CAPITULO II. parte cuatro.

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-¿Qué? –Cuestionó Micaela, mirándola un tanto confundida.

-Nada. –Se apuró a responder. -O sea que ¿él se quedó dormir con vos? ¿Durmieron juntos? ¿Acá? –Señaló la cama de Nacho.

-Sí, pero nada fuera de lo normal, hacé de cuenta que dormí con vos. –Trató de restarle importancia; no quería entrar en detalles, mucho menos contarle como habían despertado.

-Ponele. –Rió Bianca. -Yo sé que vos tenés mucha confianza con Nacho, pero te recuerdo que él es hombre.

-Ay, tampoco es que sea algo de otro mundo haber dormido con él; no es nada, somos amigos.

-Tal vez para vos no es nada.

-No sé a qué querés llegar, Bianca. –Respondió después de mirarla como si estuviera loca. -Pero yo me voy a cambiar porque me muero por ir al agua. –Concluyó.

Mientras que en el jardín, Nacho ya se había servido algo de tomar, por ende había vuelto con su hermano y su amigo. Ramiro había logrado el fuego, y Gonzalo estaba sentado en una silla que había ubicado al lado de la parrilla.

-Te quiero contar que anoche con Gonza nos cansamos de esperarte. –Empezó Ramiro, mirando a su hermano.

-¿Dormiste con Mica? –Adicionó Gonzalo.

-Yo ya sabía que se venía el interrogatorio. –Rió Nacho. -Parecen dos minas.

-Perdonanos, pero estamos contentos de que por fin se te cumplió el sueño. –Le contestó su hermano.

-No digas boludeces, Ramiro. –Se puso serio.

-¿Podés contar, por favor? –Pidió Gonza, ansioso pero manteniendo la calma.

-No dormí con ella. –Mintió, y le dio un sorbo a su bebida. No tenía ganas de escuchar lo que tenían para decir de este tema.

-Mirá que mentiroso resultaste. –Le respondió Rama. -¿Te pensás que cuando me levanté no me fijé en todas las habitaciones para ver si estabas? No estabas en ninguna.

-La única que no miró fue la tuya, porque estaba Mica. –Contó Gonzalo.

-Y al parecer, acompañada por el dueño del cuarto. –Sumó Rama, riendo.

-A ver... si ya saben, entonces ¿para qué preguntan? –Se frustró Nacho.

-Porque queremos que vos cuentes. –Resumió Gonza. -No puedo creer que dormiste con Mica.

-Vos bien lo dijiste; dormimos. –Remarcó la palabra. -Nada más.

-Pero ¿por qué te quedaste ahí? Es rarísimo que ella te haya dejado. –Expuso su amigo.

-Me dejó porque estaba borracha. –Lo pensó, y se dio cuenta de lo mal que sonó eso. -Me lo pidió, mejor dicho.

-Y vos, como buen samaritano que sos, accediste sin pensarlo dos veces, ¿no? –Resolvió Ramiro.

-No, la verdad que no. –Le contestó su hermano. -Ella me insistió. Pero en fin, no les voy a andar contando detalles a ustedes de lo que yo hablo con ella.

-Yo te creo. Anoche lo único que ella quería es que vos vayas; conmigo y con Rama no quería saber nada. –Contó Gonza. A Nacho se le formó una sonrisa involuntaria en el rostro.

-Mirá como se pone. –Rama le señaló el rostro de su hermano a Gonza. -Pará un poco porque últimamente se te está notando mucho. –Le advirtió a Nacho.

-¿Qué decís, Ramiro? Es mi amiga. –Argumentó.

-Es mi amiga también, pero yo no la miro con esa cara de bobo que ponés vos cuando la ves. –Retrucó Ramiro.

-Estás diciendo cualquiera. –Negó Nacho. Si le costaba reconocérselo a sí mismo, obviamente no se lo iba a reconocer a ellos.

Arriba, las chicas se cambiaron en menos de dos minutos, pero luego Micaela hizo la cama de Nacho, ya que había quedado desordenada. Dobló la frazada que, al ir seguido a la casa de los mellis, sabía que no era parte de la cama, pero la dejó encima de ésta, no sabiendo dónde guardarla. Lo mismo hizo con la remera que le había prestado su amigo; la dobló y la dejó sobre la cama. Bianca la esperó sentada en una silla, mientras conversaban. Luego bajaron ambas, en bikini porque tenían planeado ir directamente al agua.

-Ah bueno... si esa es la cola, ¡cómo será la película! –Piropeó Gonzalo, contemplándolas de atrás a las chicas. Nacho y Ramiro rieron, y también las miraron, aunque con mayor discreción.

-Mirarles el culo a tus amigas es caer muy bajo, Gonzalo. –Devolvió Bianca, agarrando un vaso con agua que había en la mesa y tirándole el contenido a su amigo en la cara. Rieron todos, menos él.

-Encima que les digo algo lindo, se quejan. –Fingió ofenderse Gonzalo, mientras se secaba la cara con su propia remera.

-Tengo hambre, Ramiro Nayar. –Habló Micaela, a medida que iba entrando al agua, bajando los escalones. -Sos el cocinero más lento del mundo.

-Te cuento que encender el fuego en una parrilla no es tan sencillo como prender una hornalla. –Le respondió. -Y fuiste vos la que quiso comer esto.

-Mica, ¿le contestaste a Bruno? –Se acordó Bianca, ya adentro del agua.

-Ay, no. Me olvidé. –Se zambulló una vez más, y salió de la piscina. -Le voy a contestar. –Agarró su celular, que estaba en la mesa, y se dirigió a una reposera para recostarse en ella.

Habiéndola escuchado fuerte y claro, Nacho hizo todo lo posible para ignorar la situación. Moría por decirle que no le contestase a ese chico, o simplemente arrebatarle el celular y tirarlo al agua, evitando que vuelva hablar con algún otro chico. Obvio que eso no estaba en la lista de opciones. Así que sólo se quedó callado y quieto, observando como su hermano cocinaba, mientras que, de vez en cuando, le daba sorbos a su bebida.



Actualizo apurada, así que perdón si tiene errores ortográficos, no tuve tiempo de corregirlo pero no quería dejar tanto tiempo sin actualizar. Son las mejores, gracias por los comentarios y votos :) Besos!

Perks of being friends {Nachoela}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora