Así la mato yo

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Dentro de una oscura bodega húmeda, una joven de no más de veintidós luchaba por soltarse de las sogas que le tenían atada a una silla. La penumbra ocultaba a su captor, y hacía más tenebrosa su risa macabra. El hombre se acercó a ella, tomó con delicadeza uno de los bucles cafés que le caían en la cara, deslizó su mano por el mentón y cuello de la víctima y habló:

ㅡPerdona si pregunto por como te encuentras, pero me han comentado que te han visto sola, llorando por las calles en altas horas, ¡ay! como la loca, loca, loca ㅡcanturreó, la muchacha lo queda viendo desconcertadaㅡ. Comentan que tu niño a ti te ha dejado, que no existe consuelo para tanto llanto, que solo una amiga esta a tu lado. No llores más mi niña, niña, niña.

ㅡ¡Debes de estar bromeando! ㅡchilló histérica, luchando por soltarse.

Vamos, primero me secuestra y ahora me canta una canción cani en Dios sabe donde, pensó.

ㅡSon de amores, amores que matan ㅡexclamó con emoción, enterrando un puñal en el vientre de la jovenㅡ, amores que ríen, amores que lloran, amores que amargan. Son de amores, amores que engañan, amores que agobian, amores que juegan, amores que faltan.

La joven empezó a gritar desesperada, con mucho dolor e histeria, empezó a llorar de manera amarga. El asesino la apuñala con más fuerza y ríe.

ㅡDeja de llorar y piensa que algún día un niño te dará, toda una fantasía, eso y mucho más, porque tu no estas loca, loca, loca ㅡdijo con vehemencia, pasó su mano por el rostro de la chica para secarle las lágrimas con los dedosㅡ. Deja de llorar y sécate esas lagrimillas de cristal, que el tiempo volverá seguro a rescatar toda esa fantasía, fantasía... ¡Ja, ya quisieras! ㅡexclamó, agarrando una maza para ablandar carne y así, le asestó un golpe en el pecho.

Un grito estruendoso salió de ella, mezclándose con lo siniestro de la maligna risa del asesino y la oscuridad de la noche en esa bodega.

...

ㅡNo, no Lizzy, no te estoy mintiendo. Estoy en España en estos momentos y no llevo ni un día allí... No mujer, no volveré a Austria a resolver el otro caso, Willenhall hace lo que se le da la gana con los subordinados... ¡Qué no te suba la voz! Debes de estar bromeando...

Duke contemplaba a Dexter excusándose de manera penosa ante su esposa por el teléfono de vez en cuando, suspiró, estar soltero no es tan malo y debería ser una resolución alabada, aprobada y difundida por todos, que les den a todos aquellos que presionan a los que no contraen nupcias, pensó. No era justo que los trabajadores hayan conseguido derechos, las mujeres se independicen, los niños no sean maltratados y los homosexuales hayan conseguido leyes para su grupo, si las personas solteras seguían siendo ridiculizadas por preferir esa vida, ya sea por la razón que sea. No es que Duke menosprecie a los casados, pero es que sencillamente no le atrae el compromiso y la nada glamorosa vida de sobriedad de la crianza. A él no le gustaría acabar amargado como Dexter y muchos otros que, pensando que sería un cuento de hadas, terminaron en sinsabores de vicios, rotura familiar o problemas de comunicación. Un panorama del que no quiere ser partícipe ni aunque le pagaran. Y es que divagar en temas como ese era muy importante para el psicoanalista, pero por desgracia para él, Miguel Sebastián entró de manera ruidosa y poco educada a la habitación.

ㅡChicos, ¡tendremos un final abrupto y mal elaborado como de novela cliché porque el autor se ha quedado sin ideas! ㅡexclamó con miedo en su voz.

Dexter lo miró con deseos de matarlo, tenía que estar de broma si seguía con esa jerga de caricaturas y teatro para venir a irrumpir sin educación, y para colmo, mientras habla por teléfono con Elizabeth.

ㅡ¡Qué quieres? ㅡespetó molesto.

ㅡMe han llamado de la estación, una persona puso denuncia de unos gritos raros en una bodega abandonada, encontraron a dos personas agonizando. Es cerca de aquí, parece ser que alguien trató de matarlos.

ㅡDeberíamos ir ㅡcomentó Duke.

ㅡYo no voy.

ㅡVamos Dexter, es probable que sea nuestro asesino, una de las personas es una mujer que estaba desaparecida hace una semana y hallaron también un cuchillo de cocina con una maza de ablandar carne. Por favor, hazme caso ㅡdijo Miguel, rogando como cachorrito abandonado.

ㅡBien, iré ㅡrespondió con molestia.

Aquellas Curiosas MuertesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora