Capítulo 2.

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Subo la última caja con mís cosas a la camioneta de mi hermano, el cuál no tarda en salir con dos cajas más; una sobre la otra, colocándolas en la cajuela.

—Está todo listó—Anuncia cerrando la cajuela a su vez.

Observo por última vez la que ha sido mi casa por 17 años. El sentimiento de nostalgia empieza a recorrer todo mi sistema. Todo ésto parece tán irreal que no puedo ni asimilar el hecho de que ya no veré a mís padres ni a la pequeña de mi hermana.

Nickolas me tomá por los hombros acercándome a él para consolarme.

—Déjalo ya—Susurra en un abrazo—Es hora de irnos chapulín—Sonrío al escuchar que ha vuelto ha llamarme por mí apodo, después de tantos años. Al parecer era muy inquieta de pequeña y me la pasaba dando saltos por todo lugar.

—De acuerdo—Susurro entrando en la camioneta justo en el lugar del copiloto.

Nickolas también entra y conduce hasta nuestra nueva casa, la cual mi hermano ha comprado con dinero de la empresa que era de mi padre, que por cierto; ahora es de nosotros.

No sé que será de ambos ahora que nuestros padres ya no están, ni tampoco mi hermana menor. Se me forma un horrible nudo en la garganta al pensar en ella. Era tán pequeña, solo tenía 5 años, le faltaba mucho por vivir, tantas cosas que hacer pero, se ha ido y ya no volverá, ya no me volverá ha molestar. Ya no entrará en mi habitación ha maquillarse como payaso con mís pinturas. Ya no la veré picando desenfrenadamente su nariz y mostrando a todos lo que saca de está, como si fuese un tesoro que estuvo buscando por tanto tiempo.

—No me gusta verte llorar—Dice Nickolas. Limpio mís mejillas que se han mojado con mis lágrimas silenciosas—Yo sé qué nada va a estar bién como todos dicen, pero sólo nos queda seguir adelante con o sin nuestros padres, ¿de acuerdo Kendall?—Y tiene razón, aunque me cueste trabajo, lo tengo que intentar.

—De acuerdo, Nick—Respondo en un hilo de voz.

Sin mencionar nada más; Nickolas continúa conduciendo por un rato más, hasta que detiene la camioneta frente a una casa de tamaño normal, muy bonita y de color beige. La casa está situada en una de las localidades más prestigiadas de New Jersey, no muy lejos de la empresa de mi padre y a unos cuantos kilómetros de nuestra antigua casa.

—Llegamos—Anuncia para después salír de la camioneta y abrir la cajuela.

Nickolas és mi hermano mayor y ahora es él único que tengo. Estoy segura qué a sus 22 años; todavía necesita que alguién le dé un jalón de orejas de vez en cuándo, no és que sea un mal chico, pero si es muy terco; como yo.

Normalmente las relaciones de hermanos tienen demasiada violencia, pero solemos decir que así és como nos demostramos amor. La verdad és que sí miden de ése modo el amor que tenemos mi hermano y yo, diría que és un cero definitivamente, porque aunque parezca mentira, nunca tuvimos una relación de hermanos con violencia, al contrario; solíamos ser cómplices en nuestras travesuras, me demostraba su amor con abrazos, besos, cosquillas y sin lugar a dudas; con celos.

De sus celos nadie se salva, ni siquiera mí hermana menor se salvó de ellos, con tan solo 5 años de edad tuvo que sufrir la ira celosa de Nickolas Hoult, no me molesta que sea celoso lo que me molesta és que sea grosero con cada chico qué se acerca, así sea para pedir la hora.

Salgo de la camioneta observando cada detalle de la zona; es muy tranquilo, ni siquiera se ve un alma rondando por la acera, pero entre menos molestias, mejor.

Ayudo a Nickolas que lleva una montaña de cajas en ambos brazos, tomo las llaves de la casa abriéndola para dar paso a todas nuestras cosas.

Mientras empacaba mís cosas de la otra casa encontré objetos que había dado por pérdidos hace años, como calcetines sin par, mis diminutos pendientes que mágicamente se perdían o juguetes de mi infancia, que después de encontrarlos recordaba que yo misma los había dejado en dicho lugar.

Kendall Hoult y su memoria de teflón.

Término de meter las últimas tres cajas en el interior de la casa, colocandolas en el primer salón.

Nickolas cierra la camioneta con sus llaves y entra en la casa cerrando la puerta detrás de él, está exhausto al igual que yo pero aún falta desempacar todo.

Odio las mudanzas.

Mi hermano tuvo la brillante idea de mudarnos para dejar descansar el recuerdo de mí família pero fué la peor idea que alguién pudo haber tenido, puesto que me encuentro a principios de vacaciones de verano y eso dá mucho tiempo a torturarme con su recuerdo y extrañando día y noche mí antigua casa, pero el día qué lo decidió yo no me encontraba en condiciones de discutir algo que se que terminaría perdiendo.

La casa tiene algunos muebles, como una sala con tres sillones frente a una chimenea, una estufa con alacena incluída, un comedor para 6 personas y tres camas.

Al entrar en la casa lo primero que sé encuentra es la sala con piso de madera, después se encuentra un pasillo corto de unos 4 metros, que al final se divide en dos, una parte da a la cocina que es muy grande y tiene una puerta corrediza que da a un patio con un césped de color verde oscuro, en este hay una mesa de desayuno con tres sillas y una sombrilla sobre ésta y el otro lado del pasillo te dirige a unas escaleras gigantes con azulejo color blanco y beige, el barandal de ésta es de una madera muy clara y suave, en la parte alta hay tres habitaciones; cada una con baño y un hermoso balcón que da vista a diferentes partes de la casa.

—Lamento informarte que tendremos que desempacar todo—Nickolas entra en la habitación dónde estoy—Así que, andando—Quita su camisa dejando a la vista algunos de sus tatuajes. Suspiro de frustración al pensar en desempacar y lo sigo escaleras abajo.

Nickolas Hoult en multimedia.

Apariencia || Sin editarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora