Capítulo 4

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Los días habían ido avanzando con una terrible prisa y antes de darse cuenta una semana había pasado desde que viera por última vez a sus nuevos amigos... y a Gerard. No se había atrevido a salir de casa por temor a toparse con ellos, aunque tampoco había dicho nada a nadie. Era poco lo que conversaba con su madre debido a los largos turnos de trabajo de ella, y fuera de Bob no tenía nadie más con quién hablar. No era como que decirle a Bob fuese una buena idea tampoco, así que había decidido guardarse el secreto. Y con ello el terrible pesar que eso traía. Cada noche había soñado con Gerard. Con su mirada que decía tantas cosas sin palabras... una noche incluso se había visto a sí mismo pasando por lo que Gerard tenía que soportar y el dolor había sido tan vívido que al despertar lloró por primera vez en años.

Su empatía lo estaba matando, pero sabía que no podía hacer nada por él.

Fue sino el octavo día después de conocer a Gerard que decidió volver a salir de casa. Traía puesta un viejo cardigan y sus típicos jeans. Eran cerca de las nueve de la noche y su madre todavía no llegaba del trabajo, así que tenía tiempo suficiente para tomar algo de dinero desde el lugar secreto de su madre e ir a comprar una docena de cervezas antes de aparecer en el parque. Supo que los chicos lo estaban mirando con mala cara, pero en cuanto vieron las cervezas eso cambió y le regalaron las típicas sonrisas que había visto antes. Parecían sólo tipos súper rudos pero con buen corazón, así como los que esperaba conocer en el futuro. Pero era obvio que ellos no eran como lo que su imaginación había pintado. Había conocido el lado más oscuro de cada uno de ellos al verlos aprovecharse de Gerard. Y eso difícilmente iba a poder quitárselo de la cabeza.

— Creímos que nunca más íbamos a verte —dijo Ethan, abriendo la primera cerveza— ¿Qué te pasó?

— Me... me impactó un poco —respondió, no valía la pena mentir. Nunca había sido un buen mentiroso—. Pero ya me siento mejor con respecto a eso. Era mi primera vez viendo algo así.

— Supongo que sigue siendo un secreto, ¿No? —Craig posó sus oscuros ojos en el rostro de Frank y supo que, si intentaba mentir, él iba a saberlo.

Y asintió.

— No le dije a nadie —suspiró—. Y estoy... estoy listo.

Realmente no supo por qué lo dijo, pero ellos entendieron de inmediato a qué se refería y Craig le dio unas palmaditas en la espalda, como un padre felicitando a su hijo por convertirse en un hombre. Frank dejó ir un suspiro y bebió otro sorbo. No estaba listo en lo absoluto. No planeaba hacerlo en lo absoluto. Pero Dios sabía cuántas ganas tenía de volver a ver a Gerard.

— ¿Nos vamos ya? —Ethan miró a Peter, y éste luego de estudiar a Frank asintió. Bebiendo las cervezas que traían trazaron el camino de regreso a la sucia cabaña. Ethan llevaba en sus manos el pack con el resto de las cervezas, y parecía estar del mejor humor existente.

— Day nos contó lo que pasó —dijo Peter—. Estuvo bien. Quién sabe con cuantos se ha acostado esa puta por un poco de dinero.

— Eso igual me impactó un poco —dijo Frank, y Craig rió.

— A Ethan le gusta follársela —dijo Craig—. Ella le deja follársela por el culo. Algo que a ninguna otra mujer le agrada, ¿cierto Ethan?

— Si mi novia me dejara follármela así no necesitaría a Day o a Gerard —respondió él.

Y Frank sintió como la sangre se agolpaba en su cabeza. Eran unos celos increíbles mezclados con una necesidad de proteger a Gerard que no lograba comprender. Posiblemente había sido víctima de un enamoramiento a primera vista, pero él mismo sabía que había escogido terriblemente al recipiente de su amor. Gerard estaba tan prohibido como su propia madre y lo sabía. No podía enamorarse de él... eso sería la perdición.

Pero en cuanto llegaron a la cabaña y bajaron al sótano supo que no le importaba lo que sucediera luego. Gerard estaba ahí mismo, igual de desnudo que antes, igual de magullado que antes, y en cuanto escuchó a los visitantes se hizo un ovillo y comenzó a temblar intensamente. Los chicos fueron a tomar asiento en el sofá y Craig le hizo un gesto con la barbilla para que procediera.

Frank miró a las escaleras y se preparó para salir corriendo, pero sabía que de hacerlo no iba a poder volver a visitar a Gerard. Convirtió sus manos en puños y luego de suspirar pesadamente bajó de rodillas al colchón. Nunca había hecho algo así antes y pensar en perder su virginidad de esa forma le hacía pensar bien en qué demonios estaba metido, pero ya estaba ahí y no podía echarse atrás. Usó una de sus manos para girar a Gerard y por largos segundos sus miradas se conectaron.

"Lo lamento" susurró, y vio el terror en los ojos del pobre chico.

Con una mano bajó sus pantalones para dejar libre su hombría y por el rabillo del ojo pudo ver a los chicos mirando cada uno de sus movimientos. Con movimientos torpes comenzó a masturbarse, mirando con ayuda de la lejana lámpara los detalles en el cuerpo de Gerard. Los huesos de sus caderas eran visibles así como parte de sus costillas y las clavículas. Había tantos hematomas que era difícil ver cuáles eran nuevos y cuales viejos. Y las heridas le hacían saber que el terrible olor venía de la infección de las mismas. De Gerard temblaba de pies a cabeza bajo sus brazos y ni siquiera cuando separó sus piernas lo vio oponer resistencia. No sabía que había que brindarle preparación previa y si lo sabía lo olvidó en aquél momento, porque en cuanto se sintió listo invadió el interior del chico bajo su cuerpo, y lo sintió temblar de forma más intensa todavía. Frank se apegó a él y apoyó la frente en el hombro ajeno. Si pasaba por alto todos los detalles en torno a ellos podía imaginárselo en su propia cama, haciendo el amor.

Pero la realidad era muy diferente.

En cuanto alzó la cabeza para comenzar a moverse vio lágrimas deslizándose hacia su cabello, y su mirada tenía tanto miedo y tanto odio que sintió asco de sí mismo. ¿Por qué mierda estaba haciéndole eso? No era mucho mejor que Ethan, Peter y Craig. Era incluso peor, porque él no aceptaba el daño que estaba haciéndole al pobre chico.

— Voy a ayudarte... —susurró contra uno de sus oídos— Lo juro.

Volvió a apartar su rostro para mirarle a la cara y vio sus ojos mirándole de otra forma ahora. Dio un leve asentimiento para darle respaldo a sus palabras y luego siguió violándolo. Poco después acabó en su interior, y jadeante se apartó de él. Sus manos temblaban cuando volvió a poner sus ropas en su lugar y le dedicó un último vistazo al chico que de forma tan precaria intentaba cubrir su cuerpo. Él no había experimentado una erección ni una sola vez durante el acto, ¿y cómo hacerlo si, a pesar de sus intenciones el acto había sido repulsivo?

— Felicitaciones, pequeño Frankie —dijo Craig, dándole una cerveza. Frank la recibió y se la bebió casi por completo para quitarse el mal gusto. Pero no se iba. Tomó asiento en el suelo frente al sofá para darle la espalda a Gerard, y aunque intentó sumarse a la conversación de los chicos los tenues sollozos de Gerard eran lo único en sus oídos. Y no podía dejar de ver esos ojos verdes cuando parpadeaba. 

poetic tragedy ・ frerardWhere stories live. Discover now