017

776 70 1
                                    

—¿Q-qué estás haciendo aquí?

—¿No te gusta que esté aquí?

Sonrió. Tiene una sonrisa chueca, muy linda.

—Yo...

—Louis me contó que querías trabajar en la panadería para comprar los libros —me interrumpió—. Mi panadería.

Volvió a sonreír.

—Sé que no querías ir a la librería. Entonces traje la librería a ti.

Levantó la bolsa de libros y rió.

—Bueno, creo que esto no es ni el 1% de libros que hay.

Volvió a reír y meneó la cabeza.

—Perdón por haber llegado a tu casa así.

—¿Cómo sabes en dónde vivo?

—La primera vez que hablamos te pregunté si eras la vecina de Louis —dijo entre risas—, y su casa es la última de la calle.

Me cubrí la cara mientras reía.

Hubo un silencio incómodo.

—Tú... —Entrecerró los ojos y ladeó la cabeza, volviendo a dejar los libros en la barra—. No leíste mi último mensaje.

—Tenía miedo.

—¿De qué? 

—De lo que pensaras de mí.

—¿Por qué te importa lo que la gente pueda pensar de ti?

—El mundo está lleno de etiquetas, Harry.

—Nadie tiene derecho a señalarte...

—Pero aún así lo hacen.

—¡Porque el mundo está repleto de gente idiota, Emily! —gritó, agitando los brazos—. Tal vez no puedas cambiar al mundo —continuó, cambiando su tono de voz—. Pero tú eres la que peor se juzga. Comencemos por ahí.

Se acercó un poco más, levantando su mano.

—Porque lo de ahí —tocó mi pecho con su dedo índice, justo en el lugar donde está el corazón— es lo único que importa.

Diario de una chica imperfecta Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz