No entendía de qué hablaban y tampoco me importó cuando ella sonrió y abrazó al hombre que la acompañaba. Su actitud no era de amistad, al menos por parte de Evoleth, porque ella estaba coqueteando, sin duda, mientras él le devolvía el abrazo de una forma tan... escueta.

Quizá en lo que sí estaba confundiéndome era con lo que estaba viendo. Sí, era ella, pero ni yo misma podía asegurar que mi percepción era la correcta y que de verdad estuviera coqueteando con el rubio.

Solo cuando se subieron al auto y arrancaron fue que pude volver al mío. Me sentía... mal; confundida y desconfiada de toda la situación.

Me quité el abrigo, dejándolo en las sillas traseras, junto con los documentos. No podía irme a casa, todavía debía conseguir algunas cosas en el supermercado antes de encerrarme y dormir, descansar de todo el ajetreado día.

En el corto camino, por la casa quedaba cerca a la zona del supermercado, pensé sobre Braham y la nula respuesta que me había dado. Dudé entre contactarlo para hablar con él o dejar que mi miedo e ira me ganaran para no hablarle más.

Recogí mi cabello en una coleta antes de bajar. La noche no estaba tan fría, así que no saqué el abrigo, más que todo por pereza de volverlo a poner. Por fortuna, algunas plazas en el estacionamiento estaban desocupadas, así que no tuve que dejar el auto muy atrás.

Tomé una canasta pequeña porque no necesitaba muchas cosas: solo compresas porque pronto estaría en mis días, algunas frutas y bolsitas de té.

Sin embargo, no esperé que, al dar la vuelta para ir a pagar, chocara con alguien que esa vez sí pude identificar.

Me tragué toda la ira que me recorrió. La miré con una mirada neutral y más bien seria, en cambio ella, me miró con una sonrisa casi burlona y relajando su actitud.

—Hola, Abril. —Sonrió más, y yo me puse cada vez más seria—. Que gusto encontrarte.

Sonreí con hipocresía.

—Lástima que no pueda decir lo mismo, Evoleth. Creo que cambiaré de tienda, ahora esta se hizo muy popular para que las personas de la ciudad vengan solo a comprar.

—Oh, es que estaba con mi novio, o tu ex, como prefieras. —Entrecerré los ojos ante su mentira. La había visto hacía pocos minutos atrás y no había estado con Alan, a menos de que se hubiera teñido el cabello de rubio, lo cual dudaba, además el otro chico era un poco más bajo como para ser él.

—Prefiero Alan, gracias —respondí en vez de decirle que la había visto con anterioridad.

—Como te decía, estaba con mi novio, y pensé en pasar a buscar unas cosas antes de volver al apartamento... con él.

Achiqué los ojos a propósito cuando sonreí grande sin mostrar mis dientes.

—Sí, que gran y mala coincidencia, pero tengo que irme y no pienso gastar mi tiempo contigo.

—¿Conmigo? Vamos, deberías de estar feliz por estar frente a mí; Soy yo la que tendría que sentir algo por estar frente a una chica que tildan de exagerada, irracional, exasperante... e histérica. Palabras de Alan, no las mías, nunca en la vida hubiera podido saber algo así si no lo hubiera dicho él.

Pasé mi lengua por todos mis dientes, mi mirada destilando todo el dolor de mi interior, pero trataba de que ella no notara el daño dentro de mí.

—-En ese caso, te libero de verme —dije con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco y haciendo el vago intento de girarme, aunque sus palabras me detuvieron.

—Sé que quieres a Alan, pero no tienes de qué preocuparte: yo lo cuidaré porque cuidarse es lo que hacen los compañeros. —Sonrió.

Levanté las manos al cielo, por poco liberando mi agarre en la canasta.

Lunas escarlataWhere stories live. Discover now