15-Fuego

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Lenin se acercó a ella portando una expresión aliviada, acomodó sus muletas y se sentó a su lado

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Lenin se acercó a ella portando una expresión aliviada, acomodó sus muletas y se sentó a su lado.

—Vera dice que se pondrá bien —Anunció sonriente.

Mel no dejaba de mirar el viejo edificio de enfrente —Lo quieren mucho ¿no?

—Todos estamos en deuda con él. Todas y cada una de las personas que estamos hoy aquí habíamos sido condenadas a muerte, Ian nos rescató, nos trajo aquí y nos brindó seguridad, alimentos y medicinas.

—Sin embargo pienso que estas no son las mejores condiciones para vivir.

—Es mucho mejor que estar muerto ¿no? cultivamos algunos alimentos en los huertos y trabajamos para mejorar las estructuras.

Mel miró en derredor y observó un par de ancianos llevando un cesto de maíz a uno de los edificios. —El agua, los colchones, los utensilios de cocina ¿Cómo obtienen esas cosas?

Lenin arrugó la nariz, debía tener unos quince años. —Es una de las partes más complicadas, no sabemos como lo hace, pero Ian trae esas cosas en la noche. Tenemos un almacén de botellas de agua potable, ropa y utensilios.

— ¿No crees que es demasiado para una sola persona?

—Todos lo creemos, pero no hay mucho en lo que podamos ayudar. Los hombres más sanos siempre lo esperan afuera cuando hace los viajes nocturnos a Kiev, lo ayudan a cargar las cosas y mantienen la entrada sellada, los niños, las mujeres, los ancianos y los lisiados —rió un poco —, lamentablemente no podemos hacer mucho.

—Eso hace que él parezca un héroe.

Lenin sonrió.

—Es mucho más que eso.

Mel miró el rostro feliz del muchacho y casi sonrió, miró al frente y vio a Ian acercarse.

—Hablando del rey de roma.

Lenin ensanchó su sonrisa al mismo tiempo que se ponía de pie para saludar a su amigo, Ian le revolvió el cabello y este pretendió enojarse por tratarlo como a un niño. Después de compartir una carcajada, el líder se acercó a ella.

— ¿Ya encontraste tu celular? —Preguntó cuando estuvo lo suficientemente cerca.

Ella se colocó de pie.

—Quiero unirme —dijo sin titubear.

Ian arqueó una ceja.

—Sea lo que sea que hagas, yo también quiero hacerlo.

— ¿Por qué?

— ¿Importan las razones?

Ian no cambiaba su expresión imperturbable.

—¿Por qué...debería confiar en ti?

— ¿por qué no?

Ian la observó fijamente unos segundos. —Si quieres quedarte, deberás ayudar a Mariya en la cocina o a Vera en la enfermería.

SOLITARIOS ©Where stories live. Discover now