26: Deja que te explique.

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Taylor.

Me recordé a mí misma respirar, pero poco me sirvió. Mi cabeza nadaba con este descubrimiento. ¿Era ella la razón por la que eligió su trabajo sobre mí? ¿Cuánto tiempo habían estado viéndose fuera del trabajo? Justin volvió a mirar a la mujer y espetó una disculpa cortada. 

—Lo siento. Déjame presentarte a Sara. —Le hizo señas otra vez. ¿Sara? Supuse que Desiree era su nombre artístico. Cuando se levantó de la mesa, su mano se movió para acunar su hinchado vientre redondo y la comprensión golpeó. Estaba embarazada de varios meses. 

Mis piernas se salieron de debajo de mí. Cuando reaccioné, estaba tendida en el piso, Justin sostenía mi cabeza en su regazo acariciándome con los dedos la frente, mis ojos nebulosos se enfocaron en sus consternados ojos. 

—¿Pastelito? —preguntó. Me moví para sentarme pero sus grandes manos me mantuvieron firme donde estaba. —No te muevas, tuviste una fuerte caída y te golpeaste en la cabeza antes de que pudiera agarrarte. —Me masajeó la parte trasera de mi cuello donde tenía una parte hinchada. 

—Ouch. —Me estremecí por el contacto. 

—Eso es lo que pensé.— Cuando recordé que era lo que me había enviado a estrellarme en el piso en primer lugar —ver el vientre embrazado de Sara— un sollozo se escapó de mi garganta y me esforcé por liberarme del agarre de Justin. 

No quería que me sostuviera, tratando de consolarme en estos momentos. Por no hablar que causaba bastante revuelo en la cafetería por la forma que estaba en el suelo. Justin le hizo un gesto a una mesera que se acercaba a nosotros para que se fuera, su cara era de preocupación. 

—Yo la tengo. 

—Justin, déjame levantarme.— Abrió la boca para discutir, pero la determinación en mis ojos debió convencerlo. Me ayudó a levantarme del suelo y me sentó en un sillón de piel frente a la chimenea, limpié las lágrimas de mis mejillas pero el esfuerzo era inútil, las lágrimas se negaban a detenerse. Sara se movía inquieta a mi lado y escuché a Justin preguntarle si podía ir por unos pañuelos desechables para mí. Peter entró caminando a través de la cafetería. 

—Vamos, Taylor, vamos a ser... —Se detuvo frente a mí, mirando las lágrimas en mi cara—. ¿Taylor?

 Mierda, me olvidé completamente de Peter, tomé los pañuelos que Sara me ofreció y los presioné en mis mejillas. Justin se arrodilló al lado del sillón donde estaba, tomando un pañuelo para ayudarme a limpiar las lágrimas. 

—¿Taylor qué pasó y quién es este chico? —preguntó Peter. 

—Lo siento Peter —contesté—, él es Justin.— Los ojos de Peter se dirigieron a él, observando cómo estaba arrodillado a mi lado. —¿Este chico?— Peter no sabía mucho acerca de Justin, sólo que era el hombre con el que salía antes de él y que esa era la razón por la que no quería saber nada de alguna relación ahora y debido a la forma en que habían terminado las cosas entre nosotros. 

Pude ver la sorpresa de Peter de que había salido con un chico como Justin. Desaliñado, jeans desgastados, botas de trabajo y un suéter ajustado de manga larga que hacían sobresalir sus bien marcados músculos, y Peter era el polo opuesto con el cabello con gel, con saco y mocasines italianos, sentí como si hubiera sido golpeada por un tren. Justin miró entre Peter y yo. 

—Voy a llevarla a casa —nos informó a los dos. Chillé una protesta y Peter dio un paso más cerca pero Justin se puso de pie imponente, se volteó hacia Sara poniendo una mano sobre su vientre y se inclinó para susurrarle algo al oído. Un dolor apuñaló mi pecho. Peter puso una mano en mi hombro pero se volvió para dirigirse a Justin. 

—No la vas a llevar a ninguna parte, primero que nada, nosotros estamos en una cita. Segundo estoy seguro que eres la razón por la que está llorando justo ahora.— Sara besó la mejilla de Justin y se dirigió a la puerta. No la culpo por desaparecer, eso sonaba muy atractivo justo ahora. 

—No tenemos que ir, Peter. —Lo último que quería en este momento era ir al ballet que incluía una historia dulce de amor. 

—Yo... ah... no te lo dije antes, Taylor, pero tengo estos boletos de mi tío, nos uniremos a él y su esposa allá. Me había engañado para llevarme a una extraña salida, ¿en familia?— No había forma de que conociera a su tía y tío ahora o nunca. 

—Sólo quiero ir a casa —murmuré. Los dos me miraron. 

—La llevaré a casa —repitió Justin. Peter suspiró. 

—De acuerdo, me tengo que ir o llegaré tarde ¿Segura que estás bien con que él te lleve a tu casa?— No era como si tuviera muchas opciones, Peter prácticamente me dejó varada a kilómetros de casa. 

—Está bien, sólo vete, Peter.— Se agachó y me besó en la cabeza. 

—Te llamaré después. —No te molestes, dije para mí. 

Nunca había estado en el interior de la camioneta de Justin antes, la cabina necesitaba una buena limpieza, había botellas de agua que cubrían el suelo y un libro para colorear de Cenicienta en el asiento entre nosotros, olía como una mezcla de sutil de su perfume y la esencia de un olor picante de hombre después de un día duro de trabajo. No dijo nada mientras manejada, sólo miraba fijamente hacia enfrente descansando una mano en la parte superior del volante.

Cuando se detuvo en mi complejo de apartamentos, me di cuenta que no le había dado mi dirección y no me la había preguntado. Se estacionó junto mi coche y apagó el motor. Nos sentamos en silencio por un momento, afortunadamente mis sollozos se habían calmado y ahora eran pequeños hipos. 

—Gracias por traerme a casa. —Empujé la puerta de la camioneta y bajé con cuidado dándome cuenta que el piso estaba más lejos de lo que había pensado. Me dio la mano deteniéndome. 

—Espera, deja que te explique. —No sé qué se apoderó de mí, quizá el cierre que deseaba o mi curiosidad morbosa acerca de su novia embarazada, pero asentí. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura preparándome para la explicación. —Aquí no, invítame a entrar, Tay. — Asentí y lo guié adentro, aventé mi bolsa y llaves en la mesa que está en la entrada y fui hacia el sillón, sin saber cuánto tiempo más podrían aguantarme mis piernas temblorosas, me senté y de inmediato me hice un ovillo en el sillón, esperaba a Justin estuviera justo detrás de mí pero extrañamente lo escuché hurgando en la cocina. 

Levanté la cabeza y lo vi caminar hacia mí con un vaso con jugo de naranja, una caja de pañuelos desechables y un frasco de pastillas para mitigar el dolor. Me tendió el vaso mientras abría el frasco de pastillas, una vez que me las tomé se sentó a mi lado, lo que tenía que decirme debía ser peor de lo que imaginé ya que estaba siendo muy amable conmigo, tal vez Sara estaba embarazada de gemelos, o estaban comprometidos. 

Maldición ¿Por qué no presté atención a su mano izquierda? No es que importará, me recordé. Tomé una respiración profunda. 

—Entonces... ¿cuándo tiene fecha? —Su rostro se retorció con confusión 

—¿Quién? ¿Sara? —Obviamente, asentí. 

—¡Ah! Creo que a finales de abril. 

—Bueno, siento la reacción que tuve... sólo que me tomó por sorpresa — Me disculpe por mi ataque de ansiedad en público pero dibujé la línea de ofrecer mis felicitaciones o abrir una botella de champán. Justin estudió mis facciones cansadas y se pasó una mano por detrás del cuello. 

—Demonios, pastelito, el bebé no es mío.  

***

xikis, no quedan muchos capítulos para que se acabe, so, disfruten mientras puedan </3.

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