Parpadeó rápidamente unos segundos cuando se dio cuenta a dónde había llegado. Acomodó bien la gorra azul en su cabeza para pasar desapercibido y se adentró al pequeño museo de los Vengadores; un pequeño lugar homenajeando a los "héroes", creado por fans.

Él aire fresco del lugar golpeó su rostro causando que una rara sensación lo invadiera. Había estado aquí antes, sólo una vez, y fue junto con el resto de los Vengadores; sus amigos. Se adentró más al lugar y comenzó a mirar como las personas, en su mayoría niños o adolescentes, recorrían el lugar asombrados y disfrutando su recorrido.

Caminó por el establecimiento observando imágenes y vídeos que pasaban acerca en ellos, sin embargo no les prestó atención. Con cada paso que daba los recuerdos lo golpeaban.



La música sonaba por los parlantes inundando el lugar. Hoy era el día de otra famosa fiesta de Tony Stark en celebración de la vuelta de Thor quién había estado ausente por unos meses. Persona caminaban alrededor y por la sala principal hablando y bebiendo alcohol.

–Mira quién está allá, sola. –Sam le habló a Steve.

– ¿Quién? –Preguntó, él y Thor miraron atentos al chico.

–La agente Romanoff. –La señaló y volvió su vista a Rogers–. Oh mejor dicho, la novia de Steve. –Bromeó haciendo reír a Thor.

–Eso es bueno. –Comentó el dios.

–Natasha no es mi novia.– Bajó la vista avergonzado sintiéndose nervioso ante sus amigos y sus insinuaciones.

–Aún,– agregó Thor. –Mira Steve, tienes a Romanoff ahí, sola, preparándose una bebida. ¿Por qué no vas y le hablas?– Lo animó golpeándole amistosamente el hombro.

–¿Debería? No lo sé, ella quizás no quiere hablar...– Se rascó la nuca aún más nervioso. Sus manos empezaron a sudar y su estómago daba vueltas. Eso le recordó como era antes de ser el gran Capitán América.

–Deja de esperar y ve por ella. –Ordenó Sam mirándolo serio. – Ve tras tu chica. Porque oí por ahí que al agente Becher le gusta y puede que él... –No pudo terminar de hablar cuando Steve ya se encontraba caminando hacia la pelirroja.

Sam rió observando como su amigo pasaba sus manos por su cabello en signo de nerviosismo.

– ¿Quién es el agente Becher? –Thor preguntó bebiendo su vino.

–No lo sé.

Steve caminó hasta llegar a la barra dónde se encontraba Natasha del otro lado preparando una bebida.

– ¿Qué hizo una mujer tan hermosa como tú para terminar aquí, sola? –Se sentó en un banco quedando justo en frente de ella.

–Fui mala. –Alejó su mirada de su vaso y miró al chico–. Y temo que le moleste a la persona que me gusta, –comentó arrastrando un vaso de coctel hacia él.

–Depende, –sintió la indirecta. –Si no eres una chica mala otra vez...

–Oh, no puedo dejar de serlo. –Se encogió de hombros, y lo miró seductoramente–. Mi trabajo lo requiere. Pero sólo mi trabajo y no lo sé... quizás algún día en otro lugar, y no precisamente matando. –Le sonrió un poco. Steve no pudo evitar bajar la mirada apenado y algo sonrojado.

–Yo...

–Quiero tu consejo. –Lo interrumpió apoyando sus brazos en la barra y observándolo a los ojos–. ¿Debo seguir mi corazón y arriesgarme por él o sólo debo dejar de intentar acercármele y esperar que él lo haga? Pero es muy tímido. –Fingió decepcionarse.

–Tú... ¿tú siempre tratas de acercarte a m... a él? –Se corrigió rápidamente tropezándose con sus palabras.

Ella soltó un suspiro. –Siempre, pero al parecer no se da cuenta. –Dijo por último y camino moviendo sus caderas alejándose de él.



Steve no pudo evitar sonreír un poco al recordar lo tímido que era junto a ella. Natasha era tan decidida y lista. En cambio él era tan tímido y torpe. Aún no sabía cómo se había armado de valor para besarla por primera vez aquel día.



Steve, Clint y Natasha acababan de volver de una misión, en la cual algo salió mal cuando unos misiles se estrellaron en el quinjet, afortunadamente estaban sobrevolando el mar y pudieron saltar. Pero recibieron la ayuda de Tony quién los llevó a la torre.

Natasha sabía que Steve se sentía culpable al no poder evitar detenerlos así que fue hasta su habitación y notó que él se estaba bañando así que decidió esperarlo sentada en una cama.

Él se encontraba sumido en sus pensamientos, pensando las maneras en las que pudo haberlos detenido. Se sentía enojado consigo mismo, detestaba fracasar. Terminó de ducharse y se vistió con una camiseta blanca y unos pantalones sueltos. Abrió la puerta del baño y vio a Natasha sentada con una toalla en mano secándose el cabello.

Sonrió un poco al mirarla concentrada mirando un punto incierto, por lo que él supuso, pensando.

Caminó lentamente hacia ella y se sentó en frente de ella logrando captar su atención.

– ¿Pensando? –Preguntó con sus ojos mirando los de ella.

Se encogió ligeramente de hombros. –Sé que te sientes culpable por lo que pasó...

Soltó un suspiro y torció un poco sus labios. –Pude haberlo detenido antes, yo...

–Basta Steve, hiciste lo mejor que pudiste, al igual que todos. –Se acercó un poco más a él–. Lo hicimos bien. –Murmuró.

–Eso creo.

–Lo es. Eres excelente, Cap.

–No me llames así. –Susurró acercándose aún más a ella– no ahora...

– ¿Cómo quieres que te llame entonces? –Mordió un poco su labio inferior acercando su rostro al de él.

–Sólo... Steve yo... cómo tú quieras. –Murmuró con su respiración un poco acelerada con la cercanía de Natasha. Sus palabras salían torpemente de su boca.

– ¿Qué harás ahora, Steve?

–Besarte. –Dirigió su mano derecha a su mejilla hasta estar pequeños centímetros de su rostro.

–Hazlo.

Sus labios se juntaron y todo en ese momento se detuvo. El mundo de Steve parecía detenerse sólo para apreciar ese tan ansiado momento que estuvo esperando desde hace un año. Movió sus labios ligeramente sobre los de ella y sintió como Natasha se acercó aún más a él posando sus manos en sus cabellos.

En ese momento el sintió como si todo estuviera bien. Este era su hogar, junto a ella.



Caminó hacia la salida ya no pudiendo aguantar los sentimientos que le provocaban los recuerdos. Cada vez parecían ser más dolorosos y eso lo estaba matando. Corrió por las calles de Nueva York tratando de huir de sus sentimientos... de ella.

Se detuvo al sentir algo vibrar en el bolsillo trasero de su pantalón. Sacó el celular y atendió aún sin ser consciente de sus acciones.

–Capitán, lo necesitamos ahora en la central. Encontramos a Ruby Storm y necesitamos que la detengas.

RUBY STORM | ROMANOGERSWhere stories live. Discover now