21. El festival

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«¿Estás despierta?»

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«¿Estás despierta?».

Alex refunfuñó. Se había dormido con el traqueteo de la carreta y el calor de Ikei en su espalda. No había sido un sueño apacible. Primero, porque él estaba pegado a ella en ese pequeño espacio. Segundo porque el camino era irregular y los caballos los hacían saltar todo el tiempo.

Pero tampoco quería despertar. Estuvo haciendo guardia con Ikei hasta que amaneció. Se sentía cansada y ya estaba lo suficiente molesta con el sol como para que, encima, Celery le gritara en el oído.

«¿Ya te despertaste?».

Alex no se movió. Continuó tapándose la cara con un brazo. Ikei a su lado tampoco se inmutó por la pregunta de la niña. Seguro también estaba fingiendo estar dormido.

«Anda, ya levántate. Me aburro», insistió su hermana. «O es que no puedes escucharme. Quizás es eso». Se hizo el silencio. Alex exhaló imperceptiblemente. «Quizás esto no funciona». Ikei se removió a su lado; Alex deseó poder callarla, para que él pudiera seguir durmiendo. «Quizás tengo que insistir más. Quizás si grito...»

—¡Ya! —exclamó ella, sentándose de golpe para apartar a la niña, pero cuando miró a su alrededor, se dio cuenta de que Celery no estaba junto a ella. En la parte delantera de la carreta solo estaba Eivor. E Ikei, acostado junto a ella, se despertó, pero por sus gritos.

—¿Qué pasó? —balbuceó.

Alex buscó a Celery. Ella estaba montada en el pony de Anneke y cabalgaba junto a ella, que llevaba el caballo de Ikei.

—Yo... —respondió—. Es solo que...

Los muchachos la miraron extrañados, pero no le dijeron nada al creer que seguro acababa de despertar de una pesadilla. Y ella, un poco avergonzada, se encogió en la carreta y no dijo nada. Mejor dejarles creer eso. Mejor ella misma creer eso. Porque seguramente había estado soñando que Celery le hablaba.

Dirigió su mirada hacia la niña antes de tenderse junto a Ikei otra vez, que se había tapado el rostro con una manta. Se llevó una mano al pecho y observó el cielo despejado. El viento soplaba con menor intensidad y, por suerte, no hacia tanto frío como el día anterior. Quizás, si se relajaba y olvidaba el asunto, podría dormirse otra vez.

«Entonces, ¿sí me escuchas?», dijo Celery de nuevo y la hizo saltar casi un metro. Volvió a sentarse en la carreta, con el corazón en la boca y miró a su hermana, que seguía en el pony, pero la miraba con suspicacia.

«¿Qué carajos...?», pensó.

«Esa es una muy mala palabra. Mi mamá siempre lo dice», le contestó Celery, dentro de su cabeza.

«¿Cómo...?».

«Llevo probando esto desde que te encontré», dijo Celery. «Es la primera vez que me escuchas. ¡Eso quiere decir que tus poderes están mejorando!».

Destinos de Agharta 2, NyxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora