-Anécdotas. -Dijo Brian, que había estado muy callado también.

-¿Te acuerdas aquella vez que te pillaron fumando en el baño del instituto? -Se rió Charlie. -Brian, siempre fuiste una mala influencia para ella. -Todos rieron.

-O aquella vez que te pegaste a puñetazos con Dan y le ganaste aunque él era como un armario. -Palmeé mi frente con las palabras de Jake.

¿Por que mi familia tiene como hobby de ponerme en ridículo delante de más personas?

-Cuando tenías la extraña costumbre de sentarte en el alféizar de la ventana mirando hacia la calle aunque vivimos en un tercer piso. -Dijo Brian. -A día de hoy lo sigue haciendo, pero menos. Dice que le relaja. -Continuó.

-Oh, Dios mío. -Dijo Alice asombrada.

-Usted ve a Katie ahí y parece una niña buena, o a lo mejor le da una buena impresión pero, -Evan me miró- desde el cariño, princesa -miró a Alice de nuevo- ella es una mala influencia. -Todos rieron.

-Bien, creo que voy a ir al baño. -Me levanté divertida.

-¿Te has enfadado? -Preguntó papá riendo.

-No, solo necesito refrescarme. -Comencé a caminar escaleras arriba.

Entré al baño y recordé uno de los primeros momentos con Ian, cuando le vi solamente con la toalla puesta, así que no tardé en sacar el teléfono del bolsillo de mi vestido y llamarle.

-¿Diga? -Respondió.

-Te necesito. -Me apoyé en el lavabo.

-¿Ahora? -Le oí levantarse arrastrando un poco la silla.

-Será algo rápido, Ian. Ven, sé que también quieres. -Mordí mi labio.

-Está bien, espera un momento, Emma, porque estoy en una cena. -Tapó el auricular pero pude seguir oyendo. -Lo siento, tengo que subir un momento a mirar unas cosas en el ordenador. Trabajo. -Oí a los demás hablando de que no pasaba nada. -Ahora te aviso, gracias. -Dijo de vuelta al auricular.

-No me hagas esperar. -Colgué y guardé el teléfono de nuevo.

A los pocos segundos, la puerta del baño en el que me encontraba se había abierto y cerrado con seguro a mis espaldas.

-Joder, no sabes lo que me tengo que controlar delante de todos, preciosa. -Besó mi cuello desde atrás. -El movimiento de tus caderas cuando caminas me hipnotiza y no me puedo concentrar en otra cosa que no sea ese vaivén. -Mordió mi cuello.

-Sin marcas, Ian. -Estiré el cuello hacia el otro lado.

-Sé que no estás usando sujetador ahora. -Su entrepierna creció en mi espalda baja cuando sus manos, desde atrás, se metieron por mi vestido y acunaron mis pechos.

Me di la vuelta y le besé con urgencia. Le necesitaba y me había dado cuenta de que comenzaba a necesitarlo a todas horas, no solo hablando de sexo, sino a él en general.

Sus besos que me dejaban extasiada, sus dulces caricias, sus abrazos que me decían que todo estaría bien si estábamos juntos, sus suaves manos, su ancha espalda, su ronca voz, sus suspiros de enamorado, su risa juguetona, su mirada intimidante, la manera que relamía sus labios o se pasaba el dedo por ellos.

Su guiño de ojos, sus gemidos, sus jadeos, sus mordidas en mi cuello o en el lóbulo de mis orejas, sus dedos haciendo maravillas por mi cuerpo, su sonrisa de lado, su mirada inocente cuando hacía algo travieso, la manera en la que se mordía el labio.

Le necesitaba a él, a Ian, a mi Ian, a nadie más.

Sus manos recorrieron mi espalda al descubierto, pero esto tenía que ser rápido ahora aunque me encantaría que pudiéramos detenernos a querernos, así que le empujé hasta sentarle en el váter con la tapa bajada, sentándome yo a horcajadas sobre él.

El padre de mi novio.Where stories live. Discover now