17-Máscaras

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La vida es un laberinto sin salida.

Despiertas temprano, comes cualquier cosa comestible que encuentres en el refrigerador, te duchas, vas al CRI hasta que la voz robótica te avise que guardes los cambios ya que han pasado siete horas, guardas los cambios y canjeas los Coins, regresas a casa, te sumerges en la oscuridad, suspiras, buscas algo en el refrigerador, comes e intentas dormir, sueñas o tienes pesadillas, intentas suicidarte, no puedes...

La luz ha salido de nuevo.

Intentas buscar la salida de nuevo, pero estás perdida.

Su pecho subía y bajaba pausadamente, su mirada absorta en la nada, los inútiles rayos del sol reflejándose en sus ojos pálidos y sin vida.

Veía el infinito. Pero intentaba buscar la salida del laberinto.

Ese día el CRI no abrió por razones de mantenimiento. Una tortura. Se dejó caer pesadamente en el suelo e imaginó que la pared blanca de enfrente era un lienzo en el que se podía pintar una puerta de escape. Odiaba mirar la pared de enfrente, quizá podía hacer que su mente entrara en modo suspensivo unas cuantas horas, pero la realidad siempre terminaba irrumpiendo su meditación.

¿Quién había sido antes de perder la memoria?

¿Una chica común que asistía a un colegio común? ¿Una chica popular? ¿Una nerd? ¿Una líder? ¿Se burlaban de ella o ella se burlaba de los otros? ¿Sonreía a menudo?

¿Era inteligente? ¿Era tonta? ¿Era una psicópata... una renegada, una asesina?

Nada, no podía recordar absolutamente nada más allá de aquellas voces siseantes que susurraban su nombre una y otra vez.

Mel...

Mel...

Mel...

Sentía que estaba a punto de enloquecer. ¿Qué podía hacer para escapar del tormento?

No lo sabía.

Sabía que jamás volvería a sentir felicidad de nuevo, su cuerpo estaba infectado de agonía. Odiaba a las personas y no sabría como convivir con ellas, no encajaría nunca en aquel mundo.

El sol había sido reemplazado por una luna que no podía ver pero sabía que estaba allí. Tomó la capucha y decidida fue a buscar un rumbo para su vida. Mientras caminaba por las calles solitarias, creyó que la noche era el lugar idóneo para descansar y por un milisegundo dejó que su belleza la deslumbrara.

¿Acaso había encontrado algo a lo que aferrarse?

Podría salir todas las noches, caminar sin rumbo fijo, perderse, dejarse llevar, robar en tiendas de snacks y consumir alguno que otro alucinógeno para pasar el rato.

Eso sonaba tentador ¿podría hacerlo?

La brisa fresca jugaba con su cabello mientras consideraba las posibilidades, quizá aún existía alguna esperanza para ella. Miró el cielo y lo alto de los rascacielos y sintió deseos de volar, volar como las aves que alguna vez habían surcado libremente los cielos. Pero sabía que aquello era imposible, sus deseos eran demasiado irreales para hacerse realidad, no había nacido ave, ni siquiera tenía la dicha de ser un insecto de insignificantes alas. Qué mundo más cruel.

SOLITARIOS ©Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ