-No se te va a olvidar, ¿eh? -Se puso el cinturón y suspiré. -Papá lo ha olvidado ya, tranquila. -Besó los nudillos de mi mano izquierda.

-Eso espero. -Reímos y arrancó poniendo rumbo a su casa, que quedaba un poco lejos de la mía.

Él vivía en una urbanización para gente de su categoría y de su estatus económico, gente de dinero. Las casas ahí eran enormes, de dos pisos con jardines, piscinas y barbacoas, igual que la casa de Blake.

Yo vivía en un barrio de la periferia, donde casi siempre iba la policía por robos, temas de drogas o por peleas, aunque la zona en la que mi familia y yo vivíamos, al oeste del barrio, eso no ocurría en exceso.

Hablando de otros temas, cantando o simplemente oyendo el sonido ambiente de la calle a las 8 de la tarde-noche, llegamos a su casa donde aparcó en el garaje.

Yo, en mi barrio, tenía que dejar mi moto en la calle y vivía con el miedo de despertarme un día y que no estuviera porque me la había robado o me habían pinchado las ruedas.

Suspiré nerviosa jugando con el bolso sobre mis piernas y abrí la puerta antes de que él lo hiciera después de quitarnos los cinturones de seguridad.

Me colgué el bolso con mis cosas necesarias sobre un hombro y Blake entrelazó nuestros dedos para comenzar a caminar hasta la puerta que daba directamente al salón.

Al abrir, su padre estaba de pie frente a nosotros con los antebrazos apoyados en la barra de la cocina de perfil a donde nos encontrábamos.

Giró la cabeza con una ceja levantada y me miró de arriba a abajo mientras una sonrisa felina aparecía por sus labios.

Se giró completamente y yo quedé boquiabierta, mas lo interioricé para que nadie se diera cuenta. Iba con un traje negro, una corbata y zapatos a juego y una camisa blanca de botones que le quedaba a la perfección.

-Buenas noches, Katie. -Dijo y yo sonreí un poco cohibida.

-Buenas noches, señor Collins. -Miré a la izquierda, donde la madre de Blake estaba cocinando algo pero en cuanto me vio salió de la cocina.

-¡Querida, qué guapa estás! -Me dio dos besos mientras sostenía mis brazos.

-Gracias, usted también está muy guapa. -Devolví el cumplido aunque era cierto.

Llevaba un vestido violeta suave por media canilla, unos zapatos de tacón negro abiertos y un maquillaje para nada excesivo.

Tenía el pelo castaño pero casi rojo oscuro por media espalda, más corto que el mío, aunque ahora el suyo estaba en un recogido redondo, y tenía los ojos verdes oscuros.

-¿Por qué no se sientan mientras acabo de preparar la cena? No queda mucho. -Propuso y asentimos.

Blake, aún sosteniendo mi mano, me guió primero hasta uno de los enormes sofás que decoraban el salón. Debían de tener como 5, y en mi casa apenas habían dos bastante estropeados.

-Mucho mejor verte completamente vestida, Katie. -Dijo su padre, Ian, con toque de diversión, sentándose frente a nosotros en otro sofá haciendo que me ruborizara y mirara a Blake.

-Dijiste que lo había olvidado. -Le susurré a mi novio.

-Papá... -Dijo él en tono de reproche.

-Solo bromeaba, hijo. -Se inclinó hacia adelante dejando de mirar a Blake y mirándome.

Me intimidaba y me hacía ruborizar. Sentía su mirada atravesándome la piel y me estaba comenzando a entrar bastante calor, así que bajé la cremallera de mi chaqueta.

El padre de mi novio.Where stories live. Discover now