30

10K 551 245
                                    

––Deja de mirarme ––gruñí, buscando una camiseta en los cajones.

Ross estaba recostado en la cama, claramente observando mi trasero.

––Eres tan cadente, engañitos.

––Púdrete, Ross. Ah y apaga la luz mientras lo haces.

Se rió.

––Como digas, preciosa ––apagó la lámpara de mesa.

Me salí de mi remera y entre en la de Ross, que me cubría gran parte de los muslos.

Y tenía su perfume impregnado.

Saqué mi cabello mojado hacia afuera y salí de mis pantalones, dejando mi ropa sobre una silla.

Caminé en la oscuridad hasta tocar el edredón de la cama.

Escuché como Ross se quitaba sus pantalones por el choque de metal de la hebilla de su cinturón.

––Dime que tienes alguna pijama puesta.

––¿Te estremece dormir con tal hombre de físico escultural?

Rodé los ojos en la oscuridad, resoplando.

––Y no ruedes los ojos.

––¿Tienes ojos de gato o qué?

––Si así fuese, ni siquiera hubiese bastado apagar la luz, preciosa.

Cierto.

Me metí bajo las sábanas, cubriéndome hasta el cuello. El colchón se hundió a mi lado y sentí el aroma de champú que liberaba el cabello empapado de Ross.

––Buenas noches ––dijo.

––Intenta no tocarm...

Su brazo me envolvió el cuerpo y me acercó a él.

––Muy tarde, preciosa.

Resoplé y tiré mi cabello hacia atrás, golpeándole la cara apropósito.

––Quita tus brazos si quieres tener hijos.

––Uhm, podría intentar tenerlos ahora ––murmuró, cerca de mi oído.

Enterré mi codo en sus costillas, causando que me soltara de inmediato y se quejara.

––Inténtalo y te castro mientras duermes ––golpeé la almohada para apoyar bien mi cabeza ––. Ahora sí, buenas noches.

––Esta no era mi idea de que te quedaras ––dijo, hablando entrecortado.

––Sé que te quité la respiración ––presumí ––, y la ilusión. No tienes por qué agradecer, cariño.

––Eres tan...

Alcé una ceja y me volteé, mirándo su figura.

––¿Tan qué? ––apreté los dientes.

––Sexy, cadente, increíble e insoportable pequeño ser humano.

––¿Quieres que te quité un pulmón, Ross?

Hizo silencio.

––No.

––Entonces duérmete.

––Oblígame.

––¿Quieres que lo haga? ¿En serio? ––dije, alzando ambas cejas aunque él no pudiese verme.

No habló más.

––Eso pensé. Hasta mañana.

Me volví a girar y cerré los ojos. Respirando profundo.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora