Capítulo 2

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Las clases iniciaron la semana siguiente. No entendía nada de catalán, a pesar de que vi varios videos para principiantes, y según yo, sí entendía lo más básico. Al parecer, me mentí a mí misma. Zazu sí entendió más que yo, pero era porque ella vivió de niña en España. La doble nacionalidad le sentaba bien, por ella, fue más fácil rentar la residencia, si no, hubiéramos tenido que pelearnos más tiempo en la oficina de relaciones exteriores.

Luciano no volvió a decirme nada de sus sentimientos, de hecho, fingió que nunca me dijo que le gustaba. Me decidí a no pensar más sobre el tema, él había tomado su decisión, y yo había tomado la mía.

No era que no lo quisiera, era que, solo lo quería como un amigo. Jamás sentí algo distinto por él. Luciano fue mi primer amigo en la preparatoria, y le tenía mucho cariño, pero yo no era capaz de responderle de la misma manera. Era mi mejor amigo. Un amigo, un muy buen amigo. Eso era todo. Listo, ya, no pienso volver a ese tema.

Aunque fuera un poco incómodo estar en su presencia, debía de ignorar su vibra. Su cara, su sonrisa, y sus tontos comentarios sobre programación. No importaba, nada importaba.

Suspiré.

Zazu me ayudó toda esa semana, en tratar de que Luciano no se sentara junto a mí cuando salíamos a comer. Incluso, en clases, Zazu se lo llevó a sentar con ella, para que yo me sentara en una mesa lejos de ellos. Ya, pude haberme sentado con mi amiga, e ignorar a Luciano, pero, queríamos conocer gente nueva, y no estar estancadas con Luciano. Debíamos de divertirnos.

Al inicio de la clase, un chico alto y de cabello cenizo se sentó a mi lado. Me sonrió, y sentí que estaba traicionando mi patria. Ya, iba a estar ahí tres meses, me iba a divertir, y no tendría nada serio con nadie. Un besito no le hace daño a nadie, ¿verdad?

Todos nos presentamos, él se llamaba Koen. Era de Madrid, y estaba en el pueblo con sus abuelos. Noté que era un riquillo, o quizá yo era demasiado tercermundista, y se me hacía raro ver a alguien con tanto oro en el cuello, sin miedo a que lo robaran.

Traté de concentrarme en la clase, pero no dejaba de echarle miraditas a Koen, y él hacía lo mismo, mientras me sonreía. Bueno, al menos, las clases serían un poco menos aburridas con este chico. Él podía ser mi aventura de verano.

Quería darle mi número de teléfono, y decirle que me gustaría perderme en su mirada veraniega. Pero él fue más rápido. Deslizó un pedacito de papel hacia mi dirección, lo tomé cuando el profesor se volteó a la pizarra para escribir alguna frase básica en catalán. Vi los números en el papel, lo volteé a ver por un momento, y él sonreía.

Guardé el número en mi teléfono, le mandé un mensaje, y escuché la vibración de su aparato. Ambos nos sonreímos, sentí que éramos dos niños que acababan de robar un dulce del cajón secreto de su abuelo.

Toda la clase, estuvimos manándonos mensajes fortuitos cuando el profesor no prestaba atención. No nos contamos nada, solo nos reíamos de como hablaba un compañero atrás de nosotros, y de que el calor del verano, haría que nos derritiéramos.

Las tres horas, se fueron en tren, con la compañía de Koen. Al salir, él solo dijo que debía de correr, para ir con su abuela. No le dije nada, solo le volví a sonreír. Zazu tenía razón, me iba a divertir este verano, y Koen era mi trofeo.

Al salir, Zazu venía con Luciano, y su vibra, era espantosa, parecía que se había zumbido en un tarro de ácido radioactivo, ya, era obvio que me vio cotillear con Koen. No era mi culpa lo que él sintiera al verme con otro hombre. Debía de pensar en mí, no en él. Si Luciano tenía celos, no era mi problema.

Aunque mi pecho doliera por la culpa, no iba a dejar que eso me impidiera disfrutar mi verano. Luciano no nos dijo nada, solo me vio un poco molesto y comenzó a caminar. Zazu se encogió de hombros y señaló la dirección contraria a la que se había ido Luciano.

Summer Trip ©Where stories live. Discover now