Sus labios. Santo cielo, sus labios eran tan rellenos pero finos al mismo tiempo, y estaban agrietados por el aire frío. Sin embargo, el pensamiento de correr su lengua por toda su piel era suficiente para hacerla apretar sus muslos. Y luego venían sus ojos, los cuales la miraron, vació era lo único que reflejaban sus pupilas verdes. Una mirada fija y fuerte que la hicieron sentir como un animal pequeño e indefenso. Clara no se podía deshacer de la imagen por más que quisiera.

"Clara," Janice la llamó de nuevo al final de su turno. Eran más de las nueve de la noche y el cielo estaba totalmente negro fuera, pocas personas permanecían en la fría noche, incluso había una pequeña capa de nieve empezando a caer, pocos montones pudiéndose ver en las ventanas pequeñas de la cocina.

"¿Sí?" Clara sin poder evitarlo rodó los ojos mientras se quitaba el delantal de su cintura.

Estaba desesperaba por irse a casa, a su cálido apartamento donde podría finalmente acostarse en el sofá y ver Friends mientras tenía a Maggie acostada en su regazo, intentando olvidarse de todos sus problemas. Clara había estado viendo el reloj de la pared durante todo su turno de ocho horas, mirando con angustia cada minuto pasar a un ritmo dolorosamente lento. No es que no le gustaba trabajar, porque en realidad estaba enamorada de la cocina, amaba cocinar, pero el tener que estar cerca de Janice cuando su sangre bombardeaba por las imágenes de él, era demasiado para que Clara lo soportase.

"Quiero hablarte de algo importante," Janice dijo fingiendo una sonrisa que al instante hizo que Clara sintiera nauseas.

"¿Está bien?" Clara no quería pasar un minuto más con el perfume de Janice invadiendo sus sentidos. De mala gana se dio la vuelta hacia su compañera de trabajo y alzó una ceja, expectante, y pisoteaba el suelo con impaciencia mientras mantenía el delantal negro en sus manos.

"Bueno, como ya sabrás, me han ascendido a jefa de cocina." Su sonrisa fingida fue remplazada por una arrogante. Clara apretó sus dientes. No hay necesidad de recordármelo, perra. "Como sea, estaba observando a todos hoy y sentí que—Bueno, lo que estoy tratando de decirte es que pienso que tus habilidades serían puestas en mejor uso si lavaras los platos."

Clara oyó las palabras formadas por los labios de Janice pero no las registró. Su cuerpo parecía incapaz de moverse durante el minuto que estuvo de pie, congelada en su sitio mirando al precioso rostro de, bueno, su nueva jefa. Intentó decir algo en respuesta, pero todo lo que salió de su boca fue un callado "Oh, está bien." Parecía que la sangre en sus venas fue remplazada por hielo porque todo su ser se sentía completamente congelado; Su mente estaba nublada y su piel tenía escalofríos.

"Lavar los platos."

No fue hasta que entró a su auto que empezó a llorar. Las lágrimas fueron retenidas durante toda esa semana por paredes que ella misma construyó, pero ahora, las noticias de Janice fue el golpe final, el muro cayó en pedazos. Las lágrimas salían miserablemente, un horrible sonido escapada de sus labios húmedos. Clara sentía que estaba a largos metros debajo del agua, con la presión recorriendo su cuerpo y rompiendo cada hueso, sus pulmones comprimiéndose hasta que ya no hallaran más oxigeno.

Golpeó su pequeño puño contra el volante, imaginándose que era el deslumbrante rostro de Janice. "¡Jodete con tus asquerosas cejas!" Las lágrimas de Clara estaban calientes contra su piel y sus sollozos parecían hacerse más fuertes dentro del auto.

Mientras comenzaba a manejar, todo a su alrededor estaba un poco nublado. Las luces de la calle reflejaban los edificios y la carretera parecía que no tenía fin, haciéndolo lucir como si nunca tendría fin esa sensación que la invadía mientras manejaba sollozando. Como si nunca llegaría a su cómodo apartamento, como si nunca fuese a ver a Maggie de nuevo, y como si nunca fuese a tener un descanso del infierno en el que vivía.

Till Dawn (HS) ➡️EspañolWhere stories live. Discover now