—Debemos arreglar eso, Georgie! —me suplica, casi llorando.

—Hey, tranquila. Así será. —le respondí, con la voz entrecortada.

Horas después...

Cuando por fin el labor en el colegio había terminado, apenas iba saliendo cuando me encontré con Jack, él fue lo primero que pude ver. Entonces me dirigí hacia él.

—¿Por qué no tomas el camino a casa? —le pregunto después de darme cuenta que en realidad no íbamos de vuelta a casa.

—Papá quiere hablar contigo, y me pidió llevarte con él.

—¿No te dijo de qué? —le volví a preguntar, aunque no supiera aún de que diablos se tratara todo esto, me atemorizaba. 

—No, sólo eso.

—¿Crees que esté en problemas?

—No lo sé. Al menos que haya visto lo que hiciste...

—¿De qué hablas?

—Vamos, Georgie, no te hagas la inocente conmigo, creo que casi todo el mundo lo sabe.

Entonces comprendí que mi hermano ya había visto la misma publicación de la que Ana me había mencionado en el colegio.

—Y si tú lo sabes. —hice una pausa y continué—. ¿Se lo dijiste?

—No, tú sabes que no soy así. Pero, no creí que hicieras esas cosas, hermanitas.

—¡Yo no hice nada!—pegué casi un grito, irritada por seguir sintiendo que en realidad he hecho algo de lo que seguro estaré muy arrepentida.

—¿Segura? —me pregunta irónico, mirándome de reojo. Yo entonces no pude decir nada—. Ya te había advertido de ese idiota, y que no fueras a ese tipo de fiestas...

—¿Ahora quieres echarme todo en la cara? ¿Ahora que ya tienes espíritu para juzgarme?

—Ya te dije que no soy así... —deja pasar un momento en silencio, y de nuevo siguió hablando—. Bueno, quizá el no lo haya visto, y tal vez el quiera hablarte de algo más. —mientras tanto aparcamos el auto y entramos al gran edificio de mi padre.

—No necesitas acompañarme... —le dije, tratando de hacer que él volviera al auto.

—Papá me matará si no ve que yo te traje...

—¿Y?

Jack sólo soltó una risita de burla, mientras que yo no pude evitar contagiarme.   

Una vez ahí dentro, después de subir unos cuantos pisos, nos acercamos con la recepcionista. 

—Señorita Stone. Que alegría verla aquí. —dijo aquella mujer rubia que atendía antes de entrar al despacho de mi padre.

—Hola. ¿Está ocupado? —le pregunto.

—Te está esperando, linda.

—Gracias. —Fuimos a la puerta del despacho de mi padre y entonces Jack abrió la puerta, primero me dejo entrar a mí, y después fue él.

Cuando entramos nos encontramos a mi padre hablando por teléfono.

—Luego te llamo. —dice antes de colgar—. Jack, retírate. —le ordena mi padre sin voltear a vernos aún.

Él y yo nos miramos con el ceño fruncido el porque, y sin cuestionarlo, Jack sólo cedió después de tomarme por un momento de la espalda.

—Seguro. —y entonces salió de ahí.

Cuando la puerta se cerró, el hombre que se hace llamar mi padre se giró para mirarme sin ninguna expresión—. Hola Georgie.

—Hola... padre. —le saludo tratando de no escucharme nerviosa, ya que lo menos que podría esperar sería que el sospechara algo—. Así que ¿querías hablarme?

—Así es! siéntate... —hace una larga pausa mientras yo le obedezco—. Supe lo que has hecho anoche.

Mierda! ¿Pero cómo?

—Cosa que no es cierta. —le digo. Esperando que no preguntara más y creyera en lo que le decía, pero parecía que no iba a lograr.

—¿Cómo me aseguras que no?

—Porque yo estaba ahí. Y yo sé lo que hacía. —me excuso mientras me incorporo la espalda y me cruzo de brazos.

—¿Aún ebria? —alza una ceja.

—¿Qué? —me solté los brazos, y entonces empecé a jugar con mis dedos por debajo del gran despacho que mi padre tenía.

—Platique con tu madre sobre una buena idea que tiene mucho que ver con tu seguridad... y a ambos nos convenció.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que tienen en mente?

—Mientras TÚ no me muestres una evidencia sobre no haber hecho algo malo anoche.. tendrás un guardaespaldas encargado de cuidarte las veinticuatro horas.. ¡DIA Y NOCHE!

—¿QUÉ? !

¿Un guardaespaldas? ¿Para mí? ALTO! él ya sabe cuanto detesto tener a un personal encima de mí, pero que sea cada segundo de mi vida, eso es algo que menos podré tolerar.

—No es necesario que tenga un niñero...

—Guardaespaldas... —me corrige después de una breve interrupción.  

—Escucha... cumpliré diecisiete años...

—Felicidades...

—Se cuidarme sola! —le volví a intentar dejar en claro, esperando que de nuevo no intente hacerse el gracioso.

—Por lo que vi anoche me has dejado con la duda. Mientras tanto alguien será quien te tendrá que cuidar.

"Señor Stone, su cita de las tres está aquí". —dijo la recepcionista por el contestador.

—Adelante. —ahora hablaba mi padre mientras oprimía un botón. 

—Pero si aquí estoy yo... —le dije, intentando que volviera a estar consciente de mi presencia frente a él.

—Lo sé, y para que vas que tu madre y yo no andamos de bromas, lo vas a conocer de una vez...

—¿A quién? ...  

Enseguida llamaron a la puerta dos veces. Después se abrió.

—Señor Stone! —exclama un hombre de voz ronca, y demasiado sexy. Una voz que me logró erizar la piel con tan sólo un momento a otro.

La curiosidad me suplica girarme, hecho esto veo a un hombre de traje quién al mirarlo a los ojos me doy cuenta que me observa. Su mirada era más fuerte y poderosa, incluso que la de mi padre. Era oscura, llena de misterio, y muy intimidante. Tiene barba definida mientras que su cabello lo mantiene de una forma desordenadamente arreglada (no se que estoy diciendo, este tipo me gira el mundo de momento a otro).

Mientras se va acercando a donde mi padre y yo nos encontramos, no me aparta la mirada, frunzo el ceño tratando de reconocerlo. Joder! Me esfuerzo para conseguir saber quien diablos es, ¡vamos! Se que lo he visto en algún lugar.

—Señor Stark, un gusto. —lo saluda mi padre mientras le estrecha la mano a aquel señor—. Me gustaría presentarle a mi hija, Georgie, como ya sabe... será su guardaespaldas.

—¿Qué? -dije con la voz seca. No podía hablar y eso era lo único que podía salirme...

Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Onde histórias criam vida. Descubra agora