O9: ¿Está Justin?

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En los próximos días no pude sacar a Justin de mi cabeza, no importa lo mucho que lo intentara. No ayudó que hubiera visitado el sitio web de pornografía después de encontrar que tenía vídeos publicados. 

Lo había visto muchas veces, estudiando el movimiento de sus manos explorando el cuerpo de la chica, y el movimiento de sus caderas empujando dentro de ella, y las expresiones de placer en sus rasgos cincelados. Cada vez me sentía tan sucia que después tenía que fregarme en la ducha para poner un poco de alivio en mi necesidad sexual, al tiempo que me prometía que no lo iba a ver de nuevo. 

Recordar su naturaleza amable con su hermana me hizo sentir aún peor sobre usarlo para mi placer visual. Sin embargo, todavía no podía mantener mi promesa de no ver el vídeo. Se estaba convirtiendo en una rutina nocturna, y había comenzado a atormentar mis sueños. Él todavía tenía sólo un video, y lo había visto tantas veces que me lo aprendí de memoria. Después de darme cuenta de lo silencioso que era Justin, lo miraba sin sonido, no quería arruinarlo escuchando los molestos gritos de la chica. 

En los días que siguieron, mis pensamientos iban a su dulce hermanita y en la determinación feroz en él que ardía en sus ojos. Me rompió el corazón al darme cuenta que no podían pagar la terapia física, y sin darme cuenta me encontraba visitando el área de terapia física para preguntar unas cosas del terapeuta. 

 Resultó que la gravedad del problema de Jazzy podría variar de leve, y no requerir de mucho cuidado, a grave, que requería terapia física permanente para ayudar con la flexibilidad y el malestar. No sabía lo que su hermana padecía, pero tenía una idea bastante buena de que era un poco grave, ya que no podía caminar sin ayuda. Había visto como el terapeuta trabajó con otro niño en una de esas pelotas de ejercicio gigantes y una idea se plantó firmemente en mi mente. 

—¿Estás loca? —MacKenzie empujó el tercer vaso de papel café de las máquinas expendedoras de noche hacia mí. Era la forma en que nos manteníamos despiertas y alerta en el turno de media noche. Acepté el vaso y vertí una buena dosis de azúcar, sabiendo que lo necesitaba para hacer el brebaje bebible. 

—Eso lo dice la mujer que pensaba que dormir con él era una buena idea. Eso habría sido una locura. Sólo estoy hablando de ir a verlo. No puedo dejar de pensar en esa niña, Kenz. Y acerca de cómo tal vez yo pueda ayudar. — Ella negó con la cabeza. 

—¿Es esto cómo cuándo ibas a darle alimento a las personas sin hogar debajo del puente y casi conseguiste que te secuestren, o cuando trabajaste como voluntaria en el refugio de animales y casi fuiste devorada por ese pitbull? 

—No —me quejé—. Esto no es nada de eso. Sólo quiero pasar por ahí, tenerlos checados, quiero decir, a ella, y ver cómo puedo ayudar, dijo que no podía permitirse la terapia física, Kenz. Ella se merece algo mejor. 

—Noticia de última hora, no eres una físico-terapeuta. Eres una estudiante de enfermería, Taylor.— Probé un sorbo de café, necesitando obtener cafeína en mi sistema antes de que mi receso de diez minutos terminara. Demonios, seguía caliente. 

—Lo suficientemente cerca. Lo tengo que hacer. Es decir, si él acepta la ayuda. 

—¿Y esto no tiene nada que ver con ver a Justin otra vez? —Arqueó una ceja hacia mí con recelo. Me concentré en mi café, poniéndole otra cucharada de azúcar sólo por si acaso. —¿Por qué toda esta basura acerca de dormir con él? Estaba bromeando, cariño. Eres dulce y hermosa. Te mereces a un jodido príncipe azul. No un animal que vende su cuerpo por dinero. 

—¿Príncipe azul? —pregunté, levantando la vista de mi café. 

—Príncipe azul—Confirmó ella con cara seria. Me reí de ella.

—Tengo que volver al trabajo. Sólo confía en mí, ¿de acuerdo? —Bebí un trago del caliente café y arrojé el vaso a la basura en mi camino hacia el pasillo. —¡Es tu vagina! —gritó detrás de mí, su voz llenando el pasillo. Me encogí cuando un médico que pasó a mi lado se giró en nuestra dirección al oír la palabra con V.

Tal vez esto era una estúpida idea. Después de dormir hasta tarde, me duché y vestí de manera informal en un par de vaqueros y una camiseta negra sencilla, a continuación, después de hacer una parada en una tienda deportiva, estuve frente a la casa de Justin otra vez. Era la misma hora que la última vez, pensé que estaría aquí para bajar a su hermana del autobús de nuevo, pero su camioneta no estaba en el camino de entrada. 

 Agarré la pelota de ejercicio y la bomba desde el asiento trasero y me dirigí a la casa. Momentos después, una atractiva chica abrió la puerta. Parecía tener mi edad, tal vez uno o dos años más joven, y era bonita con el pelo largo y rubio que le caía por la espalda y grandes ojos grises. Mi estómago cayó. ¿Era la novia de Justin? 

—¿Te puedo ayudar? Me quedé allí por un segundo, todavía alterada por la apariencia de la chica y cuestionándome su relación con Justin, hasta que me di cuenta de que no había respondido todavía. 

—¿Está Justin?— Ella negó con la cabeza. 

—Está trabajando. ¿Quién eres tú? Me tragué un nudo en la garganta. 

—Soy Taylor, una amiga... de él. Y le traje esto —Le tendí la pelota de ejercicio—, para Jazzy. Soy enfermera. —Casi. ¿Amiga? ¿Enfermera? Caray, las mentiras salían escupidas de mi boca. 

—Oh. Está bien —Abrió más la puerta—. Jazzy estará en casa en unos minutos. Puedes entrar y esperar. Soy Becca, por cierto.— La seguí dentro de la casa, preguntándome qué demonios estaba haciendo y quién diablos era Becca.  

***

Se acerca el salseo, jeje

pornstar ✨ ➳ justin bieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora