Holmes, Watson y Sanders se encaminan a toda prisa hasta el hospital de San Bartolomé, lugar en donde son recibidos por una chica de mediana estatura quien vestía un inmaculado delantal blanco y su rojizo cabello recogido al costado, enmarcando así unas bellas facciones. Inesperadamente, tan pronto como ve a Sherlock, los ojos de la mujer se iluminan como si contemplase un mágico atardecer, así, esta le saluda energéticamente, aunque él sólo le dirige una furtiva mirada y un leve ademán cortés para seguir con su apresurado camino. John, al notar lo sucedido, se desvía desde su ruta para saludarla.
―Hola Molly ¿qué tal todo?
―Bien, gracias por preguntar, John... ¿tú cómo estás? ―dice aún con su soñadora mirada en el distante Holmes, quien pronto desaparece por el gran corredor. Luego, su vista recae sobre la rubia, la cual permanecía silenciosa y de pie junto al doctor.
―Podría estar mejor, pero ya sabes, así es la vida ―bromea―. Esta es Alice Sanders, por cierto, psicóloga en Scotland Yard y nuestra vecina de arriba en el 221 ―Sanders le estrecha su mano a Molly, quien le observa insegura antes de reciprocar el fraternal saludo.
―Mi nombre es Molly Hooper, soy la forense a cargo en el hospital.
―¡Vaya! Un gusto, Molly... ―sonríe genuinamente en su dirección, aunque, pronto se ve distraída por la incertidumbre y se voltea hacia John―. ¿A dónde diablos fue Holmes?
―Seguramente está en el laboratorio, sigámosle. Nos vemos, Molly.
Los colegas caminan juntos hacia un inmenso cuarto inmaculadamente blanco, en cuyo centro estaba Holmes sosteniendo los tenis y escaneándoles atentamente con su mirada. Así, sus amigos se le unen y le rodean para intentar comprender al rizado quien, después de unos silenciosos minutos, comienza a analizar los residuos en las suelas de los zapatos y se vuelve raudo hacia un microscopio, murmurando para sí mismo. No compartiendo sus pensamientos con los expectantes observantes.
Alice por su parte, resignadamente aburrida, despeja parte de la mesa del laboratorio y se sienta sobre ella en la posición de loto mientras revisa su anónima cuenta de Twitter para contextualizarse con el mundo. Y John, por otro lado, se mantiene afirmado de un estante atrás de Sherlock, pero, a diferencia de la distraída psicóloga y trabajólico detective, paulatinamente comienza a perder la paciencia en aquel silencio sepulcral.
ESTÁS LEYENDO
𝑽𝒂𝒕𝒊𝒄𝒂𝒏 𝑪𝒂𝒎𝒆𝒐𝒔 |𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤|
Fanfic❝ 𝑨𝒑𝒆𝒍𝒂𝒓𝒊𝒂 𝒂 𝒍𝒂 𝒕𝒊𝒑𝒊𝒄𝒂 𝒄𝒐𝒓𝒕𝒆𝒔𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒂𝒓𝒕𝒊𝒔𝒕𝒂 𝒚 𝒕𝒆 𝒐𝒇𝒓𝒆𝒄𝒆𝒓𝒊𝒂 𝒕𝒐𝒄𝒂𝒓 𝒖𝒏 𝒅𝒖𝒆𝒕𝒐, 𝒑𝒆𝒓𝒐, 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒔𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒂𝒄𝒆𝒑𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒚 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒆𝒔𝒂 𝒆𝒏 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅, 𝒎...