#Nochevieja'76

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«Noche Vieja de 1976.

La primera vez que Peter va a una fiesta muggle, cegado por los focos.

Fotografía hecha por Marlene, que llevaba varias copas de más, y que no recordará haberla hecho».

-¿No crees que deberías quitarle la cámara, Sirius?

El aludido elevó la mirada de la chica que bailaba ante él, era muggle, sin duda, y se impresionaría fácilmente con sus "hábiles trucos de magia".

-Voy a hablar con ella.

Remus suspiro al ver que Sirius se alejaba. Era imposible hablar con él. Marlene continuaba en posesión de la cámara muggle de Alice Fortescue, que bailaba en un rincón con Frank Longbottom.

Alice había quedado aquella noche con Frank, Marlene le acompañaría, y como sabía que Lily jamás iría a una fiesta en la que también estuviera James Potter, había invitado a su mejor amigo: James Potter, que apareció allí con todos sus amigos. Incluso Remus debía conceder que los muggles montaban buenas fiestas.

El hombre lobo se adelantó cuando Marlene daba intentos vanos de colgarse la cámara al cuello, se la arrebató con cuidado y él mismo la puso a buen recaudo.

-Gracias, Potter, eres el mejor.

Las palabras de Marlene fueron la prueba que necesitaba para tener la certeza de que había bebido demasiado porque ¡James y él no se parecían en absoluto!

-Anda, vamos a tomar el aire.

Remus agarró a Marlene por la cintura para conducirla hacia la salida de la discoteca muggle, Peter les seguía en silencio. Sin mirarle, Remus sabía cómo se sentía: algo perdido, cegado por las luces, insignificante en un mundo donde todo el mundo parecía brillar más que él.

En el exterior, la noche era extremadamente fría, los copos de nieve se acumulaban en las aceras. Remus de quitó la chaqueta y la puso sobre los delgados hombros de la chica, que aceptándola, comenzaba a alejarse y a bailar sobre la nieve.

Remus se apoyó en la pared, sin perderla de vista. Peter le hizo compañía.

-Es guapa, ¿verdad? -Le preguntó Peter, él necesitó dos segundos para saber qué hablaba de McKinnon.

Ambos la observaron en silencio, más allá de lo que ya conocían: el pelo rubio, revuelto y con pequeños copos anclados en él brillaba más bajo la noche sin luna. Tenía las manos pequeñas, con las uñas pintadas de negro. Había sacado un cigarro y lo sujetaba con los labios finos.

-Creo que le gusto.

Ante aquellas palabras Remus intentó no reír. Era absolutamente imposible que un chico como Peter llamara la atención de Marlene, la mayoría de chicos con lo que solía salir eran altos, buenos jugadores de quidditch y desafiadores de las normas. Además, Remus sabía de la complicada historia que compartía con Sirius.

Ella giró de nuevo, mirando hacia el techo, soltando el humo del cigarrillo por los labios entreabiertos.

-Seguro que sí, Colagusano, seguro que sí.

Todos Nuestros Momentos Perdidos.Where stories live. Discover now