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––Estás bromeando ––adiviné, empuñando mi mano alrededor del manojo de llaves.

Una sonrisa traviesa trazó su cara de extremo a extremo, y entrecerró sus ojos ahora claros por los rayos de sol que daban contra estos.

––Mueve tu candente y precioso trasero a la motocicleta ahora.

––Estás enfermo, en serio ––negué con la cabeza ––. Debí recomendarte a mi médico hace tiempo...

––Ja já ––dijo, irónico, mientras colocaba sus ojos en blanco ––. No des mas rodeos, tú querías aprender y aquí estamos.

––Te dije, siempre que dices que tienes una idea termina siendo la peor cosa que me pasa...

Me pasé una mano por el cabello mientras soltaba un suspiro.

––Por dios, Laura. No vas a chocar, estaré contigo, justo detrás de ti.

––Uy si, el súper hombre me protege ––exageré, agudizando mi voz ––. ¿Qué será? ¿Un avión? ¿Es acaso un cometa? ¡Claro que no! ¡Es SuperRoss al rescate!

––Oye, eso es suficiente ––plisó el ceño y se quitó la camisa cuadrillé, rodeando su cadera con ella y haciendo un nudo allí, mostrándose únicamente con su musculosa amarilla y blanca en degradé.

–– ¡Sálvame SuperRoss! ¡Salva al mundo con tus súper poderes! ––exclamé, llevándome ambas manos al pecho ––. ¡Qué seria de este mundo si tu no existieras SuperRoss! ¡Oh...!

Y antes de que pudiera completar mi línea, me llevó por delante y me subió a su hombro, causándome casi un infarto instantáneo.

–– ¡¿Qué mierda te pasa?! ¡Carajo! ––grité, golpeando su espalda, sin embargo su risa despreocupada y victoriosa lograba enfurecerme más.

––Escuché suficiente, engañitos.

––Uhm ––sonreí ––, y es que tu princesita se puso celosa, ¿huh?

––La única princesa aquí eres tú, así que cierra esa boca antes de que yo me encargue de cerrártela ––apreté los labios y camino conmigo sobre su hombro.

–– ¿Eso fue un cumplido, Lynch? ––inquirí, intentando salirme de su hombro.

Soltó una carcajada.

––Tómalo como quieras, en mi mente no era precisamente un cumplido.

––Qué agradable, gracias por la dulzura...

––Un placer, preciosa ––tomó una bocanada de aire ––. Ahora a lo que vinimos...

Me bajó de allí y chillé hasta que me sentó sobre la motocicleta. Me removí en el lugar, intentando salirme, pero su cuerpo se posicionó detrás de mí y entrelazó nuestros dedos, de ambas manos, rozando su anillo entre mi piel suave, llevándolas a los extremos del manubrio.

––Te explicaré, con esto aceleras ––giró mi muñeca delicadamente con su mano, mientras que su voz soplaba mi mejilla y su cabello me causaba cosquillas ––, y aquí frenas...

–– ¿Cómo hago para bajarme entonces? ––inquirí, ignorando un poco su cercanía.

––Te explicaré cuando des tu primer vuelta.

––Touché, Lynch ––suspiré y volví a removerme ––. Bien, hagámoslo de una vez.

Dejó un beso húmedo sobre mi mandíbula, el cual me paralizó de pies a cabeza.

––Inserta la llave primero y con cuidado la enciendes ––explicó, y con mi mano sudorosa y temblorosa, obedecí.

El motor se encendió y mi corazón se aceleró en el acto. Ross acarició mis nudillos con sus dedos suavemente.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora