Capítulo XVI: Melodía que Suena a un Nuevo Amor

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Estos días han sido de emociones confusas. Felipe y yo actuamos como si fuéramos algo más que dos adultos teniendo una aventura libre, sin ataduras y meramente sexual. En esta última parte, lo hacemos bien, pues sí es un requisito de las relaciones abiertas que cumplimos a la perfección. Por lo demás, les puedo jurar que he tenido más intimidad y atenciones con Felipe que con mi ex. Y eso deja mucho que decir.

Felipe es alguien divertido, atento, cariñoso, tierno... Es... Es... Demasiado bueno para ser real. Sé que si seguimos este ritmo, uno de los dos se va a enamorar, y me temo que esa seré yo. Lo sé porque él ha mencionado en varias ocasiones, explicita e implícita, directa e indirectamente, que no desea ninguna relación seria y que es alguien que no es capaz de enamorarse. Cuando dice cosas como esas, mi corazón se comprime un tanto... No es por el hecho de que él no sea capaz de enamorarse, sino porque yo soy incapaz de enamorar a alguien... Él me dice que no busca nada sentimental, y duele que a pesar de yo ser con él lo que nunca fui con nadie más, me diga esas cosas. Es como si dijera: "puede que seas linda, que pasemos momentos increíbles y que me muestres lo valiosa que eres, pero jamás me enamoraría de ti..." ¿Entienden? No soy capaz de enamorar a alguien por lo que soy y eso me deprime un poco. Estoy empezando a creer en eso de que a los hombres les gustan "malas malvadas".

Nunca alguien ha hecho cosas románticas por mí... Nadie nunca me ha visto como algo más que un objeto sexual... Nadie me ha escrito una carta de amor... Nadie se ha tomado la tarea de enamorarme con detalles. En parte es mi culpa, pero aún así no deja se doler.

Estos días han sido muy activos, sexualmente hablando, y también divertidos. La presencia de Felipe en mi rutina es algo sumamente agradable... Se queda a dormir en las noches luego de hacerlo como dementes... Jugamos juegos de mesa, vemos películas... También le enseño a cocinar platos que son desconocidos para él...

Definitivamente han sido días agradables dentro de la burbuja que hemos creado alrededor de nuestro mundo.

Ayer me dijo que me tenía una sorpresa y no puedo negar que estoy emocionada como una nena chiquita. ¡No puedo esperar!

Miro el reloj y son las cuatro de la tarde. Felipe me dijo que más o menos a esta hora pasará para decirme qué es lo que me tiene.

Escucho el sonido de la puerta y voy corriendo; debe ser Felipe.

Mi sonrisa se esfuma cuando en vez de unos ojos marrones cautivadores y tiernos, me saludan unos verdes brujos e intimidadores. Su figura siempre es una que impone y que irradia peligro y adrenalina. Luis es un hombre lindo, pero no es su belleza la que hipnotiza, sino su apariencia masculina, peligrosa y rebelde. Sus tatuajes influyen mucho en eso. Eso fue lo que más me encantó de él cuando lo conocí; todo él es un lienzo y una obra de arte. Es ahí donde radica su sensualidad.

Mis sentidos de alerta se despiertan cuando lo veo inspeccionar mi cuerpo con la mirada mientras se relame los labios.

—¿Qué haces aquí?— Pregunto disimulando el pánico que me produce su presencia.

—¿No habíamos quedado en que visitaría a Dalton de vez en cuando?— Responde divertido.

Me enoja que utilice a mi bebé para acercarse a mí. No soy estúpida, él no es capaz de amar a alguien... Al menos no de una manera sana. Su definición de amor es posesión, sumisión y obsesión. Así fue  como me amó...

A pesar de saber ese hecho, no quiero llevarle la contraria. Sé que es capaz de hacerle daño al perrito con tal de hacerme sufrir. Él es así; si no consigue algo, se molesta y pierde la cabeza. Solo piensa en cómo hará sufrir a quién no sea capaz de sucumbir a sus demandas.

—Ah... Sí. Traigo a Dalton ahora.

—¿No me dejarás pasar?

—Preferiría que esperaras aquí...

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