Evy es una chica tranquila, vive atrapada en su propio mundo. Prefiere quedarse en casa viendo una película, que salir de fiesta un viernes por la noche.
Sin embargo todo su mundo se pone patas arriba cuando conoce a Christopher, un chico guapo, se...
— descuida, ni una sola palabra saldrá de mi boca — seguí el juego — tu reputación está a salvo conmigo
— Mhn — tarareo estando de acuerdo.
Lentamente bajó sus manos y apretujó mis nalgas. Di un saltito de la sorpresa y soltó una risita.
— ¡Chris! — protesté
— ¿Qué ocurre? — me acercó usando mis nalgas como punto de acción sin dejar de lado esa expresión juguetona — ¿No puedo tocar lo que es mío?
Levanté la mirada hasta que logré ver el color azul de sus ojos.
— Tu...
Me interrumpió. Sus labios encontraron los míos en un instante. Mi cuerpo era agitado por el leve vaivén de la marea, pero las manos de Christopher me mantenían firme junto a él. Sus besos sabían tan bien, alimentaban la fina línea que conectaba los latidos de mi corazón y el deseo.
De pronto frunció el ceño.
— estas temblando del frio —añadió preocupado — es hora de salir — indicó, tomándome de la mano para después llevarme a donde estaban nuestras cosas.
Tomó mi ropa seca y me la entregó. Me giré para quitarme la camiseta. Aún sentía algo de vergüenza, pues no tenía unos pechos perfectos y grandes.
Después de que ambos estuvimos secos y vestidos nos volvimos a sentar en las toallas, sin embargo, el sacó otra toalla de un pequeño cesto y la puso alrededor de mí. Me cubrí con la toalla mientras dirigía mi cuerpo más cerca de la fogata.
Lo miré mientras servía las copas de vino.
La noche había caído sobre nosotros, eche un vistazo a las estrellas antes de tomar un trago de vino. Por primera vez mi mente estaba vacía y mi respiración tranquila.
— voy a intentarlo — su voz me hizo voltear la mirada hacia el
— ¿El que? — lo miré confundida.
— lo que tú mamá piensan que somos...
El corazón me latía con tanta fuerza que podía escucharlo a pesar del sonido del oleaje.
— ¿Qué somos novios?
Asintió
Dejé la copa de vino sobre la mesita y me acerqué a él para besarlo de forma casta. Me sentía plena, quería a este chico, lo quería de verdad. ¿Cómo es que pasé de odiarlo a quererlo? Estando con el me sentía fuerte, pero a la vez protegida.
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Saqué los libros para las siguientes clases y ordené mis apuntes, como solía hacerlo siempre. Chris puso una mano sobre la puerta del casillero mientras me miraba.
