4.

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Unos cafés y unos pasteles era lo que habíamos llevado a la mesa. Desde la cocina les había oído hablar pero a penas se oía en murmullos así que no pude intuir de lo que era.

Alice se había disculpado conmigo por la conversación que acaba de empezar su marido, alegando que "son hombres, tienen que sacar el tema del sexo siempre".

Ahora estábamos sentados de nuevo a la mesa en el mismo orden en el que estábamos. La mesa estaba limpia salvo por las tazas de café y los pequeños platos vacíos donde antes estuvieron los postres.

Hacía mucho tiempo que no comía así de bien.

El silencio reinó y Blake puso una mano en mi muslo, así que lo miré. Tenía esa mirada de "después te cuento", por lo que asentí con disimulo y reímos.

-Qué buena pareja hacen. Me encanta cómo se miran. -Pensó Alice en voz alta. -¿No crees, querido? -Le preguntó a Ian que nos miraba con los codos sobre la mesa y las manos entrelazadas frente a su boca.

-Sí. -Contestó secamente.

Tragué saliva bastante intimidada. Los nervios se habían ido hacía un tiempo, pero la manera en la que me miraba este hombre tenía ese efecto que hacía que éstos volvieran a mi estómago.

Acabamos de cenar contando alguna cosa más sin importancia, algunas risas más, unos cuantos comentarios agradables por parte de Alice y unas miradas que me atravesaban la piel por parte de Ian.

Me ofrecí a ayudar a lavar los útiles usados junto a Alice, pero ella se negó alegando que era la invitada y que bastante ayudé con el postre a lo que le pidió ayuda a Blake.

Por lo que ahora, Ian y yo estábamos solos en la sala, sentados uno al lado del otro y empezaba a ponerme muy nerviosa.

No dejaba de mirarme de arriba a abajo a pesar de estar sentada. Se detenía en mis piernas y di gracias de estar depilada, aunque eso estaba siempre.

Era una maniática de la depilación.

Crucé las piernas una sobre la otra y oí algo parecido a un gruñido de su parte, pero ignoré eso y giré medio cuerpo hacia atrás, mirando a ver si Blake venía.

Tenía la necesidad de salir corriendo si este hombre seguía mirándome de este modo.

-Así que... -Comenzó a hablar y le miré. -¿Tatuajes? -Dijo y fruncí el ceño hasta que caí en el que había visto el de mi omóplato al girarme.

-Oh, sí. Me gustan. -Asentí.

-Y los piercings también, ¿no? -Señaló el aro negro de mi labio inferior.

-Sí, pero me gustan más los tatuajes. -Relamí mis labios pues se me habían secado.

-¿Tienes más? -Preguntó mirándome acariciando su labio inferior con el dedo índice y tragué saliva mirando eso, pero me obligué a apartar la mirada hacia sus ojos o hacia otro lado.

-Tatuajes tengo el de la espalda, en un costado y otro en la cadera. -Asintió. -Piercing el de el labio, el de la lengua, ombligo y... -Hice un silencio. No iba a contarle el del pezón.

-¿Y...? -Cuestionó pero Blake llegó.

-¿Te llevo a casa, amor? -Le miramos.

-¿Por qué no se queda a dormir? -Propuso Alice entrando en escena también.

-Buena idea, así puedes descansar mejor, ¿te parece? -Preguntó Blake y asentí.

-¿No descansas en casa, querida? -Alice era una máquina de preguntas.

El padre de mi novio.Where stories live. Discover now