Capítulo 69- El rehén

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–Ahora tengo miedo...

–Jay... tu mismo me has dicho que no se va a librar.

–Mira la sonrisa de su abogado, ¿Y si se libra y os hace daño a Anne o a ti? Sois muy importantes para mí.

–Jay, no pasará nada, ¿Vale?

–Vale... demos una vuelta, me estoy agobiando, mi madre nos mandará un mensaje cuando este todo listo.

–Vale, ¿A dónde vamos?–me coge la mano y yo me pongo algo nerviosa, pero me limito a sonreírle cuando me sonríe.

–A un buen sitio no muy lejos de aquí.

–Dime a donde.

–No, es una sorpresa–salimos fuera y el aire frio del exterior me obliga a atarme el abrigo que en el interior me daba un calor infernal pero no me quería quitar por si acaso. En un momento dado Jay me para–. Cúbrete los ojos.

– ¿Qué? No, que me choco.

–Te guio.–me cubro los ojos y noto sus manos listas para guiarme, vamos por la calle pero a mí me viene a la memoria la vez que Daemon tuvo que llevarme a la cabaña con los ojos vendados, busco la mano de Jay en mi cuerpo como si estuviese buscando una gota de agua dulce en el mar muerto, cuando la noto me tranquilizo y noto un cambio de temperatura, hace más calor, pero sigue haciendo frio, Jay me quita las manos de los ojos y veo una pista de patinaje.

– ¿V-vamos a patinar?

–Sí, bueno, solo si tu quieres.

–Es... que no se patinar...

–Yo te enseñaré.

–Vale...–cogemos los patines y Jay insiste en pagar el lo que cuestan, me lleva hasta el borde de la pista y entra, me tiende la mano para que entre y nada más tocar el hielo con el filo de las cuchillas de los patines pierdo el equilibrio y Jay tiene que cogerme, me pone recta y consigo mantener el equilibrio agarrándome al borde con una mano.

– ¿Aguantas bien así?

–Si...

–Vale–se aleja un par de metros de mi patinando hacia atrás para no perderme de vista, apenas son tres metros, pero para ir con los patines me parece imposible–, ven–me acerco agarrándome al borde y cuando llego a su altura le miro, tiene una sonrisa en la cara y eso me devuelve esa extraña sensación–. Suelta el borde–me tiende la mano y yo suelto el borde, aunque en vez de agarrarme a su mano me agarro a todo su brazo para no perder el equilibrio, se pone a mi lado y me pone recta–. No dejaré que te caigas.

Estamos un rato patinando así hasta que me suelta, intento patinar sin él, pero me agarro unas cuantas veces al borde y otras tantas a él.

–Pierdes el equilibrio porque tienes miedo a caerte, confía en que no te vas a caer, ¿Vale? Si te falla el equilibrio yo te cogeré.

–Ya, claro–intento reanudar la marcha pero cruzo los patines y caigo encima de Jay, tirándole al suelo–. Lo siento, ¿Estás bien?

–Claro que si, solo te he cogido porque te ibas a caer–ruedo los ojos con una sonrisita en los labios y se levanta, levantándome a mí a la vez, la verdad es que no sé como lo ha hecho, yo apenas soy capaz de levantarme a mi misma–. ¿Tu estas bien?

–Si. –patinamos un rato mas hasta que le llega un mensaje a Jay, para en seco y yo paro como puedo casi chocando con el borde.

–Ya tienen el veredicto, ¿Vamos?

–Si.–salimos y dejamos los patines, vamos al juzgado y vemos a la gente entrando a la sala del juicio, Jay me da un beso en la mejilla y se va con su padre y su hermana, yo voy hacia donde están mis primos y mi tía, nos sentamos y toda la sala parece en orden, ahora hay un televisor que no estaba cuando yo he declarado, pero supongo lo habrán sacado por alguna razón, veo a Jay salir de la sala y entrar en los baños justo antes de que se cierre la puerta, el juez sigue sin iniciar la continuación del juicio hasta que por fin habla.

Yo soy la asesinaWhere stories live. Discover now