2. Capítulo 11: De prioridades y abrumadoras verdades (1ª Parte)

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—Pero no podemos salvarle y que tú hagas y pases la prueba al mismo tiempo, ¿no es así?

Sentí un creciente nudo en mi garganta. No había forma de que hablara sin que el cumulo de emociones que esa situación me generaba se derramara y terminara llevándome al mismo espiral en que me dejé hundir la noche anterior.

—No, no la hay —dije, sin embargo.

Miré a las cobijas que me cubrían y esperé que la cruel realidad se asentara en mí. Porque no creía que fuera imposible sacarlo, eso de alguna manera debía poderse. El problema era que su sentencia se aplicaría en dos días y mi prueba apenas si sería notificada hoy, lo que implicaba que tal vez tendría que permanecer en este lugar algún tiempo, al igual que en los anteriores reinos.

—Que me condenen por lo que diré, pero creo que deberías escuchar a Cassie —dijo Castiel con un suspiro y, aunque me costara admitirlo, sopesé sus palabras como razonables.

Pero Haliee, contrario a mí, no lo tomó tan bien. —¡Nadie va a escuchar a esa traidora! —gritó, olvidando cualquiera que fuera su alegre semblante anterior y trayendo de vuelta a la vengativa hechicera que estuvo a punto de matar a una reina con sus propias manos.

—Escuchar a esa traidora es la única opción que tenemos para salir este desastre y, te guste o no, esta no es una decisión que te incumba Ni a mí, por supuesto... —replicó Castiel, mirándole como si no creyera la posición que tomaba—. Y sí no vas a hacer nada mejor que quejarte, pues entonces nos vamos a gritar a otra parte y a prepararte mentalmente para que la veas más seguido, porque permíteme recordarte que estamos en su casa. Les llaman prioridades y tendrás que establecerlas, ¿fui claro?

Mi mandíbula estaba literalmente en el piso... o en la cama, como sea. El elfo no solo había enfrentado a Haliee, si no que la había arrastrado —hecha una furia— hasta la salida de mi habitación. Donde me había sonreído una última vez, avisando que más temprano habían traído mi ropa y que la encontraría en el baño y a ellos probablemente los vería en unas horas cuando encontraran un poco de comida que compartirme.

Mi estómago gruñó al escuchar esas palabras y envolviéndome con la sabana me levanté hasta la ventana, observando el lindo espectáculo de dragones surcando los cielos.

Solo espero que Alhaster esté bien.

Fui al baño, esperando encontrar la dichosa ropa y no me sorprendió encontrar un conjunto igual al que había tenido Haliee y bastante parecido al de Castiel tenía —aunque el suyo ya estaba arrugado y bastante maltrecho por haber dormido con él puesto—.

La vestimenta proporcionada por la hadas era hermosa, aunque para nada adecuada para una misión de rescate, prueba o una situación tensa. Era más bien formal y te hacía concluir rápidamente que lo que sea que tuvieran planeado para ese día no incluiría esfuerzo físico. A menos que consideraras una amenaza a un ajustado suéter negro de mangas largas —por debajo de una camisilla blanca, que solo cubría mis pechos—, que se unía a una hermosa falda un par de dedos por encima de mis rodillas. Todo con hermosas lentejuelas doradas que colgaban de los bordes, tanto de la camisilla como del faldón y, para acompañar, unos hermosos botines negros que hacían juego con el vestuario.

Parpadeé sin poder creer lo hermoso del atuendo elegido y solo me limité a tomar una ducha rápida. Necesitaba respuestas y las necesitaba en ese instante, no iba a esperar hasta el anochecer, no tenía tiempo para ello.

Me vestí, olvidando completamente que tendría que esperar que Castiel y Haliee volvieran con comida, y me escabullí fuera de mi habitación. No tenía idea de cómo llegaría a mi destino, pero si lo que Cassiodora tendría que decirme era sobre Eliden, entonces estaba totalmente dispuesta a escucharle.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Where stories live. Discover now