Capítulo XIII: La Nota Final

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Me levanto un minuto antes de que suene la alarma. Ya mi cuerpo está programado para despertarse a las seis y media de la mañana.

Me incorporo y me dirijo al baño a hacer mis necesidades biológicas y darme una ducha.

Antes de vestirme, enciendo la cafetera y pongo unas tostadas. En lo que sale el pan de la tostadora, tomo mi celular en mis manos para revisar el sinnúmero de mensajes y notificaciones que no había visto debido a que siempre lo pongo en modo de no molestar antes de irme a acostar.

No hay nada interesante... Se me pasa por la cabeza enviarle un mensaje de buenos días a Luna, pero desisto. Eso es demasiado cursi... Y además no quiero seguir confundiendo las cosas entre los dos.

He decidido poner distancia... Las razones son varias, pero las resumo en que soy un cobarde y un inseguro.

Luego de desayunar, me pongo mi traje de saco gris y me dirijo hacia la compañía en la que realizo mis prácticas.

El día pasó de prisa y sin acontecimientos importantes... Este fue el primer día en el que pude controlar el impulso de salir a buscarla. Extrañamente, por primera vez, me sentí miserable por no buscar a una mujer. Aunque nunca me hacía falta; siempre llegaban a mí.

***

Cinco días... Cinco días sin buscarla, sin hablarle... Sin saber de ella. Es cierto que no la he buscado, pero Luna tampoco ha hecho aguaje de acercarse tampoco. Así que estamos a mano, supongo.

Nathan me aconsejó hace unos días atrás que la buscara, que dejara de ser un cobarde y un idiota... Lo intenté varias veces, pero solo pude pasarme por su perfil de Facebook y admirar sus fotos... Varias veces me dediqué a ver el número de contacto y arrepentirme cuando tomaba valor para marcarlo.

Hoy es viernes y tengo que ir a la universidad a reportar las horas de práctica y tomar el material de la única clase que me falta para tener mi título de arquitectura. Se supone me reporte dos veces a la semana, pero al tener el trabajo a tiempo completo, no puedo. De modo que, el profesor bregó conmigo, y me permite solo tomar el material y luego hacer los exámenes en línea. Dijo algo así como que no necesitaba estar en clase, pues ya todo lo sabía debido a mi experiencia en la arquitectura. Después de todo tuve al mejor profesor: mi propio padre.

Luego de hablar con el profesor y enseñarle los planos y proyectos que he realizado en la empresa, y de recibir halagos y felicitaciones, me topo con varios compañeros de la universidad en el pasillo; esos que fueron mis panas desde primer año. Solo tomamos las clases básicas juntos, pues todos estudiamos carreras distintas; Yashira estudia Contabilidad, Héctor, Pedagogía y Julia, Estudios Iberoamericanos. Bueno, en realidad era primer año para ellos, y el segundo mío, pues yo estudié un tiempo afuera. Aplacé las clases básicas, de modo que cuando me transferí las tomé.

No continué allá porque extrañaba demasiado el calor de la isla y de mis familiares. Fue en ese entonces en el que conocí el infierno disfrazado de paraíso llamado Katia Dillard.

Mis compañeros y yo nos saludamos y nos hacemos un resumen sobre en qué punto están nuestras respectivas carreras.

Yashira, como siempre, no pierde oportunidad en lanzarme indirectas todo el tiempo. Esta mujer siempre me ha tenido ganas, pero por alguna razón nunca me ha llamado la atención. Y no es porque sea fea, sino porque su forma de ser no va conmigo. Ni siquiera para echar un polvo.

—Vamos a comer juntos— sugiere Héctor.

—Vamos— dijimos  todos al unísono.

—Dale, después que salgamos de clase— dice Julia.

Luna  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora