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Al siguiente día seguimos la misma rutina. Los trillizos prepararon el desayuno y después, los sirvientes nos reunimos en el comedor a esperar al amo. Oh, no me apetecía saber de él, pero necesito el empleo.

Al entrar por la puerta seguido de Claude, cambió expresión a una sorprendida, casi culpable.

— T/N... — musitó.

Si no me diera tanta pena, lo golpearía en este instante.

— ¿Sí?

Caminó hacia mí rápidamente, manteniendo sus ojos fijos en mí. Se detuvo a unos metros, con una mirada triste y arrepentida. Con un ademán, hizo que los otros sirvientes se fueran, ahora estábamos solos.

— Lo lamento — dijo con una mueca en sus labios — No debí... Hablar así el otro día.

Claro, un conde disculpándose con su servidumbre. Sé muy bien que eso no es normal.

— ¡Por favor, perdóname! — chilló — ¡No sé lo que estaba pensando!

— Está bien... No fue para tanto. — murmuré.

— Yo... ¿En serio me perdonas? O... O sólo... ¿Sólo lo dices por qué tienes lástima por mí? Porque...

¡Diablos! Creí que mi trabajo sería de mucama, ¡no de psicóloga! Lidiar con los sentimientos de otros jamás ha sido tarea fácil para mí.

— No es eso — exclamé —. Entiendo que está bajo presión, es comprensible si le sirve a la reina. Fue un arranque — dije sonriendo —, todos hemos tenido uno así.

Y yo lo sabía muy bien.

— ¿Está bien, en verdad? Pensé que estarías molesta conmigo.

¿Y por qué le importa tanto mi opinión?

— ¿Debería estarlo?

— Pero... Te grité, y, ¿no te asusté?

— Ya le dije, eso no fue nada. — susurré — Olvídelo.

— Heh, parece que no te importara...

— Este tipo de... situaciones, son ajenas para mí. No lo tome personal. Mis habilidades sociales no son las mejores.

— Tú... ¿nunca has tenido amigos?

Me encogí de hombros, dándole poca importancia al asunto.

— Ya veo... — susurró con una triste sonrisa. A los pocos segundos, con algo de torpeza, se sentó en una de las sillas y gesturó para que imitara sus acciones — Tú eres diferente a los que me rodean, ¿sabes? Creo que tú puedes entenderme. 

— ¿Por qué soy diferente? — pregunté incómoda. Algo no se sentía... bien. La manera en como lo dijo, ni el pronto cambio de emociones — ¿Por qué dice eso?

— Porque tú sabes lo que es el dolor.

— ¿Y eso es bueno?

— En estas circunstancias sí lo es.

Que dirían los demás... Creí que mi trabajo sería sencillo y aburrido, pero cada vez se pone más interesante. Tantos secretos, tanta confusión, no termina de dejarme un bizarro sentimiento.

El conde infantil, los sirvientes sumisos... ¿Y dónde entro yo, entonces?

Pero que tesoro me he encontrado.

Alois titubeó, pero al final dejó escapar sus palabras con una tímida y temblorosa sonrisa.

— Um... Por que no... ¿Por qué no te sientas a comer? ¡Puedo hacer que te preparen algo!

Love is Sick ||Claude Fanfic|| EN EDICIÓN.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن