42. Amor a primer mordisco

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Abro los ojos sorprendida –Así que lo calientas para luego no enfriarlo– digo

–Hombre uno también tiene dignidad, que no se piense que soy su perrito faldero, yo soy una diva inalcanzable –me responde provocando que las risas salgan descontroladas de nuestras gargantas.

De repente el ruido de la puerta de la habitación nos sorprende haciendo que nuestras risas paren repentinamente. Eddie y yo giramos nuestras cabezas hacia la puerta para encontrarnos a un Ryan tal y como dios lo trajo al mundo. Desnudo

Lo miro de arriba abajo sin perderme ni un solo detalle, veo que Eddie hace lo mismo. Es mío, pienso. Ryan en cuanto se da cuenta de la presencia de Eddie en su habitación se pone pálido y recoge la toalla del suelo para taparse sus atributos.

– ¡Joder!–Exclama Ryan avergonzado.

–Tranquilo chaval, no está mal, pero las he visto mucho mejores. –Dice Eddie restándole importancia a esta incómoda situación. No sé cómo Eddie puede decir eso, la verdad es que la primera vez que la vi, tuve miedo. Es grande, muy grande. ¿A qué se enfrenta Eddie por las noches? Pienso asustada.

– ¿Como la de Josh no? –Digo sin darme cuenta de que Ryan todavía no sabe nada.

–Seguro que no la sabían usar tan bien como yo, sino ya sabes a quien preguntarle. – Responde Ryan entre risas y guiñándome un ojo. Yo me sonrojo.

Podría responder, pero prefiero mantenerme en silencio.

–Ya sabes lo que dicen, quien calla otorga-Dice Eddie levantándose de la cama y dirigiéndose a la puerta. – Me encanta como os levantáis en esta habitación.

Ryan y yo nos miramos sonriendo

–Yo me voy a desayunar con mi marido, os dejo que acabéis vuestros ejercicios matutinos. – Abre la puerta pero antes de salir se vuelve hacia nosotros. – Por cierto, se me olvidaba. Usar protección no queremos que pase lo de la última vez. – Dice Eddie antes de cerrar la puerta y dejarnos completamente solos en la habitación.

Ryan y yo nos miramos y nos reímos mientras él se lanza hacia mí, terminando como siempre yo debajo y el encima.

–Buenos días– digo todavía riéndome.

–Buenos días– dice el dándome un corto beso en los labios. – ¿Cómo te encuentras? – pregunta.

­–Bien, no me duele la cabeza y no tengo ganas de vomitar, gracias por cuidarme ayer– digo dándole un beso un poco más largo.

– ¿De qué te acuerdas? – me pregunta. Yo frunzo el ceño y me pongo a pensar. Recuerdo ir a ver a la doctora, el que me dijera que no estaba embarazada, el sentimiento de decepción y el ponerme a beber, supongo que luego Ryan me traería a casa. – No me acuerdo de la vuelta a casa, ¿Por qué?- pregunto. Veo como la cara de Ryan se pone seria, pero rápidamente vuelve a poner una sonrisa que no llega a sus ojos.

–Por nada– me dice levantándose y ajustándose la toalla.

Antes de que pueda alejarse de mí, hago lo que él me hacía y le arrebato la toalla. Ryan se da la vuelta y vuelvo a ver el deseo en sus ojos. Me pongo de pie en la cama y dejo que Ryan me coja y estampe mi espalda contra una pared al mismo tiempo que me besa con rudeza. Tiro de su pelo con fuerza y enrosco mis piernas en su cintura soltando un gemido cuando noto su dureza en el lugar indicado. Vuelvo a sus labios y le muerdo el inferior.

–Ejem– dice una voz. Ryan se aprieta más a mí para taparse y para taparme por si se me algo. Vemos a Shane en la puerta con una mano en sus ojos.

–Rose, tienes visita– dice rápidamente y se va. Yo frunzo el ceño, ¿visita?, ¿de quién? Ryan me suelta y me da un beso en la cabeza.

–Luego seguimos– me dice cuando yo gruño.- Por cierto, ¿Qué hacía Eddie aquí?- pregunta

Fraternidad mixta...¡UNA MIERDA!Where stories live. Discover now