Capítulo XI: Viaje a la Luna

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Un puño, dos, tres... Derechazo, golpe bajo, arriba, abajo... Golpeo el saco una y otra vez sin parar, sin darle tregua al dolor en los nudillos. Tengo puesto los vendajes, pero aún así estos escuecen y los siento casi rajarse.

Yo no puedo sentir celos por una mujer a la que conocí apenas hace unas semanas... Yo no puedo tener ganas de ir y romperle la cara a ese cabrón por haber besado a mi Luna... ¡Que no es tuya, joder! ¡Gracias por recordármelo, adorada conciencia!

¡Maldita sea! No debo sentirme así, pero no puedo engañarme a mí mismo; me reviento por dentro... Tengo que alejarme de este sentimiento. No me interesa si fue él quien la besó, o si fue ella o si se besaron mutuamente... Lo que me interesa es alejar esto que invade mi pecho. Sé por donde va la cosa... ¡Y no me da la gana de sentir algo por esa mujer! Por esa hermosa, caliente, sensual y gran mujer. Gracias Conciencia, por recordarme porqué es que me tiene mal la condená' gordita.

Sigo golpeando el saco una y otra vez hasta que escucho el ruido de unos fuertes golpes en la puerta. Detengo mi terapia, y me dirijo hacia la sala para abrirla.

Sinceramente no me esperaba encontrarme con la Luna, pero es ella... Y está parada frente a mí, sonrojada y nerviosa. Trato de actuar normal y fingir que tenerla de frente no me afecta. Creo que lo hago bien.

Ella va a decir algo, cuando de repente escucho el ladrido de un jodido perro. ¡No puede ser! ¡No me gustan los animales! Mucho menos los perros.

Le pido que se marche con todo y animal, pero ella insiste en explicar lo que pasó en el supermercado. Finjo desinterés, pero en realidad muero por esa explicación. Le doy dos minutos para que desembuche y ella se lo toma a pecho, pues comienza a disparar las oraciones. Sin embargo, logro entenderla, al menos las cosas más importantes y relevantes de su relato.

Bien, ahora sé que aquél tipo con cara de malote, playboy y bad boy es su ex. Este le había robado el beso.

Presto atención en la parte del porqué él es su ex y ya no su novio.

En resumidas cuentas, el tipo es una bazofia, una escoria humana que no supo valorarla, que la humilló; un resentido, machista y egoísta que no supo entenderla, ni comprender que ella no estaba lista para el matrimonio.

Me cuenta que la amenazó con ventilar el video íntimo que filmaron cuando eran parejas. ¡Pero qué imbécil ese tipo!

Por escorias como él es que las mujeres se limitan y temen a la hora de expresar su sexualidad y darle chispa a cualquier relación consentida que tengan. ¡Con lo que me encanta grabarme de vez en cuando! Claro, yo jamás amenazaría a una mujer de esa forma. Y más cuando confió en mí, y ambos lo quisimos.

A la verdad es que hay hombres que no valen nada.

Luego de aclarar las cosas, ella se dispone a ir a cocinar dejándome con su perro Dalton. Miro al animal con horror y le digo a Luna que me incomodan los perros. Es que no tengo muy gratos recuerdos con estas mascotas. Tengo una gran cicatriz en el pie izquierdo por cuenta de un Pastor Alemán que me atacó.

Bueno, pero este es pequeño y juguetón... Aún así, me da un poco de quisquilla tenerlo cerca.

Luna vira los ojos.

—Pero si Dalton es un amor... Ven, acarícialo, ya verás que te enamorarás de él...— Me dice acercándose. 

—¡No!— Le digo alargando la o.

—No seas cobarde— me dice tomando mi mano y posándola en el lomo del animal que parece un hotdog.

El perrito se pone en estado de sumisión y quiere que le sobe la panza. ¡Ay Dios, si este perro es manso! No creo que me vaya a morder.

Luna  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora