XI

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Luhan sueña que está flotando, como si estuviese suspendido en el aire y flotando en lo alto del cielo. Es una sensación maravillosa, piensa, poder flotar así. No duele y hace que se sienta relajado.

Pero mientras está en lo alto, una leve sensación de preocupación lo invade de pronto. Le preocupa la caída. Le preocupa estrellarse contra el suelo. ¿Dolerá mucho? ¿O perderá el conocimiento antes incluso de sentir dolor?

Luhan abre los ojos entre pestañeos y suspira aliviado cuando ve que está en su habitación. Siente las suaves sábanas bajo su cuerpo y, aunque la sensación de flotar en sueños era maravillosa, descubrir la realidad a veces puede ser incluso mejor.

Algo moviéndose a su lado hace que Luhan se gire y ve una espalda familiar frente a él.

Sehun.


Es la segunda vez que se despierta con él a su lado, y una vez más cree que debe de ser un sueño, porque Sehun nunca se queda a dormir en la habitación que ambos comparten. Quizá no está despierto de verdad. Quizá todavía está flotando. Quizá es un sueño.

Esos son los pensamientos que cruzan la mente de Luhan mientras extiende una mano temblorosa para tocarlo.

Puede ser mío en sueños, ¿no?

Luhan envuelve un brazo alrededor de la diminuta cintura de Sehun y lo abraza. Está caliente, piensa, y sonríe mientras se acerca más a él y apoya la frente contra su espalda. Su piel es suave y huele al jabón que él mismo usa en el baño de ambos.

¿Ha estado viniendo aquí a menudo?

Sehun se gira lentamente y Luhan ve que se queda mirándolo. Todavía le parece un sueño poder verlo tan de cerca, y tan guapo; Luhan no sabe qué decir, ni qué hacer, excepto quedarse inmóvil, contemplándolo, mientras Sehun extiende la mano y le pasa un dedo por la mejilla.

— ¿Cómo te sientes? —Sehun habla en voz baja, pero Luhan puede percibir lo preocupado que está.

Preocupado...

Luhan decide permitirse engañarse a sí mismo y pensar que la preocupación de Sehun es real.

— Mejor que anoche —responde. El dolor de la parte inferior de su cuerpo se ha desvanecido, gracias a Lay, y su dolor de cabeza ha desaparecido. Sigue encontrándose débil, lo nota, pero se siente mucho mejor comparado a como estaba el día anterior.
Sehun cierra los ojos y aspira aire profundamente.

— Anoche... —Luhan lo observa mientras deja salir las palabras. Sehun abre los ojos y él se sorprende al ver su mirada sombría, llena de ira—... cuando te encontré así, con Xiumin junto a ti, tocándote con sus manos...

Luhan acaricia el rostro de Sehun.

— Xiumin no me hizo nada.

— Lo sé —responde—. Pero estuvo a punto.

Luhan no sabe qué pensar. Durante mucho tiempo, Sehun lo ha estado apartando. Él fue quien dijo que no estaban hechos el uno para el otro, que no podían estar juntos.

Pero lo que acaba de decir le hace pensar que lo quiere. Lo que Xiumin le haga no debería importarle si de todos modos él no quiere nada con Luhan; pero aquí está, diciéndole cosas que anhela escuchar, cosas como pedirle que se quede, o enfadándose cuando otro casi lo toca.

— Eres mío —dice en voz baja, a modo de advertencia—. Nadie puede tocarte. No permito que nadie te toque.

Aquí está otra vez. Luhan no entiende nada y aparta la mano de su rostro, sentándose lentamente y tocándose la cabeza.

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