~Capítulo 7~

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Maratón 2/2

Louis' POV

En el mismo instante en el que escucho los pasos detrás mío, siento una presencia. Trago saliva ruidosamente, y es que se me hace difícil tragar debido a que tengo un nudo en la garganta que me impide hacerlo. Me duele. Siento los nervios comerme vivo, pero tal vez estoy siendo muy paranoico y sólo es una simple persona que camina por ahí.

Giro el cuello y miro atrás discretamente, y me doy cuenta que no es una presencia... Son dos, y ambos están vestidos de negro.

Tienen una capucha que les tapa la mayor parte del rostro, y como si eso no fuera suficiente, llevan gorras. Caminan uno al lado del otro, con las manos en los bolsillos de los buzos, que por cierto, son unas tallas más grandes de las suyas. Deduzco, por cómo van vestidos, que son ladrones. Y es que en el lugar donde yo vivo, tenemos un lema: "todos son ladrones, hasta que demuestren lo contrario". Y ese lema me ayudó en varias ocasiones, aunque sinceramente, no creo que ahora lo haga.

Apuro el paso, o por lo menos lo que mi estatura me permite. Me intento convencer de que los estoy juzgando mal, que sólo son adolescentes en un período de rebeldía, pero cuando observo que los tipos también empiezan a caminar más rápido, ahí es cuando empiezo a hiperventilar.

No sé qué hacer. Si corro, seguro ma atraparán, porque vamos, ellos son ladrones, y deben tener experiencia escapando de la policía. Si intento hacerles frente, seguro con un golpe me noquearán, además de que son dos, y ambos son más fuertes que yo. Podría pedir ayuda, pero eso implicaría correr ya que no hay ningún negocio cerca. Eso si no llevan un arma de fuego o un arma blanca. Que suerte la mía. ¿Qué demonios se supone que debo hacer?

Cuando me quiero dar cuenta, ya se me acercaron bastante, ahora están a solo unos cuantos metros detrás mío. Maldigo internamente mi horario de salida, y que la gente de aquí no tenga vida nocturna.

Entonces, hago lo más racional en estas circunstancias, empezar a correr hasta que me atrapen. De inmediato los sujetos comienzan a correr detrás de mí. Doblo en una esquina, y luego vuelvo a doblar, intentando perderlos de vista.

Me apego a una pared, respirando agitadamente, intentando recuperarme. Por un instante, creo que los perdí, pero en ese momento, siento que me toman del cuello y me lo aprietan, impidiéndome respirar.

Pataleo e intento quitar las manos de mi agresor de mi cuello. Morir asfixiado es una de las peores formas de morir, por la desesperación de no poder respirar, de sentir cómo se te escapa la vida junto con el aire de tus pulmones.

Cuando estoy a punto de rendirme, (ya lo sé, soy muy débil), me suelta y caigo al suelo con un golpe seco. Toso y respiro pesadamente. Inhalo por la boca para que me entre más aire. Me arde la garganta.

Pero no me dan tiempo de recuperarme cuando me levantan del cuello de la remera que llevo, y me golpean en el rostro con tanta fuerza que caigo al suelo nuevamente. Siento una punzada en mi ojo derecho, apenas puedo abrirlo. Me llevo la mano a la zona dañada, solo para darme cuenta que estoy llorando y que me sangra la nariz. Ahora mismo debo estar horrible, un ojo morado y la sangre combinada con las lágrimas que se me esparcen por el rostro. Me doy asco de mí mismo.

Pero en eso caigo. Es sangre. Me da asco la sangre, y más si es la mía. Siento unas terribles ganas de vomitar, se me revuelve el estómago y me dan arcadas, pero no tengo mucho tiempo de pensar en eso ya que siento un dolor inmenso en mis costillas. Me acaban de patear, muy fuerte por cierto, pero para ellos no es suficiente. Continúan pateándome, una vez tras otra, hasta que se les cansa la pierna. Yo lo único que hago es gritar, pedir auxilio, pero nadie escucha.

Me golpean en todos lados, hasta en mi entrepierna, creo que me quieren dejar estéril. Me doy la vuelta y toso, y escupo sangre. Eso es malo.

-P-por favor, paren- susurro en medio del llanto, pero parece que no me escuchan- por favor... ¡P-paren! ¿Que qui-eren?- se me corta la voz a causa de mis sollozos- Tomen lo que quieran, pero y-ya no me golpeen, se lo suplico- me hago bolita intentando protegerme de los golpes. Ellos ríen, como si fuera lo más gracioso del mundo. La verdad, yo no entiendo el chiste.

-Tú no tienes nada que nosotros queramos, tonto- uno de los hombres habló, mirando a su compañero como si yo estuviera loco.

-¿Y-y por que hacen esto?- estoy confundido, si no quieren robarme, ¿que quieren de mí?

-Nos pagan, éste es nuestro trabajo- no lo entiendo... ¿Quien pagaría a dos sujetos para que me golpeen?

Que idiota soy. La verdad, un montón de personas lo harían. La gente es capaz de hacer cualquier cosa si se ven amenazados por alguien que sea diferente. Los humanos tendemos a tener miedo de lo que desconocemos, por lo que cualquier cosa diferente a ellos es desconocida, y se ven amenazados por esa cosa. Al no querer admitir que le tienen miedo, buscan la forma de sentirse superiores a eso, ya sea agrediéndolo, humillándolo, etcétera. Seguro que algún homofóbico, o un grupo de homofóbicos, pagó para que me hagan esto.

-Bueno, basta de preguntas, que aún tenemos algunas cosas que hacerte y no disponemos de toda la noche.

-¿Que? P-pero si ya me golpearon, ¿que más quieren hacerme?- abro los ojos como platos al ver la sonrisa pervertida de uno de los hombres. Por favor, que no sea lo que estoy pensando.

-Oh, cariño, golpearte no es todo lo que te vamos a hacer. Dime, a ti que tanto te gustan las pollas, ¿no te gustaría tener dos?- mierda, con eso que dijo se me confirman todas la dudas. Se me revuelve el estómago del asco que me da siquiera pensar en eso, y niego con la cabeza repetidas veces, mientras más lágrimas resbalan por mis mejillas, empapándolas más de los que están, y dejándome una sensación de ardor. Es increíble que me odien tanto como para pagar para que me violen, y es irónico, ya que me violarán hombres...

Violar, que asquerosa palabra. Preferiría que me maten antes de quedar traumado por una violación. No me importaría que acaben con mi vida, (en sí ya lo intenté hacer), pero sí que la jodan más de lo que está.

Intento alejarme, arrastrándome con mis pies y manos. Me duele hasta el alma por cada movimiento que hago, pero ahora no me importa. Sé que lo que estoy haciendo es inútil y estupido, pero por lo menos hago algo y no me quedo de brazos cruzados admirando cómo me quitan la virginidad.

Sí, a pesar de que tengo 22 años, sigo conservando mi virginidad, porque es lo más preciado que tengo de mi cuerpo. Si se enteraran que soy virgen, seguro se burlarían hasta mi muerte, es por eso que nadie lo sabe. Y estos hombres tampoco tienen que saberlo.

Se acercan y mientras uno me toma de ambos brazos, el otro comienza a pasar su mano por todo mi cuerpo. Intento zafarme, pero se me hace imposible. Empiezo a patalear, y logro golpearlo en el estómago. Parezco un gusano retorciendome, pero es lo que menos me importa en estos momentos.

Hago mi codo hacia atrás, y golpeo al que me tenía sujeto en las costillas. No tengo idea de cómo hice eso. El chico se agarra el costado, y aprovecho para golpearlo en la entrepierna con la rodilla. Me doy la vuelta, el hombre al que le pateé el estómago se está levantando. Entro en pánico, no quiero que se levante. Con toda mi fuerza (que no es mucha por la debilidad de mi cuerpo) vuelvo a patearlo, pero esta vez en el rostro. Le empieza a salir sangre de la boca y me alarmo, pero me recuerdo a mí mismo que él me quiso violar.

Doy media vuelta, y con todo el dolor del mundo, comienzo a correr. Bueno, no correr en sí, sino a arrastrarme lo más rápido que puedo. De la desesperación que tengo, no puedo respirar bien, además de que las lágrimas me nublan la visión. Todo está borroso. Miro hacia atrás, y casi me da un infarto. Ninguno de los dos delincuentes están en donde se encontraban antes.

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Hola! Otra vez... Les quería decir que hago maratón porque las quiero y porque es un regalo adelantado de Navidad (que hermoso regalo)

P.D: los hechos del capítulo pasado y éste ocurren en el mismo día, el viernes, sólo que en diferentes horarios (uno ocurre al mediodía, y otro a la noche)
Se las quiere
B.C

ANOREXIA- Larry StylinsonWhere stories live. Discover now