Capítulo 16

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Obvio quise abrir la puerta, y obvio grité por el nombre de Koen y Rafael. Obvio, nadie me escuchó.

Tuve que mandarle mensaje a Zazu para que me abriera, le tomó un par de minutos hacerlo. A minutos, me refiero, media hora. Media hora en que el hambre consumió mi racionalidad. Cuando me vio, mi amiga apretaba con fuerza su teléfono. Sí, le dije en el mensaje, que los dos idiotas habían ido a buscar al otro idiota.

―Perdón, cuando Rafael me pidió ver la ubicación, pensé que fue por curiosidad...

La callé―. Tranquila, no importa, hay que ir a buscarlos.

Zazu se descompuso, cerró la puerta, susurró―. No, nos meteremos en más problemas. Ya escuchaste a la abogada, Luciano no nos denunció, quizá nos protege, y si vamos, pueden deportarte. Eres la única mexicana aquí, yo entré como española.

Chisté, y golpeé el piso con el pie, escuché murmullo fuera de la sala―. Eso lo sé, pero, tampoco podemos dejarlos cometer una estupidez. ¿Qué tal que los arrestan?

―Peor terminar en la cárcel nosotras. Hay que decirle a la abogada ― Zazu refutó―. Además, ya llamé a papá, y viene para acá.

Desesperé, quise chillar de nuevo, el corazón me golpeó la cabeza y quise caer―. Pero..., ellos...

―Naya ― Zazu me tomó de los hombros―. Hay que decirle a la abogada, no podemos ir, aunque queramos, ¿qué haremos? Nada, seguro se van a golpear entre ellos, eso han hecho todos estos días. Koen ni siquiera tuvo la confianza de decirte que se peleó con Rafael por ti.

Desvié la mirada, mi estómago picó con hambre―. Rafael ganó...

―Sí, y aun así, no saldrás con él, pero, Koen... mierda, Naya, no sé qué decirte, más que ambos son unos idiotas.

Suspiré, quise morderme las uñas―. Ni yo, no sé qué hacer, o pensar. Solo sé que no debemos dejar que cometan una estupidez. Se fueron hace media hora ― vi a mi amiga, ella expresaba su preocupación como si fuera una pintura renacentista―. Quizá ya encontraron a Luciano, y nosotras aquí.

―Naya ― mi amiga apretó su agarre―. No podemos hacer nada para detenerlos, por algo te encerraron.

―Me encerraron porque no quise ir con ellos.

Zazu me soltó, y negó un poco con su cabeza―. ¿Qué? ¿Te pidieron que fueras con ellos?

―Sí, Koen me lo pidió, pero le dije que no, y traté de detenerlo.

― ¿En serio, Naya? Verga, wey. Primero me dices que vayamos por ellos, y ahora que te negaste, ¡no te entiendo!

Quise llorar―. Yo tampoco sé, pero..., no quiero que les suceda nada. Me preocupo por ambos, porque...

¿Por qué me preocupaba?

Fui al sillón, me senté. Koen debería ser solo una aventura de verano, una diversión de un par de días, ¿por qué estaba a punto de aventarme a un risco por él? La voz de Irene me taladró. No escojas a ninguno. Zazu tenía razón, si iba, podía poner en riesgo mi entrada a la universal, eso era lo que debía de mantener alejado de todo el problema. No podía dejar que sus estúpidas acciones, mancharan mi futuro. Si no, estaría repitiendo el mismo patrón que con mi hermano. Cedía a mis deseos porque me preocupaba por alguien más.

Vi a Zazu―. Tienes razón, hay que decirle a la abogada.

Zazu asintió con la cabeza, abrió la puerta y salió. Suspiré, mi estómago volvió a chillar. Quizá debía de comer primero, antes de tomar cualquier decisión imprudente que podía afectar mi universidad. Aunque, aún debía de descubrir que deseaba estudiar. Me puse de pie, y seguí a mi amiga, al zoológico que estaba afuera de la sala.

Summer Trip ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora