminar en la nieve. Parecía perdida, ahora entendía que no lo estaba, y tal vez eso fuera lo peor. Saber exactamente el sitio en que te encuentras, y aun así no tener lugar alguno donde ir. Observe de reojo a Will, temiendo ver la expresión en su rostro. Demasiada culpa en una sola persona como para que pudiera tolerarla solo. Sin embargo sin decir una palabra se separo lentamente hasta que nos separamos por completo. Estaba acostumbrándome a aquella sensación, el calor corporal de él, sus brazos. Por lo que cuando me liberó para ir hacia Reyna, me sentí ciertamente desilusionado.
Ella continuaba temblando y murmuraba incoherencias mientras el hijo de Apolo intentaba calmarla, dirijiendome miradas en busca de apoyo. Un débil resplandor refulgió en el antebrazo de la semidiosa, al tiempo que la mirada de Will Solace se tornaba vacía por un minuto, los ojos azules se le apagaron y la siempre eterna sonrisa de su rostro desapareció. Deduje que llevaba algún tiempo haciendo eso ya. Un tiempo después la destrozada guerrera, cayo con los ojos cerrados entre e los cojines del sillón de los Solace. Will se retiro lentamente, depositando la cabeza de ella con suavidad en la tela. Luego camino hacia mi, y jalándome del brazo me aparto de aquella escena.
-Lo siento- murmuró para no despertarla- no quise que la vieras de ese modo.
-¿Qué le ocurre?
-No lo se...
El se removió en su lugar. Sin dudas la pregunta le incomodaba. Y mas aun, conocía la respuesta. Forzarlo me resultaba demasiado cruel, después de todo el me mantenía aquí, alejado del peligro que podría resultar el mundo exterior y los otros Oscuros.
Algo dentro de mi me decía que en La guarida las cosas no marchaban para nada bien. El caos ardía a través de mi cuerpo, nublándome la mente. Resulta incómodo pensar en ello estando aquí. Saber que yo era la causa de aquel malestar tampoco hacia que me sintiera del todo mejor. Viendo a Will de esa manera, desesperado, ansioso, molesto, me revolvía el estomago. La forma en que los humanos fluctuaban de su mejor a su peor forma podía resultar interesante. Deslizó las manos a través de sus piernas, liberando un profundo sonido de frustración .
-Necesito enseñarte algo- murmuro finalmente interrumpiendo el ya solidificado silencio.
Resultaba extraño verlo tan dubitativo. A pesar de eso me abstuve de preguntar, ya bastante daño había hecho. Por lo que una vez que se hubo decidido, comenzó a reparar en detalles que iban mas allá de mi comprensión. Papeles iban y venían de sus manos. Yendo a parar a la mesa, el suelo, o cualquier superficie en la que encontraban espacio. Cuando pareció ser suficiente revuelta de documentos, le ayude a llevar a la chica hacia la habitación que ocupaba la madre de Will.
Observarla en aquel sueño intranquilo me aterrorizaba. Hacia algún tiempo que no padecía el recuerdo de pesadillas, pero su recorrido por mis ciclos de inconsciencia eran realmente escalofriantes. Una mujer atravesada por el resplandor de un rayo, un extraño ángel torturando a alguien cuya identidad no reconocía, y sobre todo recuerdos de muerte. Siquiera quería imaginar como era tener una memoria de ese tipo mucho mas en claro. Por eso con cada sobresalto y espasmo que sacudían a Reyna, mas me compadecía de los humanos.
Will cerró el cuarto, dudando un momento si ponerle llave. Al cabo de un tiempo de meditación pareció concluir en que no seria necesario. La idea de que alguien como ella, alguien que parecía tener todas las características de un guerrero, acabara así , me revolvía las entrañas. Encerrarla en el cuarto solo acabaría por determinar la conclusión de que había perdido toda condición humana. Aunque tal vez si fuera de ese modo, trataba de no pensar en ello.
...
El trayecto transcurrió en silencio. No recordaba haber viajado en auto durante mi otra vida, ahora podía entender la razón. La cabina era en verdad pequeña, lo que aumentaba la sensación de que nos estrellaríamos contra cualquier objeto, estático o móvil. Sin embargo Will no parecía inmutarse por mis aparentes arranques nerviosos al sentir alguna variación del viejo Ford Anglia. Solo observaba el camino, la vista clavada de forma taciturna hacia el frente. Me gustaría poder decir algo. Cualquier cosa que ayudara a traerlo a la realidad me sería útil en este momento. Pero nunca llegaron a mi mente, y si lo hicieron fui capaz de expresarlas en palabras.
El detuvo el vehículo a poco metros de una arboleda, que se prolongaba hasta formar un extenso bosque. Ambos bajamos.Entonces repare en algo, la forma en la que la tierras humedecida por nieve me rozaba los pies descalzos, enviando ligeros escalofríos por todo mi cuerpo. Jamas , al menos supuse, había te ido una reacción como esta. El frío, ni el calor,...ni el hambre. Demonios, no quería admitirlo pero me estaba agobiando. Como una sensación vacía en mi vientre.
-¿Estaás bien?preguntó el acercándose a mi lado.
Asentí con la cabeza sin mas. No quería que notara la debilidad.
-¿Qué es este lugar?
-Ya verás...- una sonrisa simple se dibujó en su rostro. Como el Will de la fotografía, el chico de mis recuerdos. Luego comenzó a caminar.
Lo seguí a cierta distancia, desconfiando del lugar. Las sobras de los árboles proyectadas por la luz del atardecer, daban aquel aspecto atemorizante al lugar. A eso se le sumaban los extraños sonidos, de alguna clase de criatura desconocida que se escurría por entre las ramas. Estos me hacían recordar a la antigua pretor, que ahora se refugiaba en el piso de los Solace.
-Se que te lo estas preguntando- lo miré con cara confundida-Sobre Reyna, lo que ocurrió con ella....
-No hace falta si no quieres-respondí volviendo la cabeza hacia el.
Su rostro bronceado se tenía con el atardecer y el cabello le resplandecía aún mas. Sonreí ante aquella imagen, para luego caer nuevamente en la cuenta de que hacíamos todo esto por Reyna. La enferma, rota y despedazada Reyna. Las facciones de Will se endurecieron de repente.
-Nosotros-comenzó-Tu, yo, Reyna... Nos enviaron a una misión.
<<La chica se llamaba Meredith, una hija de Hermes que se negaba a regresar al campamento. En un comienzo, Quirón, nuestro consejero, creyó que se trataba de puro capricho. Sin embargo un día la madre de Meredith envió un mensaje. No tenía mucha coherencia. Hablaba sobre una enfermedad, algo mágico.
Entonces supe que debía ir, tu insististe en acompañarme y por inercia Reyna debía venir como tu guardaespaldas personal. Creí que seria algo sencillo, tal vez una herida de oro imperial, la maldiciónn de algún dios menor, veneno de quimera. En cuanto la vi, pude sentir cuanto me había equivocado. Todo lo que pensaba saber hasta este momento estaba mal. pero no podía regresar, tenía que ayudarla, debía ayudarla."
Sus ojos se cerraron por un momento. Supuse que estaría tratando de contener las lágrimas. Nadie podía culparlo por llorar en un momento así. Se notaria a leguas la forma en que ocultaba algo, por su forma de moverse, sus manos detrás de la cabeza, evitando la mirada. Imaginarlo me dolió. Tal vez, de algún modo, lo hacia para no molestarme. Aunque sus intensiones fueran buenas...no tenia derecho de hacerlo.
-Es mi culpa de Reyna este de ese modo. Yo permití que me acompañara sin siquiera saber cual era el verdadero peligro-continuo- después de un tiempo las cosas se salieron de control...apenas hablaba, no comía,no dormía. Y finalmente Jason. Intentar matar A otro legionario es uno de los peores crímenes que se podrían imaginar ¿Sabes? Supuse que tarde o temprano ocurriría algo así, pero simplemente no puedo predecir nada.
<<La expulsaron sin mas. Sin tener ninguna consideración. Un semidiós en la calle ya se encuentra en peligro, ni hablar de alguien en su condición. Y tu...>>
-¿Yo qué?-inquerí buscando la solución a el problema que me planteaba desde hace ya tiempo. Solo necesitaba que el respondiera una pregunta.
-Intentaste ayudar...-sus manos se torcieron en puños pegados a ambos lados de su cuerpo, moviendose al ritmo de los pasos - yo no pude... Te atacaron cuando regresábamos...creí que....
-Will, no es necesario.
El se detuvo, negando con la cabeza. Temí que fuera mi presencia la que lo forzaba a comportarse de ese modo, sobre todo cuando era completamente incapaz de ayudar. A pesar de ello su historia no hizo mas que sembrar mas dudas en mi. Pero seria injusto forzarlo a responderlas.
En si ,la muerte no es un proceso sencillo de atravesar, había presenciado las suficientes como para entenderlo. No obstante, ver morir a alguien que es importante para ti -y yo esperaba haberlo sido para Will- es increíblemente doloroso. Aquellos que nos vemos agraviado, solo terminamos el camino; podemos empezar otros o solo detenernos de una vez por todas. Quienes en verdad sufren son los vivos... Ellos deben quedarse aquí, arreglar los destrozos, visitar nuestras tumbas. La actitud de Will Solace podría ser tomada por muchos como debilidad, para mi en cambio, no era mas que el mas impresionante de los actos de lealtad.
Jalé de su mano atrayéndolo hacia mi. En cierto modo, cuanto a esta vida nueva era referente, apenas si tenia una idea de lo que pensé hacer. Solo puedo decir que ocurrió. Lentamente, acerqué mi rostro al suyo, rozando sus labios. Por suerte logro captar la idea, convirtiendo aquel contacto inexperto en un verdadero beso. Cerré los ojos relajándome. La luz del atardecer golpeaba débilmente mi espalda, el bosque a nuestro alrededor cubriendonos. Note como las manos de Will de habían deslizado hacia mi cintura y agradecí no poder sonrojarme.
El se separó ligeramente, sonriendo. Yo en cambio desvíe la mirada hacia algo que no logre notar antes:un arco en cuyo tope se notaba una inscripción en algún idioma que no alcanzaba a comprender lo suficiente, aunque quedaba claro que se trataba de un mensaje de invitación. El retiró las manos al ver lo que contemplaba.
-Bienvenido-dijo en un casi susurro, al tiempo que inclinaba la cabeza hacia un lado- al Campamento Mestizo.
-¿El qué...?
Nunca llegue a comprender de que se trataba, ya que de inmediato bajo la entrada, una niña de tal vez trece años se abalanzó en dirección a Will rodeándolo por el cuello con los brazos. El intento mantener el equilibrio para no caer a causa de la sorpresa. La recién llegada tenia un aspecto bastante extraño:la camiseta naranja desgastada que parecía ser unas tallas mas grandes de la suya, rasguños en manos y brazos, la misma armadura que los chicos de la foto que Will guardaba en su casa y un cabello rojizo que le cubría el rostro, dejando caer largos mechones lacios hasta la mitad de su espalda.
-¿Qué tal, Bay?
-¡Regresaste!-exclamó sin dejar de abrazarlo-No te haces una idea de el desastre que es la enfermería...los de Hefesto han hecho explotar un trillón de cosas desde que te marchaste...
No quería estar allí. Después de todo no era necesario, a pesar de que el me trajo. Lo cual no entendía en realidad. Solo resultaba un intruso, tratando de mezclarme con los humanos. Porque luego de todo este tiempo fuera había reparado en una cosa, ellos son los que están a nuestro alrededor.

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Jsn acnhjamdm,akdcsndukwdkks
Bueno no
Gente y panes
La nota es principalmente para decirles que mil disculpas por no haber actualizado tiempo. Por favor sepan no matarme porque soy colgada y me meto en 5000. Cosas dl colegio.
So
Gracias a todoz
Della, etc.

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