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Pisoteé la tierra, con el aburrimiento creciendo cada vez más, hasta que finalmente oímos unos pasos provenientes de la oscuridad.

––Ay por dios, lo siento tanto ––se disculpó Grace, acercándose velozmente mientras le quitaba la alarma al coche.

–– ¿Dónde estabas?

Me miró detenidamente y boqueó un par de veces, pensando en qué decir. Fruncí el ceño, desconfiada ahora de la palabra de Garrett.

––Con su novio, Laura, ya te lo dije ––se rió torpemente e ingresó sin esperar una respuesta de mi parte.

Grace lo miró y luego a mí, esbozando una falsa sonrisa.

––Eso...

––Ajá, sí ––dije, molesta y me deslicé por el asiento trasero del coche.

Grace se dispuso a encender el coche y a volver a la carretera, mientras que el castaño encendía la radio, para ocultar ese silencio sepulcral.

Solté un suspiro.

––No tenían por qué gastar tanto dinero por mí, chicos.

–– ¿La pasaste bien? ––inquirió Garrett, quien se volteó para verme.

––Más que bien.

Se encogió de hombros mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

––Entonces lo valió.

Ahora yo era la que sonreía.

En el camino, la música sonaba por los parlantes, pero estaba tan sumida en mis pensamientos que me era imposible prestarle atención a algo más que a mis visiones estúpidas de una adolescente enamorada.

Y me rehusaba tanto a admitirlo. Me rehusaba a admitir que esperaba a alguien más en ese lugar, y que lo extrañaba.

Joder, que lo extrañaba.

Extrañaba cada toque, cada caricia, cada beso incluso, pero más que nada cada mirada que me regalaba, con confianza, con picardía, con rebeldía, con amor, con tristeza, con arrepentimiento, aún con molestia, no había nada que su mirada no me transmitiera y me hiciera sentir completamente diferente.

Sin contar sus sonrisas. Todas distintas y significativas.

––Laura.

Parpadeé perpleja y me aparté la mano de la boca, mirando a mi amigo.

–– ¿Hm?

–– ¿Quieres algo? ––preguntó, señalando el interior de la gasolinera con su pulgar y el resto de la mano empuñada.

Negué con la cabeza y él sonrió, saliendo del carro.

Al no ver a Grace, también salí, viéndola llenar el tanque del coche.

––En serio, Grace, gracias ––dije, sincera, mientras me recargaba sobre el costado del coche.

Ella asintió y me miró, fijamente por unos segundos.

––De nada.

Fruncí un poco el ceño.

––Y uhm, ¿cómo vas con...Adam? ––pausé y solté una pequeña risa ––. Lo siento, no puedo recordar bien como era su nombre.

Ladeó la cabeza y carraspeó un poco su garganta.

––Bien.

Suspiré.

––No sabía que, ambos salían. No creí que era de tu tipo, es decir, recuerdo que me mostraste que hablaron pero...

Se pasó una mano por la cara y dejó la manguera en su lugar. Me crucé de brazos y enfrenté lo inevitable.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora