Los gemelos estaban vestidos con la misma ropa, ambos iguales, no había ninguna diferencia y si no fuera porque los conozco hace 11 años no sabría cual es cual, de hecho, justo ahora, estoy dudando un poco.

­-¿Y Jorge?

-¡Tienes que bajar! -exclamó León emocionado.

Bajé las escaleras y me junté con ambos. Diego se tiró encima mío junto a León y creo que voy a explotar.

-Y ustedes tienen que ir a ordenar sus cosas, vamos a volver a la antigua casa -sonreí y esperé a que los gemelos también lo hicieran pero ellos sólo abrieron aún más los ojos.

-¿Por qué?

-Porque vamos a volver.

-Pero yo no quiero volver -susurró Diego.

-Ni yo -dijo también León.

-Está bien -forcé una risa y besé a ambos en las mejillas. Ya los veía rogando para que los dejara o ir conmigo. Esto era demasiado. Jamás pensé que mis propios hijos me dejarían sola.

-Martina...

-¡Lo que faltaba! -bufé. Ahora tenía a todos frente a mí.

-Tenemos que hablar.

-Curioso, creo que te dije lo mismo hace algunos días.

-Por favor -rogó caminando hacia mí.

-No, vine a decirte que me voy, y espero que sepas cuidar a los gemelos. Ellos se quieren quedar contigo y yo no haré nada -dije tranquila y di media vuelta para comenzar a subir las escaleras.

-¡Te preparé una cena! -exclamó.

-Pues cómetela.

-Es para ti -subió las pocas escaleras que habíamos subido y me abrazó.

Pero era inútil, ya no quería nada.

-No tengo hambre, gracias -me solté de su agarre y subí las escaleras con rapidez.

Entré a la habitación rogando a dios que Jorge se quedará abajo, aún sabiendo que era imposible. Jorge entró y puso seguro en la puerta.

-Martina...

-¿Gran idea tuya, no? Poner a los niños justo frente a nosotros para que yo quede como la mala de la historia al rechazarte. Felicidades, Jorge Blanco, estás siendo un gran hijo de puta igual que tu padre.

-No puedes decir eso -murmuró.

-¡Lo hice, y me sentí genial diciéndolo! -exclamé. Caminé al armario y abrí la maleta que estaba sobre la cama para comenzar a guardar todas mis cosas.

-Mierda, sé que arruiné todo pero tu hubieras hecho lo mismo -se sentó en la cama y llevó ambas manos a su rostro- No te vayas. Puedes quedarte aquí con los niños, me iré yo. Estaré más tranquilo al saber que están aquí.

-No creo haber dicho que me importe si estás tranquilo o no.

Jorge se levantó furioso y tomó cada una de mis manos llevándome a la pared. Y aquí estaba yo, nuevamente entre la pared y Jorge.

-Basta. Sé que hice mal en no explicarte pero si te mostrara la grabación entenderías.

-¿Qué grabación?

- Lo siento por lo de Ruggero pero quería y necesitaba saber que lo que me decía Mercedes era verdad. Te amo, joder te amo demasiado y no puedo permitir que lo nuestro se acabe por un inútil que sabe editar bien los sonidos. No me dejes, por favor. Te amo, te amo demasiado como para dejarte ir .

Papá por Accidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora