• Capítulo 9 • Once años •

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• JIMIN •

—"Recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón"—. Dije las mismas palabras que pronuncié la tarde que me traicionaron, de reojo vi como la mandíbula de Zac se apretó. Para mi desgracia, yo era quién tenía corazón, un corazón que ha llorado por años sin poder olvidar la traición de quienes creía familia.
Ingresé a la casa de los Herondale como si fuese la mía propia, ellos estaban sentados en el sofá grande viendo la televisión, me senté en el sillón de una persona, cruzando las piernas me apoyé en el respaldo. Lo hice como si fuera un integrante más de la familia que se unía a ver la televisión.
—¿Qué día es hoy? —Pregunté y ambos se tensaron.
—10 de septiembre —murmuró Marge.
—¿De qué año?
—2015 —se removió incómoda.
—Que interesante, faltan unos días para mi cumpleaños. —Moví mis dedos como si sacara cuentas con ellos—. Han pasado casi once años. Al principio pensé, "se arrepentirán y me sacarán de aquí", luego supe que eso nunca pasaría. Desde el primer momento perdí la noción del tiempo, no había forma de saber cuando era de día o de noche, no había más que completa oscuridad. ¿Sabían que en Corea dormía con la luz encendida porque me aterraba la oscuridad? Suponía que llevaba mucho tiempo allí adentro, pero, once años. ¿No es eso demasiado? ¿Pensaban siquiera sacarme alguna vez? No. ¿La cueva encantada debería de haberme mantenido ahí hasta la muerte no es así? Recuerdo a la perfección diez asustadas doncellas ¿Eran una por año verdad? ¿Cómo terminó Katy metida en toda esta mierda? No es rubia, no tiene ojos azules. ¿Por qué la eligieron a ella? —Tenía mucho más para decir, mucho rencor acumulado, pero en cuanto esa pregunta llegó a mi cabeza supe que no podría seguir hasta obtener la respuesta. Ninguno habló y mi humor comenzaba a ponerse feo—. Hice una pregunta y en verdad me gustaría una respuesta detallada. ¿Por qué ella?
—Nosotros no la elegimos. —Como siempre era Marge quién hablaba.
—Dije, respuesta detallada.
—Siempre buscamos una doncella digna de ti, ya habíamos seleccionado una como las demás, una pura y sin familia que reclamara su desaparición, pero esta vez, Katy vino por su cuenta, se veía como una muchacha casta, no creímos que la diferencia física te importara. —Apreté mi puño.
—Importa, mucho. Ella es diferente, ella es única, ella merecía ser salvada...
—¿Las otras no lo merecían? —Interrumpió Marge y rió.
—Lo merecían, sí, pero mi naturaleza era más fuerte que yo.
—¿Era? —Harry me miró.
—Sí, aún no sé la razón, hace unos días mi cuerpo cambió, más fuerza y por sobre todo, más auto control. Volviendo a lo anterior, once años es mucho. Once años de aburrimiento, once años de oscuridad, once años de rencor, once años de sufrimiento, once años de soledad. ¡Once malditos años! —Grité y golpeé mi puño en el posa brazos del sofá, ellos me miraron asustados—. Sólo eso me han dado, puros sentimientos inútiles que no han hecho más que consumir lentamente lo bueno en mi. ¿Saben que es lo que más deseo ahora mismo? Devolverles el doble de cada lágrima que mis ojos derramaron durante estos jodidos once años. —Las manos de Marge comenzaron a temblar. Yo me puse de pié, pasé las mías por mi cabeza y reí nerviosamente—. Pero ¿Qué sentido tendría? Soy por naturaleza, más sabio que ustedes. ¡Diablos! —Di un puñetazo a la pared y ellos saltaron en el lugar—. Podría torturarlos hasta morir, podría simplemente matarlos y ya, o mejor aún, podría arrojarlos al maldito pozo y dejar que vivan en carne propia cada una de las cosas que yo viví, la lista sigue. Era sólo un niño cuando me traicionaron —mis lágrimas caían libremente para entonces—, pero ahora he sido liberado, y ya no soy un simple niño inocente, no voy a permitir que todo se repita, no... —Un golpe en la puerta me interrumpió, me acerqué instintivamente y abrí.
—Iremos por u... —Katy enmudeció al ver mi rostro mojado por el llanto— ¿Qué ocurre?
—No es nada. —Limpié mis ojos con las yemas de mis dedos—. ¿Necesitabas algo?
—Yo... —Miró en dirección a su casa—Iremos por unos helados ¿Quieres venir? Tal vez te haga sentir mejor. — En la cueva lloraba en soledad y no existía manera de mejorar mi estado de ánimo, consideré decir que no, pero ahora era libre, podía elegir, y ver a Katy con un lindo vestido azul era tentador.
—De acuerdo, sólo... —miré por sobre el hombro a los Herondale— iré a cambiar mi ropa.
—Te espero en casa. —Sonrió y se fue.
Regresé adentro y me detuve frente a los Herondale.
—Hay más cosas que me gustaría decir, pero tengo once años que recuperar. No hagan brujerías esta vez, no se metan en mi camino, no permitan que falte comida en la casa y por sobre todo, no se acerquen a Katy. Esta vez no habrá traiciones, no habrá muertes. Piensen muy bien como van a comportarse a partir de ahora. Y recuerden, yo no doy terceras oportunidades, no perdonaré absolutamente nada. —Los dejé estupefactos cuando me dirigí a mi habitación.
Cruzar la puerta de esa habitación fue como tomar una bocanada pura de recuerdos, la muerte de mis padres, la primera noche aquí, cuando descubrieron lo que soy, la tarde de la traición. Caminé observando cada detalle, todo seguía exactamente igual, el retrato de mis padres sobre el mueble, el anillo con el símbolo de la familia. Ahogué un sollozo, no podía mostrarme débil, ya no más.
Después de una ducha rápida tomé algo de ropa que había conseguido en la tienda esa mañana y salí en busca de Katy.
Llegar a la heladería no nos tomó mucho tiempo, el pueblo es muy pequeño y todo está cerca, en el camino no hablé, mi mente seguía hundida en recuerdos, la mayoría dolorosos. Decidimos buscar un lugar en la plaza.
—¡Zac! —Una chica gritó y Katy maldijo bajo, yo la miré.
—Hola linda. —Zac abrazó a la chica como si de eso dependiera su vida, ella miró sobre su hombro y sus ojos encontraron los míos, inmediatamente soltó a Zac y se acercó a mi.
—Hola, es un placer conocerte, soy Ash. —Tendió su mano y yo la tomé.
—Jimin, igualmente. —Katy bufó.
—Zac, si no cuidas a tu novia te cambiará por Jimin. —Clary río y yo la miré boquiabierto.
—Eres una perra. —Espetó una molesta y avergonzada Ash, Katy sólo sonrió.
Durante todo el tiempo que estuve en la plaza, Ash no dejó de interrogarme, se anotó en las clases de danza y artes marciales, también Clary y Katy se anotaron y no, Zac no se quedó atrás. Creo que lo hace para asegurarse de que yo no le quite a ninguna de sus "amigas".
Mas allá de eso, no fui consciente de la conversación, mi mente seguía divagando en recuerdos borrosos, imágenes confusas que continuaban llegando como flashes, no tenían sentido para mí, pero eso era lo que yo quería creer. La sabiduría que me fue dada me decía que existía una razón lógica para todas esas imágenes, pero no quería aceptarlo, sería demasiado doloroso.
—Está comenzando a hacer demasiado calor ¿No creen? —Las palabras de Clary me sacaron de mi ensoñación, estaba tan perdido en mis pensamientos que no me percate de que estaba a punto de cambiar.
—Yo, regresaré a casa, debo descansar para dar bien las clases mañana, los veo luego. —Me puse de pié rápidamente y me alejé del lugar.
El camino de regreso a casa fue una lenta y dolorosa tortura, mi cabeza estaba a punto de explotar, más imágenes seguían mezclándose con mis recuerdos. La casa al fin estuvo frente a mi, pero no, no podía ingresar en este estado, sería demasiado vulnerable ante los Herondale. Pasé de largo, me perdí en la montaña, trastabillando entre los árboles llegué al barranco de un arroyo, estaba mareado y con la vista nublada. Sin notar el camino seguí andando a ciegas, hubiese caído si Katy no hubiera gritado mi nombre.
Confundido miré a mi alrededor, vi a Katy venir hasta mi, y vi la caída hasta el arroyo, el aire escapó de mis pulmones.
—¡Casi me matas del susto! —chilló — ¿Qué demonios ocurre contigo? — Boquiabierto la miré a ella, al río, y luego a mi pie al borde d precipicio, una y otra vez—. ¿Estás respirando? — Tomé una fuerte bocanada de aire, no, no lo estaba haciendo.
—Mi... —llevé una mano a mi cabeza— duele.
—Tu nariz —Señaló mi rostro, bajé la mano y restregue mi nariz, sangre.
—¿Qué... qué haces aquí?
—¿Tú que haces aquí? —Arrugué mi frente, ni yo mismo sabía eso—. Bien, no hables. Yo estoy aquí porque te seguí. Te fuiste tan rápido de la plaza que fue extraño, y luego pasaste de largo la casa ¿Es qué no has visto el barranco?
—No. —Arrugó su frente, y yo me obligué a mi mismo a prestar atención. —Estaba distraído, lo siento.
—Está bien, vamos a casa. —Enganchó su brazo al mío y me arrastró de regreso.

La Maldición de Ladón. Where stories live. Discover now