• Capítulo 20 • Guerra de Hormonas •

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JIMIN

El blanco reluciente de las sábanas se veía opacado por el brillo de su piel. Con ropa interior de encaje negro, Katy se hallaba sentada al borde de la cama, las manos apoyadas en cada rodilla. Su expresión se mantenía inmutable ante mi —ahora— desnudo torso pero mi penetrante mirada provocó en ella el más hermoso sonrojo. Su cabello negro caía sobre sus hombros descubiertos, perfectamente brillante y sedoso a la vista. Sus labios entreabiertos y su mirada cargada de deseo inspeccionando en detalle cada parte de mi cuerpo. La tensión llenaba el ambiente, el calor se hacía insoportable y se me volvía casi imposible recordar como respirar. Cansado de contenerme, caminé y me arrodillé frente a ella, dibujé con la punta de mis dedos un camino desde su tobillo derecho hasta su cintura. Con la mano restante sostuve su cuello. Rose con mi nariz su mejilla y el lóbulo de su oreja, era el aroma más delicioso que había sentido en toda mi vida.
—Demasiado hermosa —murmuré y su cuerpo se estremeció.
Sin poder resistir por más tiempo, enrede ambas manos en el cabello de su nuca y devoré su boca como nunca antes lo había hecho, soltó un suspiro a la vez que mi lengua se introducía sin pedir permiso en su cavidad bucal.
Un gemido escapó de sus labios y mis ojos se abrieron, tardé solo un segundo en comprender que no había sido más que un sueño. Uno que se sentía muy real. Uno que aún podía saborear. Katy aclaró su garganta y su rostro tomó un color rojo hipnotizador, me obligué a borrar de mi mente ese sueño perturbador y a prestar atención al presente. Mi frente sudaba, mi mano apretaba suave pero firmemente su cadera, y mi rostro se hallaba escondido en el hueco entre su hombro y su cuello. Respiré por última vez ese aroma tan embriagador y me separé.
—Yo, lo siento. —Nunca en mi vida había sentido tanta vergüenza y satisfacción juntas. Era claro que estar en esa posición respirando su delicioso aroma era lo que había provocado ese sueño. Imaginar lo que podría haber hecho mientras dormía me avergonzaba pero el sueño me tenía en un estado del que casi no había retorno, del que no quería que hubiera algún retorno. 
...
—La deseas —susurró Ash en mi oído, aparté mis ojos de Katy y la miré.
—Llegas tarde. —Volví mi vista al grupo de alumnos que realizaban contra el gran espejo unos ejercicios de elongación. Katy tenía una pierna sobre la barra, con una mano se sujetaba para mantener el equilibrio y con la otra intentaba llegar a la punta de su pie. Tener una vista y olfato mucho más desarrollado tiene sus ventajas, pero justo en este momento desearía ser normal. El brillo que el sudor dejaba en la frente de Kat, su cabello recogido en una coleta y su blanquecino cuello a la vista, tenían a mis hormonas en una fiesta. El sudor intensificando su aroma a fresas me tenía mareado y me encontraba a punto de enloquecer. Necesitaba con urgencia una distracción, algo que llevara a mis hormonas y mente lejos de ese camino. El sueño de la mañana y la escena frente a mis ojos en este momento no ayudaban en nada a mantener bajo control mi naturaleza—. Eso te vale una media falta —le dije a Ash.
—Lo siento, me he quedado dormida, pero eres mi amigo ¿No puedes perdonarme por hoy?
—Oye —La miré, me obligué a centrar mi atención en ella antes de cometer una locura—. Debo ser responsable. — Ella respondió con un penoso puchero—. Vale —suspiré—, que sea la última vez. —Ella sonrió feliz pero perdió toda mi atención en cuanto las quejas de Katy se hicieron audibles en toda la sala. No conseguía llegar a la punta de su pie y en un intento de lograrlo resbaló y cayó al piso. Por instinto salí en su ayuda pero no di más que un paso porque Ash me detuvo de un brazo.
—Déjala que lo haga por si misma, cuando lo consiga el gozo será aún mayor. —Lo pensé un momento y con mucho esfuerzo accedí. Observé como Kat se ponía de pie y seguía intentándolo, sonreí orgulloso—. En verdad la quieres. —Ash sonrió y yo le seguí—. Y la deseas, no puedes negar que es verdad. —La vergüenza produjo un enorme sonrojo en mi rostro—. Se nota en como la miras, la devoras con los ojos. Apuesto a que la imaginas desnuda, y hasta sueñas con ella. —Le di una mirada fulminante.
—No es divertido.
—Si lo es —Ash rió—, ella también. 
—¿Qué?
—Ella también desea tener esa intimidad contigo. —La miré, realmente sin saber que responder a eso. Volví mi cabeza en la dirección donde Katy se hallaba, mis ojos conectaron por unos cortos segundos con los de ella a través del espejo. El rubor cubrió sus mejillas y apartó la mirada avergonzada. Me había estado observando, y yo lo descubrí—. No desesperes, el miedo no le durará toda la vida.
—¿Eh? —Ciertamente me estaba costando demasiado esfuerzo calmar mis hormonas y prestar atención a cualquier otra cosa que no fuera Katy.
—Llévala a citas, haste su mejor amigo. Se que ya son muy unidos pero demuéstrale que puede confiar en ti al 100%. —Difícil, esto era una locura, mi respiración se volvió pesada. ¿Y es que cómo podría ella confiar en el mismísimo demonio sin salir herida?
—¿Citas?
—Citas, cine, cena, bombones y flores.
—No entiendo de que hablas —miré a Ash con el ceño fruncido.
—No te preocupes, no tienes porque saberlo.
—Sí. Si tengo. Soy sabio por naturaleza ¿cómo puede haber algo que no sepa?
—Ay por favor, Jimin, nadie nace siendo sabio. Las cosas se aprenden, esta es tu primera relación, es normal y completamente perdonable que no sepas como actuar. —El calor subió por mi columna vertebral, pero no eran las hormonas, era la molestia ¿cómo podía existir algo que yo no supiera? Ash estaba equivocada, nadie humano nace sabiéndolo todo, pero yo sí. Yo no soy humano. Estaba molesto, todo era culpa de los Herondale, me habían encerrado, aislado del mundo, alejado de todas las fuentes de conocimiento que pudieran existir. Estuve a un segundo de salir de la sala de baile y correr en busca de ellos, pero una escena desagradable entró en mi campo de visión. Katy estaba sentada en el piso, las piernas dobladas hacia los lados y los tobillos cruzados. Ella se inclinaba hacia adelante, sobre sus piernas, estirando su columna. Pero eso no era lo que me perturbaba, era Zac. El infeliz tenía ambas manos sobre la espalda baja de Katy, empujando para ayudarle a llegar más lejos. Nublado por la ira y el revoltijo de hormonas en mi interior, caminé con paso decidido hacia ellos. Estuve a sólo segundos de acertar un puñetazo justo en su nariz, pero la mirada acusadora de Ash a través del espejo me trajo de regreso. ¿Qué en el infierno estaba a punto de hacer? Apreté el puño y me aclaré la garganta. Zac levantó la vista hacia mi y palideció, inmediatamente se alejó y yo tomé una fuerte respiración en un intento de tranquilizarme, no quería asustar a Katy también. Expulsé el aire que había ingresado a mis pulmones y me incliné. 
—A ver preciosa, déjame ayudarte con eso. —Aún me sorprendía a mi mismo por el alto nivel de auto control que había en mi.
—Nunca lo lograré —se quejó Kat.
—Oh claro que si, vas muy bien. —Le sonreí y un hermoso sonrojo se formó en sus mejillas—. Estira tus piernas. — Kat enderezó sus piernas y yo imite su posición frente a ella, puse mis pies contra los suyos y me estiré para alcanzar sus pequeñas manos. Cuando su agarre estuvo seguro comencé a tirar de ellas. Luego de unas tres veces haciendo lo mismo, repetí todo el proceso pero esta vez con las piernas abiertas. 
La clase pasó demasiado rápido, yo aún seguía en una nube de hormonas y ni siquiera recordaba que les había enseñado. Los chicos nuevamente estiraban sus músculos y yo no podía evitar  imaginar a Kat observándome con deseo. La imagen dibujada en mi mente subió la temperatura de todo mi cuerpo, miré el reloj y suspiré aliviado.
—Muy bien, es todo por hoy.  
—Moriré del cansancio. —Se quejó Kat y mi respiración se detuvo. Otra vez se hallaba sentada en el piso con las piernas estiradas, pero esta vez apoyando el peso de su torso sobre sus brazos doblados detrás de su espalda y había dejado caer su cabeza hacia atrás, dejando a mi vista su cuello reluciente de sudor.
—No olviden tomar suficiente agua y descansen mucho, la clase que viene será de resistencia. —Dije con esfuerzo y salí apresurado hacia el baño de hombres. Apoyé mis temblorosas manos sobre el lavabo y miré mi reflejo en el espejo. Mis ojos brillaban en un intenso color rojo anti humano, los cerré con fuerza y abrí el grifo. Pude sentir cómo el agua se evaporaba al entrar en contacto con la piel de mis manos. Todo mi cuerpo ardía, desde ese maldito sueño en la mañana no había conseguido tranquilizar mis hormonas. Mojé con abundante agua mi nuca y cuello, algunas respiraciones más y cerré el grifo.
Ash me esperaba en el pasillo junto a la puerta del baño.
—¿Qué haces aquí?
—Vengo a ofrecer mi ayuda —fruncí el ceño—, se que estás teniendo un momento difícil, pero Katy tiene miedo a ser tocada por algún hombre.
—Ya lo sé.
—Pero hay otra cosa a la que también le teme.
—¿A qué? —Saber que Ash conocía cosas de Katy que yo no me molestaba. —A que la rechaces si se niega a hacerlo —suspiré.
—Nunca le haría eso. —Agaché la cabeza, me entristecía saber que Katy aún no confiaba completamente en mi.
—Lo sé, por eso te ofrezco mi ayuda, voy a ayudarte a conseguir que confíe en ti antes de que tus hormonas tomen el control de tu cerebro. —Rió y yo me sonrojé—. Comienza por invitarla a salir, no te diré que hacer pero cena y cine es una muy buena primera opción. Intenta ser original. —Sin siquiera despedirse comenzó a alejarse.
—Ash —le llamé y volteó—, gracias.

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Quería actualizar para el cumple de Jiminie pero accidentalmente se me borró todo lo que ya había escrito.. Como dije, es la primera vez que escribo Lemon así que quería que quedara bien.. Pido disculpas si no es lo que esperaban.. Ya vendrá el Lemon real y la completa transformación de Jimin así que por favor estén muy atentas..
Estuve pensando si debería haber segunda temporada, pero aún no lo he decidido porque no se que podría escribir en ella..
Perdón por la demora.. Espero les haya gustado este capítulo..

La Maldición de Ladón. Where stories live. Discover now