"La primera libertad de los mellizos"

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Capítulo 4:

"La primera libertad de los mellizos."

Tanto Tabatha como Harry, tuvieron que acostumbrarse a la idea de estar solos sin que nadie les marque que hacer. Nunca se habían podido levantar a la hora que querían, ni comer lo que les gustaba. Podían ir donde les apeteciera, siempre y cuando estuvieran en el callejón Diagon

Por las mañanas, Harry, esperaba a su hermana en la puerta de su habitación y juntos desayunaban en el Caldero Chorreante, donde disfrutaban viendo a los demás huéspedes: brujas pequeñas y graciosas que habían llegado del campo para pasar un día de compras; magos de aspecto venerable que discutían sobre el último artículo aparecido en la revista La transformación moderna; brujos de aspecto primitivo; enanitos escandalosos; y, en cierta ocasión, una bruja malvada con un pasamontañas de gruesa lana, que pidió un plato de hígado crudo.

Luego del desayuno, ambos salían al patio del bar donde sacaban sus varitas mágicas y golpeaba el tercer ladrillo de la izquierda por encima del cubo de la basura, y se quedaban esperando hasta que se abría en la pared el arco que daba al callejón Diagon.

Ellos pasaban aquellos largos y soleados días explorando las tiendas y comiendo bajo sombrillas de brillantes colores en las terrazas de los cafés, donde los ocupantes de las otras mesas se enseñaban las compras que habían hecho o discutían sobre el caso de Sirius Black.

Los mellizos ya no tenían que hacer los deberes bajo las mantas y a la luz de una vela; ahora podían sentarse, a plena luz del día, en la terraza de la Heladería Florean Fortescue, y terminar todos los trabajos con la ocasional ayuda del mismo Florean Fortescue, quien, además de saber mucho sobre la quema de brujas en los tiempos medievales, les daba helados gratis, cada media hora.

Un día mientras salían de la heladería, vieron que una gran multitud de magos se arremolinaban frente al gran ventanal de la tienda de Quidditch.

-Acaba de salir... prototipo... - decía un brujo de mandíbula cuadrada a su acompañante.

-Es la escoba más rápida del mundo, ¿a que sí, papá?-gritó un niño más pequeño que ellos, que iba colgado del brazo de su padre.

El propietario de la tienda decía a la gente:

-¡La selección de Irlanda acaba de hacer un pedido de siete de estas maravillas! ¡Es la escoba favorita de los Mundiales!

Al apartar a una bruja de gran tamaño, pudieron leer el letrero que había al lado de la escoba:

SAETA DE FUEGO

Este ultimísimo modelo de escoba de carreras dispone de un palo de fresno ultra fino y aerodinámico, tratado con una cera durísima, y está numerado a mano con su propia matrícula. Cada una de las ramitas de abedul de la cola ha sido especialmente seleccionada y afilada hasta conseguir la perfección aerodinámica. Todo ello otorga a la Saeta de Fuego un equilibrio insuperable y una precisión milimétrica. La Saeta de Fuego tiene una aceleración de 0 a 240 km/hora en diez segundos, e incorpora un sistema indestructible de frenado por encantamiento. Preguntar precio en el interior

Preguntar el precio... no querían ni imaginar cuánto costaría la Saeta de Fuego. Nunca le habían apetecido nada tanto como aquello... Pero nunca habían perdido un partido de Quidditch en sus Nimbus 2.000, ¿y de qué les serviría dejar vacía su cámara de seguridad de Gringotts para comprarse la Saeta de Fuego teniendo ya unas escobas muy buenas? No preguntaron el precio, pero regresaron a la tienda casi todos los días sólo para contemplar la Saeta de Fuego.

Sin embargo, había cosas que ellos tenían que comprar. Fueron a la botica para aprovisionarse de ingredientes para pociones, y como las túnicas del colegio les quedaban ya demasiado cortas tanto por las piernas como por los brazos, visitaron la tienda de Túnicas para Cualquier Ocasión de la señora Malkin y compraron otras nuevas. Y lo más importante de todo: tenían que comprar los libros de texto para sus dos nuevas asignaturas: Cuidado de Criaturas Mágicas y Adivinación.

Los mellizos se sorprendieron al mirar el escaparate de la librería. En lugar de la acostumbrada exhibición de libros de hechizos, repujados en oro y del tamaño de losas de pavimentar había una gran jaula de hierro que contenía cien ejemplares de El monstruoso libro de los monstruos. Por todas partes caían páginas de los ejemplares que se peleaban entre sí, mordiéndose violentamente, enzarzados en furiosos combates de lucha libre.

Harry sacó del bolsillo la lista de libros y la consultó por primera vez. El monstruoso libro de los monstruos aparecía mencionado como uno de los textos programados para la asignatura de Cuidado de Criaturas Mágicas. En ese momento Tabatha comprendió por qué Hagrid le había dicho que les podía serle útil.

Cuando entraron en Flourish y Blotts, el dependiente se acercó a ellos.

-¿Hogwarts?-preguntó de golpe- ¿Vienen por los nuevos libros?-

-Sí.-respondió Harry.-Necesitamos...-

-Quítense del medio.-dijo el dependiente con impaciencia, haciendo a los mellizos a un lado. Se puso un par de guantes muy gruesos, tomó un bastón grande, con nudos, y se dirigió a la jaula de los libros monstruosos.

-¡Espere!-habló la pelirroja con prontitud.-Ese ya lo tenemos.-

-¿Sí?-el rostro del hombre brilló de alivio- ¡Cuánto me alegro! Ya me han mordido cinco veces en lo que va de día. Bueno, ¿en qué puedo servirles?

-Necesitamos dos tomos de Disipar las nieblas del futuro, de Cassandra Vablatsky.-dijo Harry, consultando la lista de libros.

-¡Ah!, van a comenzar Adivinación, ¿verdad?-preguntó el dependiente quitándose los guantes y conduciéndolos a la parte trasera de la tienda, donde había una sección dedicada a la predicción del futuro. Había una pequeña mesa rebosante de volúmenes con títulos como Predecir lo impredecible, Protégete de los fallos y accidentes, Cuando el destino es adverso. -Aquí tienen.-les dijo el hombre, que había subido unos peldaños para bajar un grueso libro de pasta negra.

Mientras el hombre explicaba acerca del libro, Tabatha, se había centrado en unos ejemplares que estaban sobre otra mesa. Augurios de muerte: qué hacer cuando sabes que se acerca lo peor.

-Yo en tu lugar no leería eso.-advirtió suavemente el hombre, al ver lo que la pelirroja estaba mirando.- Comenzarás a ver augurios de muerte por todos lados. Ese libro consigue asustar al lector hasta matarlo de miedo.-

Pero ella siguió examinando la portada del libro. Mostraba un perro negro, grande como un oso, con ojos brillantes. Le resultaba extrañamente familiar...

El dependiente puso en las manos de Harry el ejemplar de Disipar las nieblas del futuro.

-¿Algo más?-preguntó.

-Sí.-dijo Tabatha, algo aturdida, apartando los ojos de los del perro y consultando la lista de libros.-Necesitamos... Transformación, nivel intermedio y Libro reglamentario de hechizos, curso 3º.-

Diez minutos después, salieron de Flourish y Blotts con sus nuevos libros bajo el brazo, y decidieron volver al Caldero Chorreante.

Subieron las escaleras que llevaban a su habitación. Al entrar en ella arrojaron los libros sobre la cama. Alguien la había hecho. Las ventanas estaban abiertas y el sol entraba a raudales. Oían los autobuses que pasaban por la calle muggle que quedaba detrás de él, fuera de la vista; y el alboroto de la multitud invisible, abajo, en el callejón Diagon. Se vio reflejado en el espejo que había en el lavabo.

-No puede haber sido un presagio de muerte.-habló la pelirroja, tumbándose en un sillón.

-Tab, ambos estábamos asustados cuando vimos aquello en la calle Magnolia. Probablemente no fue más que un perro callejero.-repuso Harry alisándose el pelo.

-Es una batalla perdida.- respondió ella.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora