No dejes que se te escapen los rastros, por más nimios que sean...

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Después de maldecir a diestra y a siniestra a Miguel, el detective Warwickshire no dejó lugar a apelación y condujo el Ford del 2010 en el que había venido éste. Aunque a Miguel le cayese pesado que el desagradable y molesto hombre inglés condujera su modesto auto, no iba a armar un pleito, sabía a qué tipo de amenaza se enfrentaba. Duke por su parte, se sentía feliz de verlo, tanto así, que lo abrazó y le dio un beso en la mejilla. El acto le resultó repulsivo a Warwickshire, que pensaba lo peor acerca del joven psicoanalista. Furioso, entró al auto y cerró de un portazo que asustó a los agentes.

ㅡ¡Entren ya, par de vagos! Ya tendrán tiempo de contarse idioteces en el auto ㅡgruñó, prendiendo el GPS.

El agente Miguel, a punto de abrir la puerta del copiloto mientras conversaba los avances con Duke, Warwickshire lo detuvo mirándole con desdén.

ㅡ¿Qué te pasa, Warwickshire? —espetó molesto.

ㅡTe montas atrás, yo no quiero escuchar la voz de Duke ni la tuya, me tienen hasta la coronilla ustedes dos ㅡatacó enojado.

ㅡPero es mi auto ㅡreplicó.

ㅡY eso qué ㅡrespondió, subiendo los hombros en señal de indiferencia.

El psicoanalista se acercó a Miguel, tocándole un hombro para llamar su atención; él hizo un ademán con su cabeza, señalando las puertas traseras. Eso le hizo entender al molesto español que era mejor era hacer caso y no pelear con Dexter, que ya habían perdido mucho tiempo en el aeropuerto.

...

ㅡWarwickshire, pon la radio ㅡpidió Miguel desde su asiento.

ㅡNo, suficiente ruido con ustedes ㅡFrunció el ceño, el tráfico hacia la comisaría era horrible y, de paso, la voz femenina del GPS lo traía de los nervios.

ㅡVamos, pon la radio Dex ㅡsuplicó Duke.

ㅡNo.

ㅡYa déjalo, Franz, es un amargado. Seguramente su señora ya ni lo toca con un palo ㅡcomentó divertido.

ㅡ¿Palo? Hablando de palos ㅡdijo con tono feliz, olvidando por completo que Dexter le había respondido con brusquedad hace pocoㅡ, me acordé que hace poco estaba de moda aquella película de una mujer siendo azotada por un millonario, ¿cómo se llamaba...?

ㅡLas 50 sombras de Grey, también tiene libro. ¡Qué cosa más horrible, hombre! —exclamó lamentándose—, te digo que ya no miro igual a mi novia desde que descubrí que se había leído la saga completa y me llevó a ver la película.

ㅡ¿Lo dices en serio? A mí me encantó ㅡexclamó Duke animado, Dexter gruñó con hastío, la voz de su compañero ya lo tenía harto.

ㅡAh, interesante. ¿Sabes?, a mí me dejó impactado la película ㅡcomentó con cierta incomodidad, asco y de paso, miedo.

ㅡ¡Por favor!, Anastacia y Grey son novatos a la par de la aventura que tuve con mi amante ruso ㅡdijo en un tono divezco.

ㅡAh, eso me parece impresionante ㅡcomentó nervioso y con algo de asco.

ㅡ¡Ay, verdad que sí? Vieras que el hombre era maravilloso, un excéntrico, a decir verdad. Sólo íbamos a restaurantes caros en Francia (lo conocí en París, cuando estaba de vacaciones, por cierto), Luego acabábamos en su departamento y las cosas se ponían intensas. Si te preguntas, yo era el azotado. ㅡSonrió.

Aquellas Curiosas MuertesOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz