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—¡Qué suerte! —Me gritó Harry cuando nos vimos en el estacionamiento—. ¡Primera clase juntos!

—¿Has visto a Louis? —pregunté, mirando a todos lados.

—Dudo que lo encuentres por aquí, él está estudiando gastronomía.

Bajé los hombros y suspiré.

—¿Entramos? —sugirió él, sonriendo.

Cuando lo hicimos, Harry se sentó en medio y yo seguí caminando hasta atrás.

—No me gusta ahí. Hay gente atrás que me mira.

Él torció el gesto. Lo dudó, pero al final se sentó en la silla de al lado.

Los alumnos y el profesor no tardaron en llegar. Me quedé mirando la pantalla del celular hasta que todos estuvieron en sus asientos.

—Oye —Harry estaba hablando cerca de mi oído.

Levante la mirada y el profesor estaba hablándonos.

—Señores, los asientos de la primera fila están vacíos, y los de la última,  a excepción de ustedes dos, también. Prefiero vacía la fila de atrás que la de adelante, vamos.

No, no, no.

Miré a Harry, pidiendo auxilio.

Él se levantó, saltó el asiento y tomó mi mano, guiándome hasta los lugares vacíos de la primera fila.

Y así, el resto de la clase estuve concentrada en uno de los cuadros del suelo.

Diario de una chica imperfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora