1. Capítulo 8: Desesperación (1ª Parte)

Zacznij od początku
                                    

Los temblores del ogro eran alarmantes y el sudor que bajaba por su frente delataba que la temperatura, si no era superior al día anterior, no cedía.

—Ilora —llamó Haliee, volviendo a colocar al ogro sobre su espalda, cuando ya hubo terminado de vomitar.

Di mi atención a la hechicera, tratando de no mostrarle lo mal que me ponía verla lavar una y otra vez un sucio paño en una agua aún más sucia y pasarlo en el torso descubierto de Piwi. Admiraba a Hailee, a pesar de saber que eso no tenía cura en este mundo, ella mantenía la fe.

—¿Sí?

—¿Crees que pu-puedas venir? —cuestionó con la voz rota.

Alhaster, quién dormía a mi lado, o más bien yo lo hacía junto a él, porque él estaba imposibilitado para moverse, arrastró su mano hasta encontrarse con la mía en el suelo. Me dio un suave apretón y entonces me indicó que fuera junto a la castaña.

Castiel ya ni hablaba en esas situaciones, él solo miraba una vez y luego cerraba los ojos, fingiendo dormir. Desde que Brennan había sido llevado de nuestro lado hacía más de una semana, las conversaciones fueron disminuyendo, no valía la pena hablar. Hasta los entrenamientos habían cesado.

—Claro —respondí, levantándome esta vez un poco más rápido que antes. Los dolores en mi cuerpo eran cada vez menores y en pocos días podría quitar los puntos en mi cuerpo. Incluso mi mano parecía mejorar.

Golpeando los barrotes, Eliden llegó a nuestra celda. Abrió con un manojo de llaves, que pocas veces tenía, pues se turnaban entre los guardias para vigilar los pasillos, y sacó una pequeña bolsa de cuero color negro de su pantalón.

Había aprendido ya, que la mejor forma de ocultarse en la Corte del Sol era siendo efectivamente más obvio. El hecho de que leyeran sus mentes entre ellas hacía a las hadas menos susceptibles a las cosas obvias y, en palabras de mi exnovio, si él pensaba que lo que hacía no rompía las reglas, entonces nadie sabría qué era lo que en realidad sucedía. A menos, por supuesto, de que le preguntaran puntualmente si nos ayudaba, caso en el que no podría mentir, porque le era imposible debido a su naturaleza, no había forma de que lo supieran.

—Justo estaba pensando en llamar la atención de los salamandras para que vinieras —confesé, no yendo entonces hacía la hechicera sino hacía él.

Con Alhaster y Eliden habíamos llegado a una tregua implícita, porque en realidad jamás lo habíamos hablado, pero era obvio que ninguno de los dos se dirigía la palabra, a menos que fuera necesario. Lo que aún no sucedía, ya qué mi exnovio prefería informar o entregar la mayoría de información u objetos a mí o a Haliee.

Aún no había tenido ocasión de cuestionar a Eliden cómo había llegado allí o por qué había desaparecido hacía algunos años, pero confiar en él era nuestra única oportunidad; aunque mi dragón insistiera en recordarme cómo nos había traicionado Cassie.

—Traje algunas cosas de ustedes —explicó al extraer del bolso uno más pequeño con un poco de las yerbas y pócimas de Hailee.

—¡Muchas gracias! —exclamó la hechicera casi tropezando hacía Eliden para tomar con anhelo su bolso y rebuscar con euforia su contenido.

Enarqué una ceja, agradecida en verdad por el detalle, pero no pude emitir una sola palabra, ya que tomándome por sorpresa Eliden me arrastró hasta la habitación contigua, que mayormente usábamos de baño o yo para practicar con el fuego que el mismo Sebastián encendía para mí cada día.

—¿A qué estás jugando? —cuestionó, confundiéndome y encendiendo el par de antorchas para iluminar la habitación.

—No entiendo...

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz