• Capítulo 14 • Mi doncella •

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• JIMIN 

—¿De verdad quieres saber la respuesta? —Mi corazón se aceleró, volvía a sentir miedo, pero era un miedo diferente. Estaba por confesar mis sentimientos y me aterraba ser rechazado. El recuerdo de Clary en la mañana me puso aún más nervioso. 

《—¡Jimin! —Volteé para ver a una sonriente Clary correr hacia mi—. Necesito decirte algo, en privado, es importante. —Acarició mi brazo y creí que mi instinto animal entraría en acción pero no, nada ocurrió.
—Claro, ven aquí. —Ingresé a la sala de danza con ella detrás mio, me senté en el único escritorio ocupando el lugar—. Dime. ¿Qué necesitas?
—A ti —la miré.
—Bueno —aclaré mi garganta—, eso fue algo, directo. —Nunca había pasado por algo así ¿Cómo rechazas a alguien sin herir sus sentimientos? Mis sentimientos no estaban en juego esta vez, ella no movía nada dentro de mi más que malos recuerdos. Su piel blanca y cabello rubio me recordaban a las otras diez doncellas sin nombre, rostros que nunca en la vida saldrían de mi mente. 
—Lo siento, si no lo hacía de esa manera no hubiese tenido el valor suficiente. Me gustas, eres simplemente perfecto y es mi primera vez dando el primer paso pero debía hacerlo. Me gustas y quisiera salir en una cita contigo, sólo eso pido, que me des la oportunidad de mostrarte que valgo la pena, que no te arrepentirás de salir conmigo. —Suspiré tratando de aliviar la tensión.
—Esto va a ser difícil para ti pero quiero que entiendas que intento ser una buena persona, no sería justo para ti que aceptara tu petición sin sentir nada. 
—Lo sé, por eso sólo pido que salgas conmigo una vez, luego tu decides si empezamos una relación o no.
—Clary, no hagamos esto más complicado. No voy a salir en una cita contigo y no tendremos una relación porque tu no eres mi tipo, Katy lo es. Ustedes son amigas y no quiero afectar su relación, no es justo para ninguna, y no soy del tipo que sale por diversión, yo no quiero herir tus sentimientos. 
—¿Te gusta Katy? —su voz se quebró a pesar de su intento de ocultarlo. 
—Más de lo que puedes imaginar. —Me sorprendí a mi mismo por tanta sinceridad. 
—Entiendo. Sólo, voy a pedirte dos favores. No le digas a nadie sobre esto, es un pueblo muy chico y sería demasiado vergonzoso, y no te pases de listo con Katy, ella ha sufrido demasiado para tener un problema más. Si vas a darle felicidad no te preocupes por mis sentimientos, preocúpate sólo por ella y no la lastimes. —Sonreí, es una buena chica.
—Descuida lo sé, no lo haré. —Asintió con la cabeza y se dirigió a la puerta. — Clary. —Volteó y vi sus ojos cargados de lágrimas, Clary se había convertido en otra de mis victimas—. Gracias por ser una buena amiga, Katy tiene suerte de tenerte. —Asintió otra vez y cruzó la puerta desapareciendo de mi vista.》

Ahora comprendía porque usó el modo directo, debió necesitar mucho valor para hacerlo, y yo lo necesitaba también.   
—Claro que si, no entiendo el porque, apenas nos conocemos y...
—Lo hago porque me gustas —Katy contuvo la respiración y yo solté el aire retenido en mis pulmones, lo había dicho, era el momento de la verdad. Ser rechazado era una posibilidad a la que temía enfrentarme.
—¿Q-qué h-has dich-dicho? —su voz sonó ronca y entrecortada.
—He dicho que me gustas. Katy, tu me gustas. —Mis manos comenzaban a temblar y si no obtenía una respuesta todo se volvería un desastre, soñé con este momento desde que oí su voz por primera vez, cada día que pasaba era una infinita tortura. Luchar contra mi naturaleza requería todo de mi, a veces, por la noche salía y me adentraba en la oscuridad de la cordillera para cambiar de forma y liberar la presión dentro de mi. Levanté la vista de mis manos hechas puños y me tambalee hacia delante al ver a una Katy con la vista perdida y las lágrimas bañando su hermoso rostro. —¿Kat? —No respondió, mi pulso se aceleró, su mirada estaba cargada de emociones pero a la vez no decía nada que me diera una señal de algo—. ¿He dicho o hecho algo malo? —Seguía sin reaccionar y yo comenzaba a desesperarme—. Kat, por favor, di algo. —Abrió la boca para hablar pero luego la cerró, me acerque con cuidado de estar cometiendo un error, sus ojos buscaron los míos y mi corazón se estremeció con el profundo dolor que salía de ellos.
—Yo... ¿cómo puedo gustarte?, no soy más que una mujerzuela, una vagabunda sin familia. No tengo nada para ofrecer, soy completamente inútil y tampoco soy bonita. —¿Qué demonios estaba diciendo? Hablaba más para si misma que para mi y mi respiración aumentaba de velocidad de una manera increíble. 
—¿Por qué dices todo eso de ti misma?
—Charlie, es lo que siempre decía, cada segundo, cada hora, cada día. 
—Tu. —Apunté con un dedo en su dirección—. Escucha y presta atención. No debes ofrecer nada, yo te quiero a ti no a lo que tengas para dar. No eres una inútil ni una vagabunda, no tienes familia pero me tienes a mi. Y mucho menos una mujerzuela, nunca lo serás, tu eres una muy hermosa doncella... 
—No soy una doncella. —La miré desconcertado y ella rió amargamente. —No soy virgen.
—¿Qué? —su repentina confesión me dejó confundido.
—Hace cuatro años dejé de serlo.
—¿De qué estás hablando? —Realmente no entendía lo que Katy estaba diciendo, agachó la cabeza y dejó escapar un leve sollozo.
—Tenía quince cuando... cuando Charlie me violó junto a sus amigos. — Por unos segundos nada ocurrió y entonces mi puño chocó con fuerza contra la nevera dejando una abolladura en el lugar, Katy retrocedió un paso asustada.
—¡Voy a matarlo! —grité.
—¿Eh? 
—Voy a encontrar al maldito infeliz, voy a desollarlo vivo y  meter el miedo justo en el centro de su jodida alma y luego voy a matarlo. —La ira salía por cada poro de mi piel, Katy abrió los ojos. 
—¿Jimin? —Bajé mi puño que aún se encontraba apoyado en la nevera y pasé mi mano por mi cabello tratando de aliviar la frustración, la miré.
—Eres una doncella —afirmé—. No dejes que nadie te diga lo contrario. — Achiqué la distancia entre nosotros y tomé sus mejillas para levantar su rostro y ver directo a sus ojos—. No fue tu culpa por eso sigues siendo una doncella, al menos yo lo pienso así. Eres perfecta para mi y te quiero así, mi linda doncella. —Limpié sus lágrimas con mis pulgares—. ¿Kat, quieres ser mi doncella? —Asintió en medio del llanto y la besé. Saboreé sus dulces labios de manera tierna y sonreí contra su boca. La felicidad desplazó a un lado el enojo. La rodeé con mis brazos y deshice el beso, acomodé su cabeza en mi pechó y apreté el abrazo, eso era justo lo que ella necesitaba en ese momento y se lo di.
Al cabo de unos minutos dejó de llorar, la levanté en mis brazos causando una risa de su parte. La llevé hasta la habitación y la dejé sobre la cama, quité sus zapatillas y la tapé con la frazada. Me senté en el piso, a su lado y comencé a acariciar su rostro, ella se hizo a un lado y me indicó que subiera con ella a la cama. Me acomodé a su lado y nos quedamos allí, en completa tranquilidad observando el rostro del otro. 
—¿Ahora, se supone que soy, tu novia?— Dejó salir lo último casi en un susurro y se sonrojó. Sonreí y besé su mejilla. 
—Eres más que eso, eres mi doncella así que no puedes mirar a nadie más, sólo a mi. 
—Como las doncellas de los cuentos mitológicos. —Sonrió y el alivio me llenó, mi trabajo estaba hecho, ella ya no se sentía triste.
—Exactamente, justo como en los cuentos, eres mi doncella. Mía y de nadie más.  

La Maldición de Ladón. Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz