1. Capítulo 8: Desesperación (1ª Parte)

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Y no es que se estuviera curando, de hecho, el ogro perdía cada vez más parte de si, era como si la vida le fuera drenada de a poco y no estaba segura de si eso era mejor que una muerte prematura. Piwi no hablaba, más que para decir oraciones cortas y uno que otro llamado, que para nuestra mala suerte siempre incluían a Cassie.

—No lo estará más, yo sé cómo acabar con todo esto —insistió Brennan, luego de un corto silencio.

—¿Cuál es tu plan? Creo que esto nos concierne a todos —dijo mi dragón, que aún bastante débil no dejaba de opinar e instarnos a permanecer cuerdos.

Para ese entonces ya yo había perdido las cuentas en mi cabeza y estaba totalmente concentrada en el lobo.

—Es simple —Sonrió y por un momento dudé de que hablara con la misma persona que conocía.

Brennan se levantó con cuidado, como si tan solo explicarnos fuera demasiado complicado, y caminó hasta una de las esquinas de la celda, recogiendo uno de los fragmentos de cerámica del plato que yo había roto el día de mi discusión con mi dragón. Fruncí el ceño sin comprender que se traía entre manos y esperé a que continuara.

—Alhaster, tú que eres un estratega, un experto en todo esto, dime, ¿qué puede vencer un oponente que se presume invencible?

Busqué el rostro de mi dragón por una explicación, pero solo obtuve una mirada confundida y asustada de su parte. Parecía haberlo entendido, sin embargo, no pronunció una sola palabra.

—¿Cómo pretendes alcanzar el centro de todo estando aquí? —Esa vez fue Castiel quien intervino.

—¿Se les ha olvidado que esa traidora está destinada a sufrir lo que yo sienta? —cuestionó, llevando el filo de la cerámica a su cuello.

No tuve tiempo de procesar nada, ya que un «¡Alto!» llenó la estancia. Inesperadamente, en un halo de luz blanquecino, la corte de las flores apareció en nuestra la celda y, a diferencia de la última vez, en sus rostros no había rastro alguno de la picardía.

—Baja eso —ordenó Dalia y junto a ella el resto de la corte elevó la mano hacía el lobo.

—¿Por qué debería hacerles caso? —preguntó Brennan, totalmente fuera de sí, mirándoles como si las encontrara divertidas—. Acabaré con esa maldita.

—No lo hará, es demasiado cobarde para quitarse la vida —Una quinta voz se sumó a la escena; con un hermoso vestido blanco, Cassiodora apareció justo al lado de él—. No me matarías, ¿cierto, amor? —cuestionó en su oído, pero no demasiado bajo para no ser escuchada.

Y fue allí, en cuestión de segundos, cuando la mirada desolada del lobo se volvió hacía ella, que supe que él no tendría oportunidad.

—Candenti lumine —recitó, quién fuera nuestra amiga, a la vez que la celda fue iluminada con una potente luz blanquecina.

No podía ver nada, pero el sonido de un Brennan gritando de dolor me dijo que ya no había nada que hacer; al menos, no otra cosa que no fuera esperar. Un par de minutos después, tal vez menos, cuando el silencio fue lo único que llenó el aire, todo volvió a la normalidad, pero ya no estaba el lobo y tampoco la corte de las hadas.

De nada valieron las suplicas o los gritos desesperados, ya no había nada que hacer; Brennan no estaría más con nosotros. Quise llorar; no hubo lágrimas.

La segunda vez que experimenté lo que hace la desesperación, no fue agradable...

Piwi vomitaba otra vez, eso fue lo único que pasó por mi mente cuando desperté, luego de escuchar las arcadas. Froté mi rostro y vi como los ya hundidos ojos de Haliee se cristalizaban al sostener a un ogro que no podía siquiera levantarse para no vaciar el contenido de su estómago en sí mismo.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Where stories live. Discover now