• Capítulo 22 • Lecciones de Conducir •

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• Jimin •

—¿Realmente vienes de la ciudad o nos has engañado todo este tiempo? —estábamos riendo cuando una simple pregunta rompió la red de mentiras que había tejido desde el inicio, sólo fue una broma pero mis nervios me traicionaron y mi rostro lo reflejó —. Nos has mentido... no, me has mentido —no podía creer que Katy descubriera la verdad de una manera tan absurda, apenas podía oir lo que decía, experimenté el mismo temor que sentí el día que la conocí, el temor a perderla y esta vez no sería por asustarle si no por haberme comportado como un completo idiota. Debía hacerle entender que no le había mentido con malicia por eso la miré a los ojos, estoy seguro que los míos reflejaban dolor pero los de ella pedían una explicación, intenté hablar y decirlo todo pero resultó más difícil de lo que creía por lo que decidí contar sólo una parte de la historia.
— De un lugar... horrible —mi cuerpo se estremeció —, un lugar del que creí que nunca saldría, una prisión en la que estuve durante diez años —¿Prisión? No podía decirle que soy la bestia que escapó de una cueva por lo que me limité a decir que le mentí por temor a que se alejara, le conté algunas de las cosas que viví en ese infierno y cómo ella me salvó, entonces mi miedo se intensificó cuando comprendí que sin ella no sería nada, sin ella mi mundo seguiría siendo una mierda y terminé pidiéndole disculpas, hablando sin parar, diciendo cuanto le necesitaba... hasta que me besó. No fue sólo un beso, fue una demostración de amor, comprensión, necesidad y podría decir lástima también. Un sollozo escapó de mi garganta, cinco minutos antes lloraba por miedo pero ahora lo hacía de felicidad; ella tenía ese poder sobre mi, podía cambiarlo todo en segundos. Katy envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y yo rodeé su cintura con los míos, la apreté contra mi sin ninguna intención de dejarla ir, cayó sobre mi y partes de mi cuerpo que habían estado dormidas despertaron. Intensifique el beso hasta que la temperatura de mi cuerpo aumentó, deseaba mostrarle todo mi amor en ese momento pero recordé su miedo y me detuve, separé nuestras bocas y junté nuestras frentes. Katy tiene un sabor que me vuelve loco y se me hace difícil pensar razonablemente pero tenía que hacerlo por ella.
— Estoy llegando a mi límite —reí y ella se sonrojó —pero debo llevarte a citas primero, y para ello necesito aprender a conducir.
— De acuerdo, vamos por tus lecciones — Katy rió y nos pusimos de pie, me llevó de la mano hasta la salida, cerró la puerta tras nosotros y se detuvo, me miró con curiosidad y apretó los labios —, necesitamos un automóvil —yo no pude más que abrazarla con fuerza y reír sobre su cuello, Katy tenía una madurez y experiencia enormes pero a veces podía ser increíblemente inocente.
— Lo sé, ven aquí —tomé otra vez su mano y la llevé a la casa de los Herondale, ingresamos sin golpear y Marge volteó sobresaltada, su rostro palideció y no pudo recobrar la compostura antes de que Katy lo notara —. Las llaves del auto —demandé con firmeza.
— ¿Qué harás con él?
— No es de tu incumbencia, sólo dime donde están.
— En la habitación, Harry las tiene —respondió con desdén. Dirigí a Katy por el pasillo y me detuve frente a la puerta de la habitación matrimonial.
— Espera aquí —dejé un cálido beso sobre su frente y entré sin tocar, no supuso un gran esfuerzo conseguir que Harry me diera las llaves puesto que llevaba un tiempo sin verles la cara siquiera y mi repentina presencia les dejó aturdidos. Salí en busca de Katy y la encontré parada frente a la puerta abierta de mi habitación, miraba todo con curiosidad pero permanecía allí como esperando una aprobación para ingresar —. La última vez que viví realmente aquí tenía nueve años —Katy me dio una mirada interrogante y supe lo que me estaba pidiendo, posé una mano en su espalda baja y le di un leve empujón animándole a entrar. Me senté en la cama mientras ella recorría todo hasta detenerse frente a un mueble donde se hallaba el anillo familiar.
— Es muy hermoso —caminé hasta ella.
— Era de mi padre, ha estado en mi familia por décadas y ha pasado de generación en generación.
— Debe ser realmente costoso. ¿Por qué no lo usas? —lo sostuve entre mis dedos y una imagen de mi padre contando sus historias vino a mi mente, lo dejé nuevamente en su lugar.
— Me trae malos recuerdos —murmuré en tono apagado.
— Es una lástima, aquí alguien podría robarlo.
— Para ser honesto, nunca nadie se atrevió a tocarlo, tu eres la primera —Katy agrandó los ojos y yo me encogí de hombros —mis tíos dicen que es espeluznante —Katy negó efusivamente con la cabeza.
— Yo no creo que sea así, es un poco extraño pero yo pienso que es hermoso en verdad —lo medité por 1.5 segundos y quité la cadena sin dije que Katy traía en el cuello, enganché el anillo y devolví la cadena a su antiguo lugar con su dueña.
— Cuídalo por mi... hasta que tenga el valor de usarlo —Katy miró una vez más el anillo y asintió.
Marge se encontraba parada frente a la puerta de entrada, tenía su típica expresión de soberbia que conseguía ponerme de mal humor con facilidad —. Quiero el auto de regreso en dos horas y libre de rasguños —demandó con total confianza. Confianza que se esfumó tan rápido como un pestañear.
— Piérdete —gruñí y retrocedió.
Sabía que Katy se había percatado de lo sucedido en el interior de la casa y supe que ella también estaba asustada cuando se detuvo junto a la puerta del conductor y me miró con un brillo de inseguridad en los ojos.
— Tiene miedo...
— Es mejor así —dije con tranquilidad.
— Un miedo muy real, ¿ella... conoce lo que ocultas?
— En cierto modo sí, lo hace —el miedo se instaló por una milésima de segundo en su mirada pero se disipó con la misma velocidad.
— Muy bien —anunció con entusiasmo —vamos por tus lecciones —. Katy ya no estaba asustada pero yo sentía la necesidad de explicar mis motivos aunque ella no lo pidiera.
— ¿Katy?
— ¿Jimin?
— ¿Sabes que nunca te lastimaría, verdad? —sonrió sin titubear, eso sin dudas era una buena señal.
— Por supuesto —estuvo a punto de voltear pero tomé su rostro entre mis manos.
— Ellos son malos Katy, han hecho daño a muchas personas y no voy a permitir que te hieran a ti. No me gusta hacerlo pero es mejor así, ellos me temen y saben que yo estoy aquí para protegerte. Debo mostrarme invencible ante ellos, cualquier signo de vulnerabilidad podría estropear todo y poner en riesgo tu seguridad —Katy depositó un beso en mi mejilla y sonrió.
— Gracias por cuidar de mi.

Katy •

¿Ya lo tienes todo? —Jimin asintió, se notaba a simple vista que estaba nervioso a pesar de tener una increíble memoria y velocidad de aprendizaje —muy bien, pisa el embrague y coloca la primera —Jimin obedeció —pisa el acelerador y suavemente ve soltando el embrague —el auto comenzó a avanzar y reí cuando los ojos de Jimin se iluminaron llenos de emoción —muy bien. Ahora acelera, pisa embrague y coloca el segundo cambio, que sea todo en un movimiento fluido —Jimin asintió y como si fuese un conductor experto realizó la maniobra a la perfección. Como a todo principiante se le dificultaba llevar el auto en linea recta pero más allá de eso hacía todo a la perfección. Luego de un par de horas había dominado completamente el paso de los cambios e ir en linea recta, incluso podía reconocer cuando el motor le exigía una pasada. Dispuesta a pasar al siguiente nivel le sugerí abandonar los solitarios caminos de montaña y practicar en el pueblo.
— Lo estás haciendo increíble, yo tardé un mes en conseguir hacerlo sin tirones —reí y él me miró con el orgullo dibujado en sus facciones.
— Tengo una excelente maestra —sonrió y yo me perdí en esa maravillosa vista, no lo hacía a menudo y era algo realmente digno de admirar. Nuestros ojos se encontraron por lo que pareció una eternidad, tanto como para no notar la cabra junto al camino. El animal saltó frente al automóvil asustando a Jimin quien giró con brusquedad el mando y enterró el pie en los frenos a pocos centímetros de un árbol. Mi cuerpo se deslizó hacia el frente pero el cinturón me trajo de regreso, Jimin estaba con los ojos muy abiertos y las manos aprentadas en el volante, el auto no llegó a tocar el árbol pero el susto fue grande.
— ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? —Jimin volteó y tomó mis mejillas —lo siento, lo siento, no lo vi, yo...
— Shh, está bien. No ha sido nada —le tranquilice —¿Tu estás bien? ¿Quieres continuar o prefieres regresar?
— Vamos a casa ¿Puedes conducir tu? —sonreí y asentí, cambiamos lugares y en silencio tomamos el camino de vuelta.
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Definitivamente poner fecha no me funciona, quería actualizar para fin de año pero no conseguí hacerlo. Es un capítulo un poco corto pero espero que les guste..
Gracias por apoyarme siempre..

La Maldición de Ladón. Where stories live. Discover now