Capítulo 10

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Regresamos a Madrid cuando salió el primer tren. Joseph nos esperaba afuera de la estación con el carro. Al subirnos, Koen no pidió saber sobre sus padres, prefirió vivir en la ignorancia. A mí me picaba la curiosidad el saber qué sucedería al llegar a casa de sus padres.

Estuvimos caminando toda la noche alrededor de la Sagrada Familia, fuimos al parque aledaño y hablamos. Dejamos fluir la conversación como si estuviéramos en una montaña rusa y gritáramos nuestras pasiones.

Koen fue muy directo, a él le gustaban las motocicletas, -que eso ya sabía-, y que también amaba los videojuegos -como cualquier hombre-, pero prefería estudiar el arte, no practicarlo, ya que dijo que era malísimo.

En esa conversación, yo intenté descifrar lo que me gustaba a mí, Koen me hacía preguntas y yo contestaba con duda. Jamás me había puesto a pensar que era lo que a mí me gustaba. Sabía que me apetecía viajar, ver nuevas culturas y conocerlas. Pero, ¿pasatiempos? A veces veía series de televisión, pero jamás me enganchaba. ¿Deportes? Nada, iba al gimnasio, pero eso era todo. ¿Qué me gustaba?

Me gustaba el color rosa, las flores, comer, escuchar música, pero no había nada en concreto que podía darme una carrera universitaria.

No podía sacarme de la cabeza la estructura de la Sagrada Familia, no era capaz de concentrarme en otra cosa. Incluso, cuando decidimos irnos y correr a la estación, para dormir un poco antes de que saliera el primer tren, yo seguía viendo el templo en mi cabeza.

Quizá podía estudiar arquitectura. ¿No? Aún no lo sabía, pero, tenía que escoger pronto cuál sería mi futuro si deseaba estudiar en España. Pero, el problema seguía recayendo en mis papeles académicos que estaban en México, y mi visa estudiantil. Tendría que primero ser aceptada a la universidad, y después, en México, hacer el trámite para que me volvieran a dar la visa, o el permiso. Todo debía de hacerse en México. Debía de regresar, aunque no quisiera.

Cuando entramos por la puerta de cancel, que bordeaba toda la casa, pude ver a los padres de Koen en la puerta principal. Mi estómago se revolvió con los ácidos que exclamaban por comida. Ugh, debimos de haber comprado algo de comer en la estación.

Joseph estacionó, Koen bajó primero, ignoró a sus padres mientras me abría la puerta. Al bajar, Irene fue la más decepcionada, pero el señor José era el más enojado. Lo notaba por incesante golpeteo de pie contra el suelo.

— ¿A dónde fueron?

Su pregunta estaba llena de reproche, Koen se puso frente a mí—. A Barcelona, la llevé a ver la Sagrada Familia.

Irene cerró los ojos y negó con la cabeza—. ¿En serio, hijo? ¿Por qué no te sacas ese templo de la cabeza? Les pudo haber sucedió algo anoche.

—No sucedió nada, mamá. Yeli entiende lo que yo veo en la Sagrada Familia.

— ¡Basta! —José gritó—. Vamos a hablar, entren. Y vos —José me señaló—, te tenía en otra estima.

Quise vomitar. Oh no. Justo ahí, perdí toda mi oportunidad de estudiar en España.

—Papá, yo la llevé — Koen me defendió—. Incluso perdió sus tacones por mi culpa.

—No me importa, vamos dentro.

Koen me tomó la mano con fuerza y seguimos a sus padres. Me sentía pegajosa, no debí seguir a Koen en la noche a Barcelona, debí decirle que nos quedáramos en el hotel, no, no podía perder mi boleto para alejarme de mi hermano. Alejarme de mi hermano, mierda, eso era lo que quería. No estar cerca de Noel.

Nos hicieron sentar en la sala de estar. Yo vi mis pies desnudos en sandalias. Mi estómago rugió, los padres de Koen lo notaron, el señor José llamó a una chica de la servidumbre y le pidió que hicieran de comer. Ya, era temprano, habíamos dormitado en una estación de tren, y estaba bastante segura que Koen no durmió nada, las ojeras lo delataban.

Summer Trip ©Where stories live. Discover now