Capítulo VII: Inseguridades & Complejos

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Luna me mira coqueta y lasciva. No puedo evitar empalmarme de solo verla. Y más cuando está en la cama invitándome a hundirme en ella. Paso mi lengua por mis labios y me acerco dispuesto a llevarla a la gloria. Ella comienza a reírse divertida y justo cuando pretendo llevar mis labios a su boca— muero por probarlos—, ella me vira la cara y comienza a besar otros labios... Los labios de una mujer. Me cabreo instantáneamente, y a ella no parece importarle.

—Idiota, disfruta de la vista... Esta es la fantasía de todo hombre... Mira cómo nos complacemos y nos llenamos de placer. ¿Te gusta? ¿Te excita?

—Tu placer me pertenece... Ella no te hará sentir lo que yo— respondo desesperado.

—Estás equivocado, ella me hará mejores cosas que tú... Siéntate y aprende a cómo complacer a una mujer. Mira cómo se hace...

—¡NO!— Grito colérico.

Comienzo a alejarme de la cama negando con mi cabeza. De momento, en la habitación se escucha otra risa que conozco perfectamente bien. Ella, es ella que ha vuelto a burlarse de mí.

—Siempre te van a dejar porque no sabes lo que es enamorar a una mujer... Eres terrible en la cama, por eso ella prefiere incluir en la cama a una mujer. ¿Ves? No sirves.

Su risa burlona taladra mi cabeza con fuerza. Luna también comienza a reírse mientras la otra mujer la toca descaradamente.

—Míralas, Felipe, míralas cómo disfrutan sin ti... Eres poca cosa para ella... Serás solo su adorno, pero en realidad amará lo que esa mujer le hace... Eres la pantalla, y detrás está ella ocultando sus sentimientos por otra mujer...

Los gemidos de Luna se hacen más fuertes. Mi corazón late desbocado en mi pecho... No quiero seguir viendo esto...

Me levanto sudado a mitad de noche. Qué maldita pesadilla he tenido.
¿Hasta cuándo Katia seguirá jodiendo mis sueños?

Desde que ella me engañó, no puedo evitar sentir temor e inseguridad. ¿Es posible que me haya jodido tanto?

Me incorporo para dirigirme a la cocina por un vaso de agua. Los recuerdos de la pesadilla siguen en mi mente. ¿Por qué con Luna? Nunca había tenido ese tipo de pesadilla, en el que una mujer con la que he tenido intimidad aparezca. Siempre eran desconocidas.

Sacudo mi cabeza en un intento de alejar la maldita pesadilla. Vuelvo a la cama y esta vez, mis miedos e inseguridades no regresan a mi subconsciencia.

***

No vuelvo a beber, por mi viejo que no lo vuelvo a hacer. Es la una de la tarde de un domingo y yo apenas me estoy levantando. Anoche cogí senda borrachera, solo,  porque el pendejo de Nathan está en su mundo con su novia, y porque tampoco fui capaz de ligar con una mujer de la disco. ¿Qué me pasa? ¿Por qué no me la saco de la mente?

No sé, pero esto no me está gustando. Bueno, sí, pero eso de desear a alguien así, no me agrada. Sería el colmo que yo creara una dependencia sexual con ella.

Me desperezo y voy por unas aspirinas para que combatan el dolor de cabeza. Luego de comer algo, llamo al viejo para saber cómo está y si se ha tomado las pastillas.

Odio los domingos. Es el día más aburrido de la semana, y más cuando no tienes a nadie que te acompañe en las tardes sosas del día de descanso. Cuando era chamaquito* iba cada domingo a misa con mi familia. Eso era una costumbre. Recuerdo que para esa época todo parecía reducirse a una simplicidad perfecta que me hacía feliz.

Luna  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora