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Me quedé inmóvil ante sus palabras. Casi igual que una roca.

Las llaves se deslizaron por mis dedos y antes de darme cuenta estaban en el suelo. El ruido sordo del golpe cortó el hilo que me mantenía en un trance y parpadeé, reincorporándome.

––Por favor, di algo ––rogó.

Sin embargo, sus palabras no dejaban de repetirse una y otra vez en mi cabeza.

Sus manos me sostuvieron por los hombros y cerré los ojos, mientras me envolvía en sus brazos con fuerza, aunque estaba segura que era como abrazar a un sólido objeto, ya que era incapaz de dar señales de vida.

Negué con mi cabeza y él suspiró sobre mi coronilla, para luego dejar un beso en mi hombro.

––No ––negué, con un nudo en la garganta.

–– ¿No? ––inquirió confundido, mientras aflojaba su agarre, volviéndolo algo inseguro.

Tragué grueso y sacudí la cabeza, mientras apartaba sus manos de mi cuerpo.

––No ––afirmé, y me volteé enfrentándome a lo inevitable.

Sus ojos permanecieron sobre los míos, no sabía definir que había en ellos, no sabía si se trataba de confusión, tristeza o simplemente temor a lo próximo que podría salir de mis labios.

Alzó su mano pero me alejé de inmediato, pisando las llaves con mi talón. Su semblante se volvió completamente vulnerable ante mi reacción, pero solo lo observé.

––No me toques ––dije, seguido de apretar los labios ––. No puedes decir esas palabras, no quiero volver a escucharlas salir de tu boca.

––Es lo que siento ––y se llevó una mano al pecho, soltando una gran cantidad de aire que parecía haberse acumulado en sus pulmones.

––No sabes lo que es amar ––solté, con la actitud más fría que alguna vez había experimentado ––. Yo no te amo, así que no me ames.

Volteó el rostro, observando hacia la calle, dejando caer la mano en su costado. Presionó la punta de su nariz entre sus dedos y sorbió su nariz, analizando mis palabras probablemente. Bajó los escalones sin darme la espalda y finalmente asintió, con su labio inferior hacia afuera y el semblante más triste que le he visto en el corto tiempo desde que lo conozco.

––Está bien ––carraspeó su garganta y sonrió con sus labios sellados y morados ––. No te he pedido jamás que me ames, pero...––suspiró ––, no voy a rendirme fácil. Sé que tienes tanto miedo como yo a saber hasta dónde llegará esto, pero no voy a ocultar de por vida lo que siento, no puedo, y lo siento.

Aturdida por sus palabras, no me percaté de las lágrimas que brotaban débilmente por mis ojos. Me pasé ambas manos por la cara e inhalé.

––Si realmente es como dices, si me quieres tanto...

––No te quiero, Laura ––negó con la cabeza, soltando una risa amarga mientras agachaba la mirada y hundía ambas manos en sus bolsillos ––. Te amo más de lo que podré amar en toda mi vida.

Me mordí el labio inferior con fuerza y exhalé.

––Vete, Ross ––murmuré tan bajo como me era posible decirlo ––. Por favor ––sollocé.

––No llores, por dios ––pidió, sin saber qué hacer.

––Sólo lárgate de aquí ––tragué grueso y me incliné a levantar las llaves ––. No vuelvas...

Me observó por unos segundos que parecieron eternos y finalmente apartó la mirada, colocándose la capucha y apretando la mandíbula, se echó a caminar lo más rápido que pudo cuando cerré la puerta tras mis pasos.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora