14: Dime lo que quieres, Taylor.

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Justin.

Llegué a casa del trabajo minutos antes de las seis. La hermana pequeña de Ian, Sophia, que tenía 19 y estaba tomando clases en la escuela comunitaria cercana, generalmente cuidaba a Jazzy por mí y había estado allí desde las 3 para verla bajarse del autobús.

Entré y encontré a Jazzy comiendo la cena en la mesa, y a Sophia sentada con ella, limándose las uñas.

—¡Justin! —Jazzy dejó caer el tenedor y estuvo en mis brazos en segundos.

—¿Hiciste tus ejercicios? —Le besé la parte superior de la cabeza.

—No aún. Sophia y yo estábamos jugando. —Le fruncí el ceño a Sophia. Ella se encogió de hombros y murmuró una disculpa, levantándose para saludarme con un abrazo.

—Mmm, alguien huele bien. —Enterró la nariz en mi cuello.

—No. Tengo... una cita viniendo para acá. —Luego del trabajo, me había metido en un rápido entrenamiento con Ian y me duché en el gimnasio antes de venir a casa. —¿Tú? ¿Una cita? —Sophia entrecerró los ojos con incredulidad—. Tú no sales. Dios sabe que he intentado que me invites a salir por años.

—Sophia... —Suavemente la alejé de allí por los hombros, añadiendo más distancia entre nosotros—. Sabes que Ian me cortaría las pelotas si te pusiera un dedo encima.—Lo cual era enteramente verdad, pero era más que eso. Sophia se había convertido en una hermosa joven, el problema era que cuando la miraba, aún veía a la larguirucha chica de 10 años cuyas muñecas Barbie regularmente se volvían prisioneras de guerra de Ian y yo.

—Podríamos evitar eso, y lo sabes. Ian no es mi jefe. —Sophia sonrió, bateando sus pestañas, apoyando una mano en mi antebrazo. Oh, definitivamente sabía por seguro que ella estaría más que feliz de cabrearlo.

Ha intentado por meses hacer que la notara, limpiando mi casa en sus pequeños shorts, y ofreciéndose a cuidar de Jazzy por mí en cualquier momento del día o de la noche. Y a pesar de que sabía sus motivos, dejé que lo hiciera. Si eso me hacía un imbécil, entonces que así fuera. No iba a rechazar su ayuda. Ambos sabíamos que la necesitaba, a pesar de que estaba seguro de que ella se aferraba a la esperanza de que yo cambiara de opinión sobre ella. Sobre nosotros.

—Termina la cena, Jazzy. Tengo compañía que vendrá esta noche.

—¿Va a volver Tay? —El rostro de Jazzy estalló en una sonrisa cuando asentí.

—¿Quién es Tay?— ¿Quién era Taylor? Esa era una muy buena pregunta. Una chica fuera de mi liga. Una chica que tenía el rostro de un ángel y el cuerpo para competir con cualquier estrella porno. Alguien dulce con mi hermana y probablemente capaz de destruir mi corazón en el proceso.

—Sólo una amiga —dije. Sophia rodó los ojos.

—Ajá, amiga mi culo —Llevó una mano a su boca—. Quiero decir, mi trasero —Bajó la mirada a Jazzy que ahora estaba riendo—. Limpiaré un poco para ti. Ve a prepararte para tu cita, semental. —Me dio una palmada en el trasero.

—Gracias, Soph—Arrastré los pies al cuarto de lavado, dejando caer mi ropa húmeda de gimnasio en la lavadora. — ¿Recogiste la ropa de tu habitación, Jazmín? —le pregunté desde el pasillo.

Intentaba tanto como podía tratarla como una niña normal. Quería que creciera independiente y auto-suficiente, sin que pensara que era diferente a otros, o incapaz de cuidar de sí misma. Después de todo, llegaría el día que yo no estaría allí para ayudarla. Y eso era algo en lo que ni siquiera quería pensar. La oí corretear a su cuarto y sonreí para mí mismo mientras iniciaba la lavadora.

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