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Era una tarde de lluvia...

Jerome se encontraba en un café con sus amigos. Los jóvenes conversaban sobre sus clases.
Todos los chicos llevaban sus camisas blancas y elegantes corbatas, haciendo resaltar su distintivo escudo del colegio bordado en el saco.

Conforme pasaban los minutos, aquellas pláticas se tornaron un poco pesadas para Jerome, ya que sus compañeros comenzaban a burlarse de algunos becados.
Jerome se sintió incómodo, así que se puso de pie y se dispuso a salir del establecimiento para fumarse un cigarrillo.

- ¡Vamos Jerome! ¿No te habrás molestado, o si? - dijo Louis.

- No, sólo que con esta lluvia me es apetecible fumar un poco - respondió el muchacho caminando hacia la salida.

La realidad era que a Jerome le molestaba cualquier tipo de burla hacia las personas de bajos recursos económicos, mientras que a sus amigos, parecía gustarles levantarse el ego burlándose y haciendo sentir inferiores a los becados.

Jerome se encontraba afuera y cuando estaba por sacar de su bolsillo la cajetilla de cigarros, se encontró con una jovencita. La chica - que llevaba su ropa mojada a causa de la lluvia - se había refugiado bajo el toldo de aquel lugar. Tenía su rostro agachado, como si tratara de ocultar algo que la avergonzaba.
Jerome encendió el cigarrillo y comenzó a fumar mirándola detenidamente, tratando de encontrar algo en ella, tratando de ver sus ojos. Pero lo único que pudo ver, fueron sus labios empapados, y no precisamente por la lluvia, sino por las lágrimas estancadas en ellos.

La chica lloraba en silencio y trataba de calmar los espasmos que le causaba el llanto. Sus sollozos eran apenas audibles, pues Jerome tuvo que acercarse un poco más y aún así, apenas y pudo escucharlos.
Cuando Jerome terminó de fumar, se quedó un tiempo más ahí de pie, al lado de la joven. Ella notó su presencia y levantó un poco la cabeza para poder observarlo. el flequillo que cubría parte de su rostro se hizo un lado y dejó al descubierto algunos de los golpes que tenía en la mejilla. Fue entonces cuando la curiosidad invadió a Jerome. Él dirigió su brazo hacia la chica y se atrevió a levantarle el rostro suavemente, así pudo apreciar claramente aquellos golpes. Ella de inmediato se apartó de él. Iba a retirarse de ahí a paso apresurado, cuando Jerome la tomó del brazo haciéndola girar y así quedaron ambos frente a frente. Jerome abrió mucho sus ojos cuando miró más de cerca el rostro de la chica. Realmente era algo espantoso.

«sólo una bestia salvaje pudo haber hecho esto» Pensó Jerome.

La tomó tiernamente de la cintura guiándola hacia su auto. La lluvia no cesaba, escurrían los chorros de agua en el parabrisas. la chica ocupó el lugar del copiloto quedando al lado de Jerome, quien ni siquiera se había despedido de sus amigos, ya que su prioridad en ese momento era ayudar a la chica.

Cuando las llaves abrieron la puerta del departamento - de aquel joven de familia adinerada- la chica no dejaba de mirar tanta comodidad y lujo. Acariciaba los finos muebles que había en cada sección del departamento. Sin pronunciar palabra alguna, sólo contemplaba desde el techo hasta el piso cada detalle con el cual estaba decorado aquel lugar. Jerome trataba de explicarse el comportamiento mostrado por ella. Así que se sentó en el sofá a esperar a que la joven terminara de admirar el departamento. Ella observaba todo como si estuviese viendo la exhibición de algún museo.

- ¿cuál es tu nombre? - se atrevió a preguntar por fin Jerome.

En ese momento los ojos de la chica dejaron de contemplar el lugar y se centraron en los de Jerome. Él pudo darse cuenta que a pesar de aquellos golpes marcados en el dulce rostro de la chica, sus ojos eran realmente hermosos. Los ojos de ella eran de color verde, pero no un verde cualquiera, sino un color esmeralda.

- Noelia - dijo con una frágil y exquisita voz.

Para Jerome aquel color de voz, era como si hubiese escuchado el canto de una sirena, quedó echizado.

Después de escuchar el nombre de ella, se retiró de ahí y se fue directo a la cocina.
La lluvia seguía cayendo con la misma intensidad, deslizándose a cántaros por los cristales del departamento. Noelia se acercó a ellos para ver si podía apreciar aunque fuese un poco de lo que había afuera.

De pronto un olor a sopa que provenía de la cocina, comenzó a invadir la sala en dónde ella aguardaba sentada. Luego de unos minutos, observó a Jerome llevando dos tazones de sopa y colocándolos en la pequeña mesita de centro. Ambos comenzaron a comer. Jerome disfrutaba cada cucharada, pues comía despacio. Mientras que Noelia comía desesperadamente, era como si tuviese demasiada hambre. Cuando se terminó la sopa, Jerome le ofreció más, pero ella negó moviendo la cabeza.
Sus ojos miraban al suelo, parecía un ratoncillo asustado. Se sentía nerviosa con la presencia de Jerome, y no era para menos, ya que el chico era demasiado apuesto. Su cabello era castaño oscuro, sus cejas eran algo pobladas y sus ojos eran lo más atractivo, pues eran color azul e hipnotizaban al mirarlos fijamente.

Jerome levantó los tazones ya vacíos de la mesa, se dirigió a la cocina y los dejó en el lavaplatos. Cuando regresó, ella ya no estaba.

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Hola a todos y todas.
Esta es otra historia que salió de mi imaginación.
Espero y les guste también.
Me estoy inspirando en el actor Lee Pace, ya que lo admiro mucho.
Les agradecería si me regalaran una estrellita y algún comentario, aunque con su lectura estoy más que agradecida.

Regresa a mí...Noelia (Lee Pace) Where stories live. Discover now